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jueves 21 de noviembre de 2024

Las mujeres se reconcilian con la ciencia

 

EN LOS OJOS DE DEBORAH BEREBICHEZ SE DETECTA UNA IRREVERENTE CHISPA DE VIDA, Y LA IMPACIENCIA POR VIVIR Y ENFRENTAR NUEVOS RETOS. LUEGO DE HOJEAR UN CURRÍCULUM IMPRESIONANTE, ENTENDEMOS QUE NO ES SÓLO UNA CHICA BONITA MÁS.

Primera mexicana en graduarse de la Universidad Stanford, en Palo Alto, California, con un doctorado en Física; Debbie domina cinco idiomas y lee otros dos. Es escritora científica, columnista, analista financiero, analista de decisiones, productora de video y líder empresarial.

¿Cuándo comenzó su historia de amor por el conocimiento?

Crecí en la comunidad judía de México, soy alumna del Colegio Israelita. Como nieta de un presidente de la Kehilá, fui una niña precoz y rebelde pues, a los seis años, leía “El Tesoro de la Juventud”; a los doce publiqué mi primer cuento. La opinión generalizada en la Comunidad era que la Física y las Matemáticas eran para hombres y no cualquier tipo de hombre, sino los de lentes de fondo de botella y bata. Sin embargo, el conocimiento me apasionaba: sentía en mí una ebullición interna que no podía calmar. Por otra parte, me interesaban tanto el campo de Ciencias como el de Humanidades, pero cursar ambos es ilegal en México. Ingresé a la Universidad Iberoamericana, pero buscaba fuera otra oportunidad: fue cuando la Universidad Brandéis me ofreció una de las dos becas completas que entrega, cada año, a dos estudiantes del mundo.

¿Cómo logró conjugar los dos campos que la apasionaban?

Cuando me gradué de licenciada en Filosofía, en Brandeis que está en Boston, Massachusetts, y con pase a la maestría, iba caminando por Harvard Square con el asistente del profesor de Astronomía, un estudiante hindú llamado Rupesh Ojha. Lo único que podía pensar era que estaba a punto de abandonar una de mis pasiones, la Física. Nos sentamos a la sombra de un árbol y le confesé, llorando, a Rupesh: “No quiero morir sin intentarlo”.

El joven me dijo: “dame unos minutos”. Tras unas llamadas, Rupesh volvió con un año más de beca para que yo pudiera estudiar Física en la misma universidad, logrando dos licenciaturas en cinco años.

Yo no sabía que Rupesh era originario de un pueblo de la India, perdido en las montañas, donde un anciano acudía a diario para impartir una educación rudimentaria a los alumnos. Cuando el padre del hindú le propuso una magra suma por su labor, el maestro, dirigiéndose a los niños, respondió: “Ustedes me pagarán impartiendo el conocimiento a alguien que lo necesite”. Esta deuda seguía vigente para Rupesh y la pagó aquella tarde, ayudándome a realizar mi sueño.

¿Cómo se preparó para ello?

Buscando sola becas en universidades?internacionales (Stanford, Columbia) y en el CONACYT, me licencié en Física y Filosofía con las distinciones Summa Cum Laude y pertenecí al distinguido grupo Phi Beta Kappa. (A sus treinta años ostenta dos maestrías, un doctorado y un posdoctorado).

Esta mujer excepcional, cuyo apetito por los libros fue motivo de separación con uno de sus novios, fue electa entre miles de concursantes como una de las ochenta a nivel mundial para participar, en 2008, al proyecto de Mujeres Líderes, organizado por Oprah Winfrey y la Casa Blanca. En el 2009, participó ya en el Panel de Mujeres de DLD, una importante conferencia de tecnología, con el panel “Poder Femenino”, liderado por Marissa Mayers de la compañia Google. Este mismo año, fue invitada como uno de los 100 principales emprendedores del mundo en la serie “The Summit”, así como a la Ciudad de las Ideas de Puebla.

Su ídolo y tutor es el premio Nóbel de Física, Robert Laughlin, quien la dirige para realizar su meta: hacer que la ciencia esté en el centro de la cultura. Para ello, ella ha ideado un proyecto multimedia que busca inspirar a las mujeres jóvenes para que se adentren en ciencia y tecnología, produciendo un video y una página web (www.thesciencebabe.com). Además,?está?escribiendo un libro acerca de temas que mezclan la ciencia con actividades diarias, como son la física de los tacones altos,
la teoría de la relatividad en los viajes y la química en la cocina.

En sus ratos libres, Deborah inventó un dispositivo electro-óptico que usa cristales líquidos para su aplicación futura en telecomunicaciones espaciales. Durante un tiempo, la asesoría a los bancos y el sector financiero se hizo su oficio, mediante la aplicación de soluciones cuantitativas para calcular inversiones y fluctuaciones de fondos de riesgo. Ideó también una nueva técnica para localizar señales de wi-fi en locaciones específicas.

¿Su mensaje a los alumnos de nuestra Comunidad?

“No importa cuánto dinero tengas, sino cuánta educación: lo único que los judíos siempre nos hemos llevado es nuestro cerebro y nuestros conocimientos”

“Finalmente” -dice Debbie-, “la mayor caridad que puede otorgarse a un ser humano es la educación, porque la pobreza más extrema es la del alma”.

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