Por Mario Nudelstejer Toiber
Sorprendente decisión
En septiembre de 1975, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó una resolución, promovida por el grupo de países árabes, y respaldada por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y sus satélites, que denunciaba al Sionismo como una forma de racismo. México votó a favor de la resolución, bajo una orden expresa del entonces Presidente de la República, Lic. Luis Echeverría Álvarez. (1)
No era extraña la postura del país, alineada con el bloque soviético y los países árabes, ya que, así, el mandatario mexicano buscaba convertirse en líder del llamado “Tercer Mundo” (TM) y, con ello, la Secretaría General de la ONU erigiéndose como representante a las naciones pobres (la mayoría ubicadas en el hemisferio sur del planeta), las que se definían dogmáticamente opuestas a Estados Unidos de Norte América (EUA) y a todos sus aliados.
Por supuesto que a Israel se le ubica como parte de esta alianza y, dada la ocupación de los territorios de Gaza y la Margen Occidental del río Jordán tras la Guerra de los Seis Días (junio de 1967), el TM le considera invasor y, por tanto, había que denunciarle ante todo el orbe por sojuzgar al así llamado Pueblo Palestino.
Sin embargo, esta no fue la primera vez que en un foro internacional se definía al Sionismo como un movimiento similar a, o equiparado con, el Apartheid practicado contra los negros de Sudáfrica por un régimen de “supremacía blanca”, que también fuera criticado, aunque de soslayo, en esa declaración de la ONU contra el movimiento de liberación del Pueblo Judío. Unos meses antes, la declaración inicial contra el sionismo surgió durante la Reunión Mundial para dar inicio a la Década de Estudios y Deliberaciones sobre el Status de la Mujer en el Mundo, que se llevó a cabo en Nairobi, la capital de Kenya.
Echeverría, con anterioridad, y como parte de su publicitado “Viaje Tri-Continental” de Relaciones Públicas Internacionales, visitaría Irán (que estaba gobernado por el Shah Reza Pahlevi, afín a Israel), Egipto e Israel, entre otros países.
En Egipto, antes de su visita al Estado Judío, el Presidente mexicano se entrevistó, con el líder de la terrorista Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, a quien ofreció la apertura de una oficina de información en México, lo que ocasionaría no sólo indignación sino rechazo a recibirlo en Israel.
Para resolver esta divergencia, que sin duda afectaría a la Comunidad Judía de México, se encomendó al Lic. Sergio Nudelstejer, por entonces Secretario General del Comité Central Israelita de México, acudir a las autoridades parlamentarias de Israel y convencerles de recibir al Presidente de México para explicarle, bien a bien, qué significaba el conflicto del Medio Oriente y la situación de los “territorios bajo ocupación”, y también sobre lo que representa la amenaza constante del terrorismo palestino sufrido durante décadas. Pero el mandatario mexicano tenía ya fija su mirada en el puesto de la ONU y a favor del Tercer Mundo.
Cuando se notificó de la Declaración de la Asamblea General antes mencionada, los medios impresos y electrónicos internacionales, pero especialmente los nacionales, la destacaron a ocho columnas y, por tanto, la participación de México en esa determinación fue contundente.
Inquietud en comunidades judías
El hecho de que México votara totalmente a favor de la Declaración contra el Sionismo fue motivo de gran inquietud, no sólo para la Comunidad Judía local, sino que desencadenó una firme reacción de las más importantes organizaciones judías de los Estados Unidos, que de inmediato declararon un boicot turístico contra México, señalando que era “un país opuesto, en todos sentidos, a los judíos”.
En la prensa, como respuesta se inquiría a la Comunidad cuál sería su postura: si a favor de Israel y los grupos judíos norteamericanos opuestos a México, o a favor de este país y contra el Sionismo, Israel y el boicot turístico. La inquietante situación llevó a que muchos integrantes de la Comunidad Judía de nuestro país se plantearan la posibilidad de emigrar, por temor a una posible ruptura de relaciones con Israel y, consecuentemente, el brote de persecuciones antisemitas, pues ya en las calles se veían manifestaciones populares de este carácter que utilizaban las swásticas para equiparar a Israel con el nazismo, las cuales se atrevieron a pintar en el monumento escultural de Israel, en la “Ruta de la Amistad”, que conmemora las Olimpiadas de 1968 en México, instalado éste sobre el Periférico Sur de la capital.
Ante dicha situación, el entonces Comité Central Israelita de México, cuyo Presidente Interino (después de la inesperada muerte, en funciones, de Fernando Jeno) era el Lic. Sergio Nudelstejer, optó por solicitar una entrevista formal con el Presidente de la República, desayuno de trabajo realizado en la Residencia Oficial de Los Pinos, en el que se le explicó que el sionismo, como muchos otros, es un movimiento social popular de liberación nacional que, tras dos mil años de Diáspora, buscaba la independencia del Pueblo Judío en su tierra ancestral: Israel.
El mandatario entendió, entonces, cuál era el sentir fidedigno de los judíos mexicanos, quienes le manifestaron su sorpresa e inquietud por las posturas antagónicas adoptadas por el propio gobierno Federal. Así las cosas, Echeverría trató de justificar la postura de México “por haber perdido territorio a favor de los EUA (California, Texas y Nuevo México)”, y afirmó que “durante y tras la Segunda Guerra Mundial, se habían recibido cerca de 15 mil refugiados europeos”. Por tanto, México no era antijudío.
La respuesta de los representantes de la Comunidad fue que: “con objeto de reducir el impacto de sus acciones, México debía explicar esta posición ante la Comunidad Judía Mundial, asistiendo a Israel –no como lo sugería Echeverría, a Nueva York (a las organizaciones norteamericanas hebreas que habían declarado el boicot)–, y es de este modo como se envía al entonces Secretario de Relaciones Exteriores, Lic. Emilio O. Rabasa a dialogar con el gobierno del Estado judío con órdenes de explicar, después, ante el Pleno de la ONU el porqué de ese voto; e intentar devolver al sionismo su carácter real de movimiento liberador de un pueblo.
Ya echada a andar la maquinaria que restituiría la confianza en el ejecutivo de la nación, Echeverría sugirió también un diálogo con las instituciones norteamericanas, lo que se llevaría a cabo unas semanas después, con la asistencia de los líderes de la federación de las más grandes organizaciones judías en los Estados Unidos, en un hotel de la capital azteca, a invitación del propio Comité Central y de la Presidencia de la República.
Otro vuelco en la relación
Estando Emilio O. Rabasa en Israel, explicó ante el Pleno de la Knesset (Parlamento) las razones históricas que asisten a México en su apoyo a la Declaración de la ONU por la pérdida de territorios, y afirmó que de ninguna manera México era un país antisemita o de rechazo a los judíos.
Más adelante, y en una conversación personal e informal –en un pasillo de la Knesset–, el Canciller mexicano le comentó a Itzhak Rabin (Z’L): “Better “forget and forgive” (mejor, “perdonar y olvidar”), lo cual fue escuchado furtivamente por un periodista de una agencia noticiosa, quien difundió el comentario tomándolo como una afirmación de que México había asistido a solicitar el perdón de Jerusalén, lo que enfureció al Presidente Echeverría. Y su reacción fue declarar que: “México no le pide perdón a nadie por sus actos soberanos”.
Cuando México, en el marco de la Conferencia de la Mujer, votó a favor de una declaración de que el sionismo era una forma de racismo, Rabasa viajó a Israel con el objeto de discutir cualquier malentendido que pudo haber surgido entre México e Israel. Por algunos matices de diferencia con el Ejecutivo, Rabasa presentó su renuncia el 28 de diciembre de 1975. (2)
Otro incidente inmediato lo constituyó el afamado Rescate en Entebbe, que el mundo conoció y celebró el 5 de julio de 1976, cuando una operación militar de Israel, en Uganda, salvaría a más de un ciento de pasajeros judíos de un vuelo de Air France, secuestrado por una célula terrorista palestina. Esta operación se denominó “Yonathán Netanyahu”, en memoria de su comandante fallecido en acción. Para Echeverría, no era otra cosa que la violación fehaciente, de parte de Israel, de la soberanía de un país independiente, que en su concepto minimizaba la violación terrorista a los Derechos Humanos de los viajeros.
Gira 180 grados la política
El final de la gestión de Luis Echeverría Álvarez se acercaba y, conforme a su ofrecimiento en el desayuno de trabajo con el Comité Central, él inició la firma de naturalizaciones para aquellos judíos que tenían 40 años en México, en calidad de apátridas. Al mismo tiempo, firmó la autorización para iniciar los vuelos regulares de la línea aérea El-Al a nuestro país, hecho inaugural que se desarrolló durante una semana de festejos, con el intercambio de delegaciones de ambas naciones, con miras a incrementar el turismo entre ambas, incluyéndose en la Delegación mexicana a Margarita López Portillo, mujer intelectual y hermana del entonces presidente electo, José López Portillo, y al Ing Méndez Docurro, en esta época titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.
Más adelante, el Presidente López Portillo invitaría, por primera vez en la historia de las relaciones de Israel y México, al Presidente Efraím Katzir, en aquel afortunado momento que constituyeron los días posteriores a la primera visita del Presidente de Egipto, Anuar El Saddat, a Jerusalén.
México había cambiado, sin embargo, de ser observador a partícipe en el conflicto del Oriente Medio… Pero ésa es otra historia a relatarse.
1 Ver Excelsior, Universal, Novedades, El Nacional con fechas de esa época (1975-1976)
2 Secretaría de Relaciones Exteriores www.sre.gob.mx/acerca/secretarios/xx.htm
En www.sre.gob.mx/csocial/contenido/congreso/035/sabiasq.htm, se lee:
“Surgieron diferencias de opinión entre el Presidente Echeverría y el Canciller, como el relativo al voto favorable de México a una declaración emanada de la Conferencia de la Mujer, realizada en México en junio de 1975. La declaración afirmaba que el sionismo constituía una forma de racismo. Rabasa aconsejaba la abstención, sin embargo, el Presidente ordenó que México emitiera su voto favorable y dio instrucciones para que su Secretario de Relaciones Exteriores viajara a Israel para discutir cualquier malentendido que hubiese surgido entre México e Israel. Rabasa explicó al ministro de Relaciones Exteriores de Israel que la intención de México, al emitir ese voto, de ninguna manera significaba una actitud inamistosa o condenatoria hacia la nación israelí.
”Desafortunadamente, una interpretación errónea de la expresión “borrón y cuenta nueva”, utilizada por Rabasa para señalar que habían quedado solventadas las diferencias con Israel, fue divulgada en el sentido de que había ido a pedir perdón al gobierno israelí, lo que jamás había ocurrido.
”Rabasa renunció en diciembre 1975 a causa de este episodio, el cual tuvo como consecuencia un boicot contra México por parte de judíos estadounidenses”.
Del libro: “Sesenta voces por Israel desde México”, KKL México.
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