Absurdo sudamericano


POR LIAT COLLINS

El principal problema con la declaración unilateral de un Estado palestino es el fracaso para resolver los problemas críticos que, hasta ahora, han sido la causa del bombardeo
Hace unos 18 meses, públicamente rechacé una invitación para participar en un seminario por la paz, patrocinado en parte por la ONU y en parte por el gobierno brasileño, titulado: “América Latina y la Paz en Medio Oriente”.
Pude haber cometido un error.
Mientras escribía no pude pensar, haciendo todo el esfuerzo posible, en ningún discurso convincente sobre cómo – o por qué – América Latina debería involucrarse en el ya suficientemente difícil proceso de Medio Oriente.
Básicamente, les digo a los sudamericanos, lo más cortésmente que se merecen, que deberían resolver algunos de sus propios problemas antes de tratar de resolver los nuestros.
Todavía estamos sobrellevando los efectos devastadores de los bien intencionados Acuerdos de Oslo, respaldados por Noruega y, si necesitamos más de lo mismo, está la Iniciativa de Ginebra. Tenemos, por supuesto, y también tuvimos un número de intentos pacificadores de EE.UU. que se perdieron en algún lugar de la hoja de ruta.
Si necesitamos un puntapié inicial desde el extranjero, espero que a todos nosotros – israelíes y palestinos por igual – nos gustaría ver nuestro futuro como algo que nos brindara la paz y tranquilidad de Noruega y Suiza (o tal vez la estabilidad de EE.UU., anterior a su crisis financiera). Y, probablemente, todos preferiríamos que nuestros vecinos fueran suecos, franceses/alemanes/italianos o canadienses.
La idea de convertirnos en Brasil, lo admito, nunca se me ocurrió. “El Brasil de Medio Oriente” simplemente no tiene el mismo prestigio que “la Suiza de Medio Oriente”, aunque los brasileños, celebrando el carnaval en Río, parecen tener más diversión que los suizos con su canto tirolés, en una velada folklórica con la que una vez se me agasajó durante una promoción para la prensa.
Del mismo modo, nunca he estado enamorada de la iniciativa saudita. Cada vez que escucho describir a Arabia Saudita como “moderado”, eso hace que me pregunte qué es lo que constituye la “línea dura”, pero eso podría ser porque soy una mujer independiente y obstinada.
No obstante, ahora parece que Brasil y sus vecinos están decididos a jugar un papel en el proceso diplomático. Como una de las principales economías de más rápido crecimiento del mundo, Brasil está ganando nuevo reconocimiento internacional. Su tamaño, también le otorga una influencia adicional. Desafortunadamente, como sucede también con China, su dinero y tamaño significan que esas naciones, que deberían tener mejor conocimiento, a menudo están dispuestas a ignorar los reales problemas de derechos humanos que allí existen. Espero que veamos una campaña de limpieza antes de los Juegos Olímpicos de 2016 en Río de Janeiro, tal como lo vimos en China tratando de arreglar su imagen antes de los últimos juegos.

Y, ciertamente, hay algo qué hacer: tengo amigos que han vivido en Brasil o han pasado ahí largos períodos de tiempo, todos hacen notar la pobreza y la delincuencia, en una sociedad pronunciadamente dividida.
Al considerar lo que América Latina podría contribuir al proceso de paz en Medio Oriente, nunca llegué mucho más allá del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez, que ha contribuido a la emigración de gran parte de la comunidad judía y que, al igual que su compinche Mahmoud Ahmadinejad de Irán, tiene ideas muy definidas sobre cómo resolver el problema del Medio Oriente: Algunas de las soluciones parecen muy drásticas.
Mis pensamientos volvieron hacia América del Sur la semana pasada, después de que Brasil y Argentina decidieron reconocer un estado palestino independiente en las fronteras de 1967.
El 3 de diciembre, en una carta cliché que puede verse en la página de Internet del Ministerio de Relaciones Exteriores brasileño, el saliente presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, informó al presidente de la AP Mahmoud Abbas (que parece estar ignorando totalmente la necesidad de llamar a elecciones) que “el reconocimiento del Estado Palestino es parte de la convicción de Brasil acerca de que un proceso de negociación que resulte en dos estados conviviendo en paz y seguridad, es el mejor camino para la paz en Medio Oriente – el objetivo que interesa a toda la humanidad. Brasil estará siempre dispuesto a prestar toda la asistencia necesaria”.
Cómo es que una medida unilateral está en consonancia con el deseo de negociaciones, no está claro. Y ya hemos tenido una prueba de la asistencia de Brasil, cuando, en mayo, fue mediador en un acuerdo de combustible nuclear entre Irán y Turquía.
Pero Brasil no está solo. Fue el último de los países BRIC (Brasil, Rusia, India, China) en reconocer un estado palestino, y más de 100 países han endosado la declaración unilateral palestina de 1988 de un estado independiente.
La Presidenta de Argentina, Cristina Kirchner, en una carta igualmente cliché, se unió rápidamente a Brasil.
Es la Kirchner, cuya salud mental, ahora sabemos por cortesía de Wikileaks, fue cuestionada por nada menos que la Secretaria de Estado de EE.UU., Hillary Clinton.
Es posible que Brasil interviniera cuando se dio cuenta – antes que Clinton, pero mucho más tarde que el promedio de israelíes y palestinos – que las conversaciones se habían quebrado, otra vez.
El negociador palestino Nabil Sha’ath elogió a los líderes de Brasil y Argentina, diciendo que su movida podría presionar a Israel y hacer difícil para EE.UU. vetar una resolución de la ONU reconociendo un Estado palestino, una vez que un número suficientemente grande de países se hubieran adherido a la petición palestina de reconocimiento.
Las declaraciones de Brasil y Argentina se produjeron mientras la atención de Israel estaba desviada por el devastador incendio del Carmel. (¿Puede algún estado concebir cuán significativas son 12.500 hectáreas en un país del tamaño de Israel?) Irónicamente, la vital asistencia internacional ofrecida a Israel cuando el incendio tuvo su efecto mortal, despertó una esperanza en muchos israelíes de que realmente podríamos estar unidos “en interés de toda la humanidad”.
El problema principal con la declaración unilateral de un Estado palestino es que no puede resolver todos aquellos críticos problemas que han causado que el proceso de paz fuera bombardeado hasta ahora.
Absurdamente, si una Palestina independiente se estableciera a lo largo de las fronteras de 1967, con Jerusalem como su capital, eso haría que los palestinos fueran los “ocupantes”.
Uno se pregunta – si se tiene un estómago fuerte – cómo van a lidiar con “el pueblo ocupado”. ¿Las Naciones Unidas crearán un cuerpo especial por los derechos inalienables de los refugiados judíos (anteriormente denunciados como colonos)? Porque Palestina, de repente, no se convertiría en un doble medioriental de Noruega.
Realmente, en gran medida, los palestinos ya han creado un estado independiente. Dos, de hecho, uno en la Margen Occidental – que empieza a prosperar ahora, ya que la AP ha refrendado el terrorismo ahí – y el otro en Gaza, de donde los israelíes se retiraron unilateralmente hace cinco años, sólo para ser seguidos por Kassams y Grads.
Desde donde estoy sentada, el “ciclo de violencia” parece ser más bien una línea recta. El 8 de diciembre, por ejemplo, Israel anunció la flexibilización de las restricciones sobre Gaza, para que pueda exportar más productos a través del puerto de Ashdod. El mismo día, los palestinos continuaron con las “exportaciones”, que son mejor conocidas en estas partes: cohetes y morteros, que golpean el Negev.
La lástima es que hay mucha gente en Israel que, como yo, les gustaría ver, finalmente, un estado palestino independiente.
Y uno que lo haga exitosamente. Porque ésa parece ser la única manera de garantizar, al menos, un cierto nivel de paz y seguridad para todos.
Pero a pesar del apoyo y la buena voluntad de Brasil y otros, no puedo ver a Hamas, en el corto plazo, permitiendo un carnaval al estilo de Río en la hermosa costa de Gaza.
Tampoco puedo imaginar a Hamas permitiendo la visita de turistas afiliados a Fatah desde la Margen Occidental, mucho menos desde Israel.
Para ese momento, los cerdos volando en el cielo serán kasher.
JERUSALEM POST/

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