Alfonso X Rey de Castilla y de León (125 a2-1284), una de las figuras políticas y culturales más significativas de la Edad Media en la Península Ibérica y en el resto del continente europeo , acercó a cristianos, árabes y judíos a una cultura de síntesis cultural que fue su vinculación simultánea a Oriente y Occidente.
La gran inquietud cultural y literaria de Alfonso X, fue lo que llevó a que se le conociera con el sobrenombre de “el Sabio”.
Así, durante su reinado, fomentó la traducción de diferentes textos árabes y judíos que hablaran de los astros, dando a luz a obras como el Libro del Saber de Astronomía: recopilación de dieciséis libros o tratados que tradujo entre 1276 y 1277, y donde describe detalladamente las esferas celestes y los instrumentos astronómicos existentes en la época.
De gran importancia son las estrechas relaciones que el rey mantuvo con diversos hebreos, colaboradores en su magna tarea de traducción y, en especial, en los trabajos de astronomía y astrología que centraban su interés científico. Alfonso mismo parece haber ordenado la traducción de la Torá y del Talmud, así como de algunos libros cabalísticos, con fines de estudio y discusión religiosa.
Libros del Saber de Astronomía de Alfonso X el Sabio
Esta obra contiene textos científicos árabes y judíos traducidos al latín, y a partir del latín, al castellano. La mayoría de los libros que componen la obra fueron escritos entre los años 1254 y 1259, aunque no fueron compilados hasta los años 70 del siglo XIII. Los Libros del Saber de Astronomía están compuestos por 16 tratados, de los que se han conservado 201 folios escritos por una sola mano en escritura gótica. Se trata de una de las principales obras científicas dirigidas por el rey Alfonso X el Sabio. Además de los traductores de la Escuela de Toledo, participaron en su elaboración un gran número de copistas y de miniaturistas.
La astrología y la astronomía, temas principales de esta obra, despertaban gran inquietud en el monarca, quien elaboró un prólogo para cada uno de los libros que reúne el compendio. La obra engloba tres tipos de obras: unas tratan sobre el movimiento de los astros, otras sobre la fabricación de instrumentos de astronomía y astrología, y otras más sobre la medición del tiempo. El rey quería que, para cada instrumento, se hiciera un tratado que explicara su construcción y otro su uso. Si ya existían libros sobre un tema, los hacía traducir al castellano para incluirlos en esta obra; en caso contrario, pedía que se redactara un tratado sobre el tema en cuestión. Aunque mayoritariamente es un compendio de la ciencia medieval árabe y judía, una gran parte de los textos son de creación original, lo cual le otorga especificidad a la obra.
En cuanto a las fuentes árabes y judías, esta obra se basa principalmente en los libros de Azarquiel y en los de ‘Abd al-Rahmân al-Sûfî, astrónomo persa del siglo X que contribuyó a la traducción y difusión de las obras de astrónomos griegos (en particular de Ptolomeo), conocidos en Occidente gracias a los trabajos de traducción y de corrección realizados en el mundo islámico. Gracias a los Libros del Saber de Astronomía, una parte de los conocimientos de la ciencia medieval árabe y judía se ha transmitido al resto de Europa, a través de Al-Andalus. Por tanto, se puede considerar esta obra como un compendio del saber de las tres culturas. Cinco judíos, cuatro cristianos, cuatro italianos y un musulmán converso participaron estrechamente en su elaboración.
A lo largo de este libro se intentan aclarar las características y circunstancias del fenómeno de la tolerancia y la convivencia que se desarrollaron dentro de un orden jerárquico y de desigualdades sociales, conforme a la concepción fundamental de la sociedad feudal, durante el siglo XIII.
Durante ocho siglos, estuvieron coexistiendo y conviviendo sobre el suelo ibérico las comunidades judías, musulmanas y cristianas. Como consecuencia de ello, nos encontramos, en la historia medieval española ante una compleja sociedad pluralística formada por tres comunidades muy diferentes cuya interacción cultural fue de vital importancia para la historia europea. En realidad, una parte sustancial de la cultura y del desarrollo científico en Europa se debe a la influencia de los árabes y de los judíos. Estos tres grupos compartieron durante muchos siglos el espacio de la Península y por lo tanto, experimentaron entre sí varios procesos de aculturación, asimilación, influencia, fricción, sospecha y rivalidad. La convivencia entre estas sociedades fue deteriorándose paulatinamente. Los cristianos lucharon intensamente para consolidar su autoridad frente a sus adversarios religiosos y militares.
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