PEPE ELIASHEV
Los 4.500 millones de dólares que comenzó a inyectar en su maquinaria internacional el gobierno de Irán, para fortalecer drásticamente su influencia y operaciones en América del Sur, podrían configurar un grave y preocupante nuevo escenario para la Argentina. Se ignora si la embajada argentina en Caracas y la cúpula de la Secretaría de Inteligencia mantienen informada de estos asuntos a la presidenta Cristina Kirchner, que a estas horas mezcla turismo, negocios y protocolo por el volátil Medio Oriente.
Por de pronto, en Teherán, el gobierno del presidente Mahmoud Ahmadinejad aguarda el año nuevo persa 1390, que se celebra en marzo, para desplazar esa masa de recursos al fortalecimiento de la Guardia Revolucionaria, la milicia Basij y, sobre todo, la Fuerza Quds de acciones especiales. Esta estructura militar tiene el encargo de incrementar sustancialmente su accionar en tres teatros principales de influencia: la triple frontera argentino-paraguaya-brasileña, Panamá y Venezuela.
El comandante de la Fuerza Quds, Qassem Soleimani, acaba de aprobar el nombramiento de 150 posiciones de staff en América Latina durante 2011, incluyendo cargos burocráticos en el cuartel general así como posiciones operativas en la región. Como parte de esa masa de US$ 4.500 millones, Soleimani transfirió US$ 87 millones a la Fuerza Quds destinados a ser usados en América latina, incluyendo 7 millones de dólares para financiar acciones de la unidad de operaciones internacionales de Hezbollah en esta región.
En Irán se descuenta que Soleimani ve a América latina como un escenario de enorme potencial para los intereses de Irán, por lo cual los recursos a inyectar deben estar a la altura de ese diagnóstico. Para Soleimani, la Fuerza Quds (sobre todo acciones violentas de Hezbollah en ultramar) tiene hoy un poderío mayor en zonas donde habitan comunidades de origen chiíta. Ahmadinejad tuvo la osadía de sustraer ese presupuesto de una vasta red de infraestructuras civiles de Irán, una decisión asombrosa que los servicios de inteligencia de Europa y América del Norte coinciden en atribuir al propósito de afrontar, sobre todo, la intranquilidad social que hierve de manera soterrada en la República Islámica. En la mirada de organismos de inteligencia, el régimen de Ahmadinejad quiere potenciar a la Fuerza Quds para revigorizar sus acciones irregulares y clandestinas en varios continentes.
Quds es el organismo militar que funciona como brazo subversivo de la Guardia Revolucionaria en varios lugares del mundo, donde despliega acciones o logística al servicio de operaciones terroristas comúnmente antioccidentales y especialmente antijudías.
La aprobación de la gigantesca reasignación presupuestaria fue avalada por el líder religioso de Irán, el ayatolá Alí Jamenei, y está siendo implementada por dos comandantes poderosos de la máquina militar de Ahmadinejad, el jefe de la Guardia Revolucionaria, Mohamed Alí Jaafri, y el de la Fuerza Quds, Soleimani. El dinero para lubricar a lo grande la proyección iraní en el mundo será extraído de presupuestos originalmente asignados a la rehabilitación y mantenimiento de infraestructuras civiles, como energía eléctrica, gas, rutas y agua potable.
La situación económica de Irán es difícil y se viene agravando por las sanciones internacionales contra el ambicioso programa nuclear de Teherán. Pero el régimen ha optado, según la lectura de quienes siguen de cerca los acontecimientos de ese país, celosamente encubiertos por los servicios de contra-inteligencia iraníes, por destinar más recursos a su accionar clandestino global, seriamente dañado en los últimos meses tras descubrirse una formidable red de contrabando de armas y narcotráfico montada por Teherán en la africana Nigeria (asunto revelado en “Desinteligencias”, PERFIL, 19-12-2010).
Esa masa de recursos goteará inexorablemente ahora rumbo al accionar de Irán en América latina, cuya evidente base estratégica es la Venezuela de Hugo Chávez. Dos altos oficiales de Estado Mayor de la Guardia fueron arrestados recientemente en Nigeria, el comandante de la brigada africana de Fuerza Quds, Alí Akbar Tabatabaei, y Azim Aghajani.
El 10 de diciembre pasado, diez congresistas norteamericanos le habían pedido a la jefa de la diplomacia de los Estados Unidos, Hillary Clinton, que tratara de detener el fortalecimiento de la alianza entre Chávez e Irán, alarmados por las crecientes versiones, por ahora no confirmadas, de una especie de base iraní en territorio venezolano.
“Estamos alarmados por las versiones que denuncian la existencia de misiles iraníes en Venezuela, que se agregan a otros proyectos, como la creación de bancos binacionales manejados por Caracas y Teherán, acuerdos petroleros y contratos de negocios. Pero ahora tenemos elementos de juicio para afirmar que Chávez y Ahmadinejad trabajan para desarrollar acciones militares conjuntas, así como para desplegar en tierra sudamericana misiles de alcance intermedio operados por escuadras de ambas nacionalidades”, denunciaron los legisladores.
En su edición del pasado 25 de noviembre, el influyente diario alemán Die Welt reveló que Irán planea desplegar misiles de rango intermedio en suelo venezolano. La revelación del diario berlinés se basa en informaciones de fuentes occidentales, que habrían detectado que el acuerdo Caracas-Teherán se firmó durante la última visita a Irán del caudillo vitalicio de Venezuela, Chávez, el 19 de octubre último.
La hipótesis de trabajo manejada por fuentes europeas es que justo cuando los miembros de la OTAN acordaron en su cumbre de Lisboa (19-20 de noviembre último) desarrollar una capacidad defensiva misilística conjunta para proteger a pueblos y territorios europeos de los 28 países del Pacto, contra eventuales amenazas de lanzamientos de misiles provenientes de Irán, la contraofensiva de los ayatolás consiste en establecer una base estratégica en el corazón del hemisferio occidental, que evoca lo intentado por la Unión Soviética en 1961-1962, cuando desplegó vectores con ojivas nucleares en Cuba.
Según Die Welt, el acuerdo venezolano-iraní permitiría que misiles Shahab 3 (con un alcance de 1.300 km a 1.500 km), Scud-B (de 285 km a 330 km) y Scud-C (de entre 300 km y 700 km) fueran posicionados por Irán en la base a construir en Venezuela. Esto incluye entrenamiento de oficiales venezolanos en tecnología misilística.
Un documento del Supremo Consejo de Seguridad sometido al presidente Ahmadinejad y al líder espiritual Alí Jamenei hace pocos meses recomienda la puesta en práctica de un plan estratégico iraní-venezolano para fortalecer la capacidad de disuasión iraní de cara a los Estados Unidos y/o naciones que tengan relaciones estrechas con Washington.
La idea es explícita: Irán quiere pisar en firme en tierra sudamericana y para tal propósito su agenda incluye cuestiones nucleares, así como otros asuntos de importancia estratégica.
A comienzos de noviembre último, una delegación de ingenieros iraníes especializados en misiles tierra-tierra habría visitado Venezuela para comenzar la planificación de un proyecto binacional que se debería concretar en hechos a fines de 2011.
A cambio del permiso para operar en tierra venezolana, Teherán se habría comprometido no sólo en el desarrollo de un proyecto de misiles tierra-tierra entre ambos países basado en know-how de Teherán, sino también en los Shahab 3, un misil propulsado con combustible líquido y hecho sobre la matriz del misil norcoreano Nodong, con un alcance de 1.300 km a 1.500 km.
Irán fabrica misiles tierra-tierra con alcance de entre 285 km y 700 km. Oficiales venezolanos están siendo formados en Irán, según revelaciones de servicios de inteligencia de varias naciones, no todas occidentales, en las instalaciones de la Universidad Sharif de Teherán, un búnker académico severamente compartimentado y guiado por los servicios clandestinos del régimen.
La agencia rusa Novosti recogió a fines de 2010 palabras de Igor Korotchenko, jefe de un think tank moscovita que monitorea el comercio de armas, revelando un negocio por misiles S-300 con Venezuela que Caracas pagaría en efectivo.
Moscú ya concedió a Caracas varios créditos para la compra de material bélico ruso, incluyendo un reciente acuerdo por US$ 2.200 millones para comprar 92 tanques T-72M1M, sistemas de lanzacohetes Smerch y otra ferretería bélica. En varias capitales se descuenta que si Irán no consigue los S-300 directamente de Rusia, bien se los podría facilitar Chávez.
Estos asuntos no parecen inquietar al gobierno argentino, pese a que el reciente saqueo de la base aérea de El Palomar patentiza la escuálida situación que atraviesa la capacidad defensiva de este país, sobre todo de cara a amenazas –potenciales o efectivas– provenientes del ¿ex? socio íntimo del matrimonio Kirchner.
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