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martes 05 de noviembre de 2024

¿Crees que las reacciones de estrés de nuestro cerebro controlan a nuestro sistema inmunológico? ¿O es al revés?

HERMONA SOREQ

En el siglo XVII, Molière, el conocido escritor, escribió. “la mente tiene una gran influencia sobre el cuerpo y ahí se originan las enfermedades”. Hasta la fecha, sabemos que un cuerpo enfermo y un sistema inmunológico que no funciona bien, también afectan a la mente. Cada vez más, se está reconociendo la inflamación del sistema nervioso como un factor importante en una infinidad de enfermedades, incluyendo Alzheimer y Parkinson; y las tecnologías novedosas de la ingeniería genética y el desarrollo de nuevos fármacos están progresando tan rápidamente que pronto permitirán un mejor y más temprano diagnóstico, así como el uso de estrategias creativas de tratamiento, que tomarán en consideración tanto al cerebro como al cuerpo.

Mensajes del cerebro al cuerpo

El comunicador principal entre el cuerpo y el cerebro es un químico muy pequeño llamado acetilcolina. Ya son 100 años desde que Otto Loewi, ganador del Premio Nobel, descubriera este químico y lo identificara como el primer neurotransmisor (un compuesto químico pequeño que es capaz de activar neuronas y mandar señales eléctricas). La acetilcolina viene del cerebro y es responsable del movimiento de los músculos. Por más de dos décadas, he investigado cómo es que las señales de la acetilcolina que se producen en el cerebro son capaces de llegar a los músculos y a las células de la sangre y controlar sus funciones. Hemos descubierto que tales efectos de señalización afectan las respuestas sicológicas ante el estrés, la inflamación y el envejecimiento y la recuperación de un accidente cerebrovascular isquémico. Esto se ha vuelto el enfoque principal de mi trabajo de investigación.

Las respuestas de estrés como estrategia de protección

La reacción humana de estrés, es una reacción antigua que originalmente permitía a nuestros antepasados sobrevivir ataques, por ejemplo, de animales peligrosos y proteger al cuerpo de heridas que eran el resultado de dichos ataques. Sin embargo, mientras que estas reacciones eran absolutamente indispensables para nuestros antepasados, los mismos patrones de respuesta esencialmente se han mantenido sin variación hasta el día de hoy. Una discusión desagradable en el trabajo, por ejemplo, jamás llevaría a un ataque físico, pero nuestro cuerpo se prepara igual y, entre otras cosas, produce más glóbulos blancos anticipándose a las heridas. Esto, por supuesto, es innecesario. No sólo eso, sino que aunque estas reacciones son útiles para protegernos en el momento, y nos ayudan a estar más alertas para reaccionar mejor ante experiencias agresivas, las consecuencias de tantas respuestas con estrés también conllevan daños a largo plazo que afectan a nuestros músculos y células nerviosas y ocasionan enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer y Parkinson, y otras enfermedades inflamatorias.

Los daños causados por el estrés se revelan lentamente

Las consecuencias del estrés de provocar enfermedades pueden tomar años en desarrollarse. Esto no representaba un gran problema para los antiguos humanos, ya que sus vidas eran bastante más cortas que las nuestras. En el momento que se hubieran revelado los daños causados por el estrés, ellos ya no estaban vivos. Sin embargo, en las sociedades modernas, los humanos vivimos mucho más. Por lo tanto, las enfermedades asociadas con el estrés, especialmente en las personas mayores, pueden volverse un serio problema social y financiero. Durante las últimas dos décadas he desarrollado estrategias innovadoras para investigar las consecuencias de las experiencias traumáticas (estreses químicos e infecciosos) y he diseñado nuevas estrategias para combatir tales enfermedades.

Las respuestas de estrés dan como resultado proteínas modificadas

Mi trabajo ha demostrado que tanto en las neuronas del cerebro como en las células de la sangre, los eventos que procesan la información genética son vulnerables a cambiar en situaciones de estrés. No sólo eso, sino que hemos descubierto que tanto los defectos heredados como los adquiridos en las neuronas, contribuyen a tener susceptibilidades retrasadas en enfermedades relacionadas al estrés. En principio, las reacciones de estrés dependen de tres elementos principales: heredados, adquiridos y ambientales. La variación de la susceptibilidad al estrés puede por lo tanto estar en nuestros genes o reforzarse como resultado de una experiencia traumática o de estar expuestos a un ambiente contaminado, o una combinación de varias o todas a la vez. Estas consecuencias pueden ser altamente dañinas, afectar funciones que al parecer no estarían relacionadas (como el estudiar o la memoria, los ciclos del día o de la noche, fatiga muscular, inflamación) y durar toda la vida del individuo.

La degradación de la acetilcolina tiene mucho que ver

A través de los años, mi laboratorio aisló los genes que controlan la degradación de la acetilcolina en los humanos y hemos identificado ciertos cambios provocados por el estrés en las neuronas y en las células de la sangre. Para descubrir cuál es el papel fisiológico que juegan estos genes, usamos ratones que nos ayudaron a demostrar que la degradación demasiado rápida o demasiado lenta de la acetilcolina puede causar deterioro cognitivo, lo cual intensifica las reacciones de ansiedad y también se intensifica con ellas, creando un círculo vicioso. También descubrimos que esos ratones a los que les provocamos un exceso en la degradación de la acetilcolina sufrían de inflamación constante, lo cual demuestra el poder de la comunicación que existe entre el cerebro y el cuerpo para nuestro sistema inmunológico y que quienes traen pequeños cambios hereditarios en esos genes están en mayor riesgo de contraer Parkinson y Alzheimer. Por último, demostramos que los diferentes productos de estos genes pueden ya sea aumentar la progresión de la patología del cerebro en enfermedades como Alzheimer o Parkinson o protegernos de tales patologías, Y también pueden determinar nuestros prospectos de sobrevivir y recuperarnos de un accidente cerebrovascular isquémico. Podemos medir esos cambios con una sencilla prueba de sangre y con ello predecir los prospectos de recuperación del paciente.

La Dra. Hermona Soreq estará en México para la semana “Tres Expresiones”. Te invitamos a escucharla hablar sobre Parkinson y Alzheimer en el programa inaugural el domingo 30 de enero a las 11 a.m. en el auditorio del Museo Memoria y Tolerancia.

* Artículo traducido por Hellen Soriano, Directora de la Asociación Mexicana de Amigos de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Para mayores informes llama al 9150-2995.

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