AFP
La pequeña comunidad judía de Túnez, protegida bajo los regímenes de Bourguiba y Ben Alí, pero afectada por un atentado en 2002, se encuentra a la defensiva después de la caída del antiguo régimen en un país en el que aspira a vivir en armonía con el resto de la población, mayoritariamente musulmana.
Esta comunidad, que tiene unos 2.000 miembros, 1.500 de los cuales viven en Djerba (500 km al sur de Túnez), manifestó su preocupación al gobierno de transición después de los incidentes antisemitas registrados ante la gran sinagoga de Túnez el viernes pasado.
El gobierno condenó los actos de extremistas sobre todos los lugares de culto.
En ese día de comienzo del Shabbat, un grupo de hombres gritó ante la sinagoga: “Judíos, el ejército de Mahoma ha regresado”, según imágenes difundidas en internet.
Esos hombres pertenecen al movimiento islamista integrista El Tahrir (Libertad), “muy silencioso durante el régimen de Ben Alí, pero que ahora quiere sembrar el caos”, afirmó René Trabelsi, un responsable de la comunidad judía en Djerba.
“La situación en el país requiere vigilancia ,pues los grupos aprovechan el vacío de poder” , opinó el presidente de la comunidad judía de Túnez, Roger Bismuth, quien el sábado habló de este incidente con el primer ministro Mohamed Ghanuchi. El ministerio del Interior condenó el martes las consignas hostiles a las religiones.
Durante la ola de violencia que precedió a la caída del presidente Zine El Abidine Ben Alí, “una casa de culto judía integrada por una tumba, dos habitaciones y una pequeña cocina, fue incendiada” en El Hamma, a 20 km de Gabès, a principios de enero, señaló a la AFP el presidente de la comunidad judía de Djerba, Perez Trabelsi.
Según René Trabelsi, “no hay que ceder al pánico, hay quienes quieren crear el caos y golpear a las minorías más débiles, como los judíos”. Durante los incidentes del viernes ante la sinagoga, “los comerciantes tunecinos salieron para decir a esos hombres que dejaran de hacer estupideces”, agregó.
De acuerdo con él, la comunidad judía “siempre ha sido muy amada y protegida en Túnez, ya sea bajo el régimen de Bourguiba o de Ben Alí, e incluso durante los saqueos que siguieron a la caída de Ben Alí, vecinos árabes protegieron las casas de los judíos”.
En Djerba, la comunidad apuesta al futuro, sin ocultar su temor: “Nosotros somos sobre todo tunecinos, queremos vivir como todos los otros tunecinos”, declara Perez Trabelsi, quien también es presidente del comité de la Ghriba, la sinagoga más antigua de Africa, que tiene 2.500 años.
Bajo el sol, el guardián de la Ghriba, colocada bajo fuerte vigilancia policial, se desespera. “Como puede ver, no hay turistas, sólo los habitantes que vienen aquí para leer la Torá”, añade.
Esta sinagoga rodeada de olivares fue blanco de un atentado en abril de 2002 que dejó 21 muertos y fue reivindicado por Al Qaida.
El guardián del templo, Jadir, inicia una visita del lugar adornado de hermosas obras de carpintería, con paredes cubiertas de numerosas lozas coloreadas de azul, verde y ocre, y cuyas columnas azules sostienen el edificio. “Esperemos que los turistas regresen rápidamente”, afirma.
El peregrinaje a la Ghriba, previsto del 17 al 22 de mayo, se llevará a cabo, dice Perez Trabelsi. “Nosotros esperamos sobre todo gente de Francia e Israel”, explica.
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