No quiero ser mujer en Irán

MAY SAMRA EXCLUSIVA PARA ENLACE JUDIO

A Tom Gross, amigo y cómplice; a México, tierra de libertad

A mí me encanta el día (el mes) del amor y la amistad. Sé que es un festejo muy poco judío, pues su otro nombre es la San Valentín,siendo éste un mártir de la cristiandad. Sin embargo, me fascinan los corazones, que llenan las tiendas y los escaparates, el color rojo en todas partes, las expresiones de amor y de amistad recibidas de viva voce y por mail; me parece que, en medio del frío de febrero, es una celebración absolutamente necesaria para reconfortar el alma. Además, como lo dijera un rabino en un artículo publicado en Enlace Judío hace unos días, el amor es la mitzvá más grande del judaísmo.

Por ello, me duele oír que, en algunos países, esta celebración (por muy comercial y consumista que sea), se prohiba. Éste es el anuncio oficial que los medios estatales iraníes difundieron: “ El 14 de febrero, se prohiben los corazones, los medio corazones, las rosas rojas y todas las actividades que promueven este día. Las autoridades tomarán acción legal contra quienes ignoran dicha prohibición”.

Es así como la milicia iraní (que, unas horas antes, se ocupó de golpear sin piedad a la oposición que se manifestaba contra el régimen en las calles, arrestando a cientos de personas que, sin duda, no volveremos a ver) se dio a la tarea, el 14 de febrero, de monitorear restaurantes, cines y otros lugares públicos, buscando muestras de afecto entre parejas, y varias personas “culpables” fueron detenidas e interrogadas.

Por errores de la vida, y sin nunca haber pisado territorio persa, alguna vez fui de nacionalidad iraní. Por ello, a veces, me identifico con estas mujeres veladas que corren el riesgo, si se les escapa un mechón de pelo de la mascada, de ser desfiguradas con vidrio molido por sus congéneres de una fuerza especial dedicada a la moral. Hasta hoy, se ha prohibido en Irán la risa en los pasillos de los hospitales (nimodo, Patch Adams), el rock, las mujeres que tocan en grupos musicales, el barniz de uñas demasiado vistoso (???) y las recetas de comida “foránea” en los medios estatales.  Ah… y se me olvidaba: la socialización no autorizada entre sexos opuestos.

Y ésta es una “revolución” que se exporta: en Gaza, al “policía de la moralidad” no permite que naden las mujeres si no están cubiertas de pies a cabeza, ni que entren a cafés sin la benéfica compañía de un varón (entre otras nimiedades). Menos mal que estamos del otro lado del océano.

Así que, cada vez que veo “revoluciones”, pienso en las mujeres. Por favor, hermanas, pónganse “abusadas”, que nos ha costado sudor, sangre y lágrimas llegar a tener voz y, en algunos casos, voto.

Y poder festejar el día del amor en libertad, y con el barniz de uñas que elijamos.

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