El incombustible Shimon Peres tiene 87 años y como él mismo dice “no tenemos tiempo para perder con el pasado. Hay que mirar hacia el futuro”. Le acompaño en el avión de la compañía nacional El Al, en un viaje oficial a España que el mismo esperaba hace tiempo. “Los presidentes de Israel no necesitamos aviones privados. Mejor viajar con la gente normal”, dice al equipo que le rodea.
Muchas son mujeres jóvenes, que le asesoran, le apoyan y cuidan en su labor como jefe de estado. Yona, Efrat, Ofra, Ayelet, Meital , Shiri , son parte del equipo que le sigue 24 horas al día. Ninguna de ellas esconde su admiración sin límites por Peres y tienen la sensación que son parte de un equipo que acompaña al presidente de más peso, quizás el más respetado, de 62 años de historia de Israel. “Los israelíes no acostumbran expresar reverencia por ningún líder y dicen a menudo que los cementerios están llenos de gente irreemplazable, pero todos saben que el caso de Peres es diferente”, comenta una de ellas.
Cuando fue elegido presidente, su esposa Sonia de su misma edad, decidió no acompañarle a la residencia oficial a Jerusalén. Ella se quedó en el modesto apartamento de la familia, en el barrio de Ramat Aviv, al norte de Tel Aviv. Tras 60 años de vida en pareja Shimon y Sonia, que se habían conocido en el colegio interno del kibutz Ben Shemen, se separaron. “El presidente está muy solo”, afirmaban algunas revistas del corazón. Los sábados (shabat) sus hijos y nietos le visitan en Jerusalén, para acompañarle en sus únicos momentos libres.
En sus desplazamientos al extranjero su yerno el médico Rafi Valdan , casado con su hija Tzvia, sigue sus pasos a cada momento. “Tiene una salud de hierro, pero prefiero estar cerca, por si me necesita”, dice. Hace poco más de un mes, Peres recibió una dura noticia: a las 12.30 el guardaespaldas desplegado en la puerta de la casa informó que contrariamente a lo habitual, “la Sra. Sonia no ha recogido el periódico”. Los hijos acudieron y descubrieron que había fallecido mientras dormía. Peres fue inmediatamente informado y en los actos fúnebres no escondió su emoción. Después de la semana ritual judía de luto ( la llamada “shiva”) , Peres a pesar de estar más abatido, volvió al trabajo con toda la fuerza.
El lunes en el avión repasa sus discursos previstos en 3 días de estancia en Madrid, hasta el último momento y saluda a los pasajeros israelíes y españoles. España es un país que despierta en él gran interés personal. En cada entrevista que he tenido con él en los últimos 19 años me pregunta sobre temas políticos, culturales y sobre fútbol español, y muy especialmente sobre el Barça que sigue y admira profundamente. “Las estrellas del Barça pueden contribuir a la paz en Oriente Medio y a la juventud de la región más que muchos políticos”, dice Peres que lleva años apoyando ligas infantiles y juveniles de niños israelíes y palestinos.
A los 26 años ya era director general del ministerio de Defensa. Su carrera pública empezó cuando un día hacía autostop y el fundador de Israel y su protector David Ben Gurion le llevó en coche. Desde entonces no se separó del primer jefe de gobierno de Israel. Peres puede hablar horas de política mundial, del Nuevo Oriente Próximo, de nanotecnología, pero lo que más le hace brillar los ojos es recordar al estadista e intelectual Ben Gurion. De cómo leía sin parar, de cómo aprendió castellano leyendo a Cervantes, de cómo vivía en una pequeña cabaña en el kibutz de Sde Boker, en pleno desierto del Neguev, dando un ejemplo personal a la población a la que llamaba a poblar las arenas del desierto. Peres le cita y recuerda a menudo, pero sólo duda cuando le hablo de sentimientos. “¿Usted le quería? “. Mueve la cabeza, visiblemente incómodo y responde: “Mire, yo siempre le admiré profundamente, fue mi maestro y mi modelo, pero en esa época no teníamos tiempo para pensar en sentimientos. Era necesario crear y cimentar las bases del único Estado del pueblo judío…” Para él son días significativos.
Al fin goza de gran prestigio no solamente en el mundo, donde se le reconoce como gran estadista, sino entre su propio pueblo. Donde están los días en los que muchos le consideraban el gran conspirador de la política israelí, o en el que corría el (falso) rumor que “la madre de Peres era árabe” y que “su familia tiene acciones en la compañía de electrodomésticos Tadiran”. Él, que fue varias veces primer ministro, ministro de Defensa, de Exteriores y que prácticamente cumplió todos los cargos del Gobierno (hasta ministro de Correos), siempre fue visto con sospecha.
Aunque Israel le debe su poder nuclear, Peres nunca fue un militar en un país en el que parte de los jefes de gobierno más populares fueron héroes de guerra. Hace 3 años fue finalmente elegido por el Parlamento, presidente de Israel, o sea jefe de Estado, casi sin poderes reales, pero con gran influencia moral en la sociedad israelí. “Nosotros ya no somos solamente el pueblo del libro, sino que somos el pueblo del Facebook”, dice Peres. “Los jóvenes de Israel y de los países árabes, que ven todo lo que ocurre en el mundo, serán los responsables del cambio en nuestra región”. Joven o no, el presidente Peres también se ha sumado a Facebook.
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