ILAN ARDITTI
Solemos asociar ciertas canciones y ciertas músicas con eventos de nuestras vidas. Algunas canciones nos representan recuerdos especiales. Sin duda recordamos la canción que estaba sonando cuando fuimos a nuestro primer baile, las canciones que escuchamos en la primera cita, y las canciones que escuchábamos por la radio mientras manejábamos el primer auto. La música de los 70’s quizás sea el estilo más reconocible de cualquier época. Los artistas de aquellos tiempos nos proveyeron con numerosas canciones que amamos cantar y bailar. En aquella era, la mayoría de las bandas tocaban sus propios instrumentos sin necesidad de secuenciar partes de las composiciones.
La música en esa época se escuchaba en reproductores de ocho pistas en el auto, luego los cassettes adquirieron mucha popularidad. Los discos de vinilo eran quizás la forma más difundida de escuchar a nuestros artistas favoritos. Cada semana uno podía ir a la tienda de discos y llevarse el nuevo #1 en un disco de 45 r.p.m. por menos de $1 dólar.
Por supuesto que siempre estaba la radio (aunque no lo crean las estaciones más populares solían estar en AM). Existía una muy variada oferta de estilos para escuchar, incluyendo la música para niños de David Cassidy y la familia Patridge, el soft rock de Barry Manilow, las magnificas composiciones bailables de los Bee Gees y los Commodores, el rock de Aerosmith y Led Zeppelin, los vientos de Chicago o los ritmos Disco de Chic y Donna Summers.
La moda de los años 60 y 70 marcó un hito en la forma de vestir de hombres y mujeres, gracias a la creación de una época que estuvo marcada por ideales políticos y sociales. Incluso se produjo un cambio muy importante en la música de los años 70, que sigue inspirando a cientos de músicos de nuestros días.
En los 70’s el conflicto árabe-israelí y la etapa final de la guerra de Vietnam dominaron la mayor parte de la vida política de esta época. Los jóvenes pacifistas hippies trajeron consigo toda una forma de vida y de estilo que rápidamente fue trasladado a las canciones de la época. Se hacia música de muy buen nivel, tanto emocional, musical como técnico.
Pero atrás quedaron los tiempos en los que los melómanos buscaban discos de grupos independientes en pequeñas tiendas atendidas por “gurús” de la música. Desde la aparición del Internet, la industria del entretenimiento tuvo que adaptarse a nuevos modelos. Y tanto videos, como “singles” o discos enteros están ahora al alcance del usuario a golpe de clic.
Actualmente, el internauta consigue crearse una red propia dentro de la red de redes. Con sus diarios en forma de blogs se convierten en narradores de la actualidad (o de su actualidad). Y con enlaces, participación en foros, y salas de chats, consiguen crearse su grupo de amistades. Con espacios como Myspace, la música avanza rápidamente por Internet y con poco esfuerzo se transmiten videos de Youtube, MP3 de los hits del momento, películas o animaciones.
Todos y con esto me refiero a TODOS los que trabajamos en la industria de la música tuvimos que adaptarnos y comprender que las nuevas herramientas de la red pueden ser también usadas para el mercadeo y como soporte de ventas. La globalización es un fenómeno que beneficia a la música porque abre fronteras y permite explorar, conocer e interpretar nuevas combinaciones musicales. La apertura musical en este siglo lleva al compositor e intérprete a buscar nuevas formas de llamar la atención de su público,
Una red social, es decir, una web que facilita la comunicación entre sus usuarios es la clave del actual mercado de la música. Los músicos que desean dar a conocer sus talentos buscan tener comunicación directa con los fans a través de una web que facilita que se hagan amigos. En los últimos meses la popular red social de Internet Twitter ha redefinido a golpe de mensajes cortos la relación entre los famosos y sus seguidores. Twitter ha conseguido sortear, sin esfuerzo, las infranqueables barreras de seguridad que protegen la vida privada de artistas y políticos, de la presión del fenómeno “fan”, al establecer una vía de comunicación poco intrusiva. Tan sólo un texto de 140 caracteres como máximo separa el día a día de las mitificadas estrellas de la curiosidad del resto de la población mundial.
Los discos son ahora la publicidad para ir a un concierto. Te descargas la música de un grupo que no conoces antes de verlo en un festival. Las casas disqueras y los artistas se han tenido que adecuar a estos nuevos modelos de negocios que quizás en 30 años sean totalmente obsoletos.
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