Juntos venceremos
lunes 23 de diciembre de 2024

No te pierdas una palabra: discursos completos de la comida de la Comunidad judía mexicana con el Presidente

TRIBUNA ISRAELITA
1. Palabras de Elías Mussali Bissu durante la comida con miembros de la Comunidad Judía de México.

Ciudadano Felipe Calderón Hinojosa, Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; representantes de organizaciones y comunidades judías de México; señoras y señores, con mucha emoción y gran respeto, les saludo hoy en nombre de los jóvenes judeo-mexicanos.

Hace solo unas semanas ante las personas que me acompañaron en la celebración de mis 13 años, fecha ante la cual me comprometí a seguir las leyes del judaísmo, expresé mi agradecimiento hacia México, país que recibió a mis bisabuelos hace 100 años permitiéndoles disfrutar de libertad, trabajo y tolerancia religiosa para que ellos pudieran construir su futuro y el de las nuevas generaciones.

Hoy, reitero una vez más que me siento profundamente orgulloso de formar parte de un país con estas características y como mexicano presumir tantas cosas que México nos ofrece, su cultura, su historia, su gente y su deliciosa comida, porque a mí me ha permitido estudiar, estar al lado de mi familia y mis seres queridos y crecer y vivir como un niño judeo-mexicano sin ninguna dificultad.

En la escuela se me ha enseñado que según el libro Tratado de Principios, la ética judía basa al mundo en tres pilares, Toráh, Avodáh, Guemilut Jasadim, o sea, el estudio, el trabajo y las buenas acciones.

Señor Presidente.

Como hijo de esta Nación y en estos momentos voz de los niños de mi edad, quisiera pedirle que ningún niño mexicano se quede sin la posibilidad de estudiar, porque cada vez que veo a alguno de ellos en la calle pidiendo limosna, limpiando los parabrisas de los coches, o jugando al payaso para poder comer, mi corazón se entristece.

El segundo principio, el del trabajo, nos preocupa mucho, señor Presidente. Me imagino que cada vez que un niño llaga de la escuela y que se entera de que su mamá, o su papá, no encontraron trabajo, y que peligra la comida de cada día, y el techo de su casa, nos afligimos y nos angustiamos por no poder ayudar a nuestros padres, por esta razón, señor Presidente, le pido que ningún padre se quede sin trabajo, porque si lo tienen habrá menos inseguridad y mayores posibilidades de que los niños seamos más felices.

El tercer y último principio, el de las buenas acciones, nos permitirá ser hombres productivos y justos, y devolver, a nuestro querido México, como dijo Albert Einstein, el equivalente de todo aquello que hemos recibido, y con eso México podrá sobresalir y reflejar al mundo la imagen que merecemos.

Señor Presidente.

Espero que usted haya tomado en cuenta, que como jóvenes estamos comprometidos con nuestra Patria, y que queremos convertir nuestros deseos en acciones. Y yo, Elías, personalmente, me ofrezco a trabajar con usted, a ayudarlo en cualquier cosa que necesite.

Yo estaré a su lado apoyándolo, sólo llámeme, sí, llame ahora.

Señor Presidente.

Fue un honor para mí el que usted, y toda la concurrencia, me hayan escuchado.

Muchas gracias

2. Palabras pronunciadas por el Mtro. Rafael Zaga Kalach, Presidente del Comité Central de la Comunidad Judía de México en ocasión de la comida con el Presidente Felipe Calderón.

Muy buenas tardes tengan todos ustedes.

Como todos se dan cuenta, después del orador que tuvimos previamente, va a ser para mí muy difícil poder alcanzar a decir un mensaje con tanta claridad, como lo hizo Elías.

Señor Presidente de la República, licenciado Felipe Calderón Hinojosa; muy estimada licenciada Margarita Zavala; licenciado Juan José Sabines Guerrero, Gobernador Constitucional del Estado de Chiapas, a quien tuve el placer de conocer hace poco y observar su excelente trabajo.

Distinguida señora Isabel Aguilera de Sabines; licenciado José Francisco Blake Mora y su distinguida esposa, señora Gloria Cossío; señores integrantes del Gabinete; respetables funcionarios que nos acompañan.

Excelentísima señora Rodica Radian Gordon, Embajadora de Israel en México; presidentes y dirigentes de comunidades e instituciones de la Comunidad Judía de México; señoras y señores; amigos todos.

Señor Presidente:

Elaborando las palabras de hoy, recordé un encuentro que tuve con usted cuando aún era aspirante a la candidatura de su partido. En esa cena, en casa de un amigo mutuo, conversamos sobre un libro que tomaba la salida de Egipto del pueblo Judío como modelo de cualquier proceso de cambio, transiciones como la que México ha vivido en los últimos años.

Ahí, se describía la importancia de los líderes para navegar los embates de esa inestable fase y trazar el camino para, eventualmente, llegar a la tierra prometida.

Si recordamos ese proceso, todo comienza con el ideal, la convicción de que allá, del otro lado, estaremos mejor. Que dejaremos la esclavitud y alcanzaremos la prosperidad basada en una libertad verdadera.

Sin embargo, después de la euforia de la victoria inicial, cuando se rompen las cadenas, se abren los mares, se ganan elecciones, llegan los momentos difíciles. Los momentos de recorrer el desierto, los momentos de desesperación y cuestionamientos. Los momentos donde la nostalgia de un pasado romantizado contamina las aspiraciones del futuro.

Como todos recordamos, el pueblo de Israel, al desesperarse porque los cambios prometidos no llegaban como esperaban, maldicen su situación y se ponen a construir un becerro de oro, en violación de todos sus principios.

Esta historia, ilustra la dificultad de todo proceso de cambio, se dejan atrás pasados indeseables, pero conocidos, cuya atracción permanece latente. Por otro lado, no se llega a la Tierra Promedita sino hasta después de realizar reformas importantes que cortan de raíz los puentes al pasado, transformaciones que toman mucho tiempo, dedicación, perseverancia y, sobre todo, convicción.

Sus esfuerzos, señor Presidente han sido ejemplo de esta importante responsabilidad. Quisiera enfocarme en algunos de los retos que he enfrentado con fuerza, desafíos de particular relevancia para la Comunidad Judía y por los cuales mantenemos nuestro compromiso de trabajar a su lado como ciudadanos mexicanos.

Éstos son: la búsqueda de un crecimiento económico estable, la lucha por una justicia social digna, el fin de la inseguridad que nos acecha y el continuo fortalecimiento de nuestra democracia.

Durante más de una década hemos gozado de estabilidad económica, sin duda, este es un logro importante, pero el crecimiento económico aún no es el deseado, el paso fundamental para lograrlo se centra en construir certidumbre a través de reglas claras y transparentes, universalmente aplicables, que promuevan la competencia, faciliten la apertura de negocios y combatan la informalidad.

Creemos firmemente que sólo una economía de mercado fuerte, competitiva y antimonopólica podrá crear la riqueza y los empleos que requerimos.

Para poner nuestro granito de arena, consideramos que un espacio potencial es el Tratado de Libre Comercio entre México e Israel, un proyecto emblemático para nuestra comunidad. Israel es hoy en día el mayor impulsor tecnológico per cápita del mundo, sus avances en campos como la agroindustria, la medicina, la computación y la alta tecnología son impresionantes.

Asimismo, muchos productos mexicanos tienen grandes posibilidades de exportarse a Israel donde a pesar de ser un mercado pequeño en número es altamente consumidor.

Debemos impulsar más el uso de este Tratado como herramienta para fortalecer los lazos entre ambos países y fomentar un mayor intercambio comercial. Para ello, cuente con nuestro decidido apoyo para generar una mayor sinergia entre los dos pueblos en beneficio de las familias de ambos países.

El crecimiento económico es sin duda, clave para la generación de empleos dignos. Sin embargo, no basta crecer y crear riqueza. Hay que mitigar desigualdades y trabajar por la igualación de oportunidades.

Como vimos reflejado en las palabras de Elías, al comienzo de este evento, la lucha por la justicia social es algo muy apegado al corazón del pueblo judío. Es un principio que nace de nuestros valores, pero que además ha sido reforzado por nuestra historia, la cual nos ha enseñado que el bienestar de una sociedad, se refleja en la protección y el respeto del más vulnerable.

La Comunidad Judía de México, es orgullosa portadora de esta herencia, y desde este foro, reitero nuestro compromiso para trabajar intensamente por forjar un México más incluyente y más justo.

En términos concretos, consideramos que la universalización de derechos y la provisión de servicios de educación, salud y protección social de calidad para toda la población, es una responsabilidad que no podemos olvidar.

Es aquí, donde quisiera felicitarlo, señor Presidente, por su impulso a políticas de Estado, como el Seguro Popular, cuyo espíritu demuestra su enorme compromiso con la equidad y la instrumentación de un derecho tan importante, como el acceso a servicios de salud. Nos enorgullece que Salomón Chertorivski, un ejemplar miembro de nuestra Comunidad, que hoy nos acompaña, sea la persona encargada de este programa en su calidad de Comisionado Nacional de Protección Social en Salud.

Muchísimas gracias.

Ahora, ni el crecimiento económico, ni las mejoras en materia de igualdad son posibles en un clima de inseguridad y violencia.

Conscientes de que existe un gran debate público sobre las causas de esta violencia, estamos seguros que usted analiza día con día las mejores estrategias para enfrentar este cáncer.

Por ello, hacemos un gran reconocimiento a la lucha que usted y nuestras instituciones libran contra el flagelo del crimen organizado.

No obstante, consideramos que cualquier estrategia exitosa debe basarse en tres principios importantes.

El primero. Es que en una democracia, el monopolio de la fuerza recae exclusivamente en el Estado. Con el objeto de fortalecer y profesionalizar esta función, apoyamos decididamente la creación de mandos únicos estatales.

Segundo. Estamos conscientes de que la tarea requiere del apoyo de la sociedad, en especial, de la generación de una cultura de la denuncia para combatir la impunidad.

En ese sentido, nuestra Comunidad ha sido de las pioneras en la materia. Desde hace más de 12 años hemos promovido que los integrantes de nuestra comunidad denuncien cuando son objetos de un delito.

Tercero y último. Es imprescindible reconocer que el verdadero guardián de la seguridad pública es el respeto a la ley. Esto sólo se siembra cuando existe la certidumbre de que quien la infrinja, será castigado.

El reto a vencer es la terrible impunidad, el hecho increíble de que en México sólo se castigan cinco de cada 100 delitos que se cometen.

La Comunidad Judía lo acompaña en su gran lucha por establecer un verdadero Estado de Derecho, con instituciones transparentes y efectivas.

Finalmente. Queda el imperativo de continuar nuestro fortalecimiento democrático, a través de reformas políticas de fondo, que rompan los puentes con el pasado. Reformas por las que su Gobierno ha luchado sin temeridad.

Sin embargo, a pesar de su voluntad y su esfuerzo, el hecho es que importantes reformas, entre ellas las del Estado, la Fiscal y la Laboral, no han sido posibles.

El país ha cambiado dramáticamente en la última generación y nuestras leyes no se han adaptado con el mismo ritmo. Sin reformas de fondo, sin una democracia efectiva, será más difícil avanzar en materia de crecimiento económico, justicia social y seguridad.

Entendemos que con elecciones cada año, las cuales nos tienen en un perpetuo estado de competencia partidista, se obstaculizan los cambios. Aún así, le pedimos respetuosamente a usted y a todas las fuerzas políticas del país a que no cesen en la búsqueda de acuerdos.

No nos podemos dar el lujo de que los procesos electorales pongan en riesgo a las instituciones democráticas y políticas de largo plazo que tanto requiere el país.

Por último. Quisiera concluir recordando que en el judaísmo existe un precepto básico que en hebrero se dice: Tikún Olam, y significa reparar al mundo. Es una frase aspiracional, de utopía, de sueño, que nos exige y mantiene trabajando por alcanzar una sociedad más justa y equitativa.

Que este llamado a hacer Tikún Olam nos sirva de inspiración para que nosotros, todos los ciudadanos reforcemos nuestro sentimiento de comunidad mexicana y seamos responsables unos a los otros, trabajando hombro con hombro por un país más democrático, seguro, justo y próspero.

Muchas gracias.

3. Palabras del Presidente Felipe Calderón Hinojosa durante la comida con miembros de la Comunidad Judía de México.

Muy buenas tardes, amigas y amigos.

Maestro Rafael Zaga, Presidente del Comité Central de la Comunidad Judía en México.

Licenciado Juan Sabines Guerrero, Gobernador del Estado de Chiapas.

Señora de Sabines.

Señor Benjamín Speckman, Presidente del Consejo Directivo del Centro Deportivo Israelita. Muchas gracias por sus palabras.

Señor Simón Salame, Presidente de la Comunidad Monte Sinaí.

Señor Samuel Geller, Presidente de la Comunidad Ashkenazi.

Señor Salomón Achar, Presidente de la Comunidad Maguen David.

Señor Carlos Sandoval, Presidente de la Comunidad Sefaradí.

Ingeniero Nahum Gorodzinsky, Presidente de la Comunidad de Bet el.

Muy estimado Elías Mussali.

Distinguida Embajadora de Israel en México.

Honorables integrantes de la Mesa de Honor.

Querida Margarita.

Distinguidos invitados especiales.

Amigas y amigos, de la Comunidad, o las comunidades judías en México, como ha dicho Elías.

Bóker Tóv. Si me lo permiten. Para mí es un gusto siempre reunirme con ustedes, pero quisiera pedirles nada más, que pueda hacer yo una referencia, antes que nada, a nombre del pueblo de México, para expresar nuevamente nuestro dolor, nuestra preocupación y nuestra solidaridad con el pueblo y Gobierno japonés, por el desastre natural que inició el viernes pasado, y que sigue, desde luego sufriendo este querido pueblo.

A México y a Japón los une una amistad de cuatro siglos. Hemos ofrecido nuestro apoyo al pueblo Japonés.

Hemos enviado una misión personal de rescate y equipo especializado; y estamos, desde luego, en contacto con la comunidad japonesa también en México.

Así que, quiero reiterar, a nombre del pueblo y el Gobierno de México, nuestra solidaridad. Y también expresar que estamos trabajando de manera importante para que, si en algo podemos ayudar, lo podamos hacer.

Dicho esto, quiero volver al tema de nuestra reunión. Siempre para mí es un gran gusto participar con ustedes en éstas y otro tipo de reuniones. Estar con una de las comunidades más respetadas, más importantes de nuestro país; descendientes, además, de un pueblo que ha dado muchos de los más grandes mujeres y hombres de la humanidad. Elías citaba, precisamente, a Einstein, y desde Maimónides, Newton, Spinoza, Kafka, Freud, Chagall. En fin. Sólo por mencionar algunos, de una lista que es muy larga.

Sé también, y conozco perfectamente, que sus abuelos procedieron de Europa, del Mediterráneo, algunos de Asia. Sé que adoptaron con cariño a esta tierra como su hogar, hace casi 100 años. Y me comentaba Rafael que se preparan, y yo diría nos preparamos, para las conmemoraciones del Centenario de la primera Comunidad Judía en México, fundada en junio de 1912.

Y desde entonces, los hijos, los nietos, los hermanos, los biznietos, han construido y han construido para bien en México. Han construido con profundo amor en las ciencias, en las artes, en la cultura, en la industria mexicanas.

Y la Nación entera les da las gracias a sus hijos de la Comunidad Judía. Así que transmitan a sus familiares, a todos ellos, a quienes no están aquí, un shalom de parte del Presidente de la República, con nuestro mayor deseo de armonía y perfección para todos ustedes.

Recordaba, y cómo no, aquella cena que tuvimos con Rafael Zaga y otros distinguidos integrantes de la Comunidad hace ya muchos años. Han de haber sido como seis o siete años ya. Y efectivamente, esa referencia al liderazgo y lo que había implicado, precisamente, como proceso de cambio histórico y de la humanidad, la liberación del pueblo de Israel, del yugo del faraón.

Era, precisamente, la gran lección de cómo era posible enfrentar adversidades, resistencias al cambio, desilusión, incluso desesperanza, al ver que esos cambios no llegan tan rápido o no llegan de la manera como quizá se hubieran imaginado.

Efectivamente, también sorprende, desde luego, y es una metáfora importante, por lo menos para mí me resulta muy ilustrativa la que acaba de citar Rafael, cómo efectivamente, después de haber sido liberados, liberado el pueblo de Egipto y después de haber sido salvado en el Mar Rojo, y después de haber sido alimentado durante años, aún después de todo eso, después de la euforia de la victoria inicial, como dice él, se puede comenzar a sentir la nostalgia por el yugo del faraón y, finalmente, adorar el becerro de oro.

Por eso, creo que a todos nos reta y nos desafía el poder seguir pensando y avanzando en la tierra prometida, que yo diría que es, a final de cuentas, el México que todos queremos ver. Un México que sea a la medida de lo que nuestra gente merece. Un México que sea justo, un México que sea libre; un México que sea seguro; que sea democrático, por supuesto, plural. Un México que sea equitativo; un México que sea limpio, armónico con el medio ambiente. En fin.

Yo estoy seguro, amigas y amigos, que ese México vendrá. Pero también sé que en su construcción y en su desarrollo se tiene que hacer un gran esfuerzo y un gran esfuerzo colectivo, que, pienso, lo estamos haciendo todos los mexicanos y, en primerísimo lugar, quienes integran la Comunidad Judía de México.

Y quiero decirles que, precisamente, de ese gran esfuerzo, a pesar de los problemas, las adversidades que todos conocemos, también hay que decir que afortunadamente hoy podemos advertir ya algunos síntomas, algunas cosas, algunos rasgos que nos permiten vislumbrar un futuro mejor.

Hace muy poco, en alguna ocasión que estaba reunido con ustedes, estábamos justo en medio de lo peor de la crisis económica, de la peor crisis económica, por cierto, que se haya registrado en el mundo en las últimas décadas.

En 2009, concretamente, México sufría aún más y sufría intensamente. Una caída económica y, para colmo, sufríamos también el impacto de salud, pero también económico y social de la influenza A/H1N1 en el mismo año.

Y yo recordaba también la segunda peor sequía que hubiera tenido el país en 60 años. Y también, obviamente, el embate de la violencia de los criminales. Y también, visto sobre todo desde el Gobierno, la caída más severa en la producción de petróleo que haya tenido el país.

Y, sin embargo, nunca perdí esa, no sólo la esperanza, sino la certeza de que saldríamos adelante, de que seguiríamos adelante y de que México vería muchos, muchos mejores días, como estoy seguro los veremos en el futuro y como los estamos viendo, incluso, ahora mismo.

Concretamente, en el tema económico. En el 2010 crecimos muy por encima de las expectativas. Todavía a principios del año pasado los expertos decían que la economía mexicana crecería más o menos 2.5 o 3 por ciento.

Finalmente, terminamos creciendo 5.5 por ciento, que se dice rápido, pero es la tasa de crecimiento más alta para México en 10 años, y la tercera más alta para México en 29 años, prácticamente en tres décadas.

Eso permitió, además, que México comenzara a recuperarse vigorosamente. Todavía esta mañana se dio a conocer la tasa de crecimiento de la producción industrial. Para enero, se esperaba más o menos un cuatro y pico por ciento de crecimiento de producción industrial, la producción industrial creció otra vez por encima del 6 por ciento para enero.

Qué es, amigas y amigos, lo que permitió que pasáramos de un escenario muy difícil y desalentador a un horizonte mejor. Varias cosas, pero básicamente. Varias cosas, entre ellas dos. Primero, que durante la crisis tomamos las medidas que había que tomar, medidas difíciles para mantener nuestra economía en marcha, sin comprometer la estabilidad, sin comprometer la fortaleza de las variables económicas de México.

Y segundo. Que, gracias a ello, por ejemplo, hemos abatido, en una buena manera, varios de los problemas recurrentes en México. Uno, por ejemplo, la inflación.

En lo que va de esta Administración ha sido de 4.6 por ciento, que es la más baja en siete sexenios, en promedio. Y, a pesar, incluso, de que ahora mismo en el mundo los precios de muchos productos básicos, los commodities, por ejemplo, están subiendo de manera significativa, se han incrementado recientemente a causa de presiones internacionales, eso no tiene punto de comparación con los niveles, con los que llegaron a aumentar hasta 400 por ciento en la década de los 90 o lo que sucedió en los 80, cuando la inflación llegó a ser casi de tres dígitos en el país, en un año, y los precios de algunos productos, en subir casi 15 mil por ciento.

Hoy la inflación, a pesar de esta circunstancia, la de enero también se registró en 3.57, que eso permite, precisamente, evitar el deterioro del poder adquisitivo de la gente.

Y hoy, con el trabajo de ustedes y de muchos millones de mexicanos, que todos los días salen a trabajar, a abrir la cortina de su negocio, a su empresa, para sacar adelante a su familia, así también, estamos sacando adelante a nuestro país.

Hoy también, por ejemplo, a pesar de los vaivenes internacionales y de las finanzas internacionales, tenemos grandes fortalezas en el país. Una, por ejemplo, son las reservas internacionales, que tradicionalmente eran un recurrente motivo de preocupación. Veíamos las reservas como viendo en qué momento tronaba una nueva crisis económica, una nueva devaluación, por ejemplo.

Hoy se publicó el dato de reservas internacionales. Son casi 122 mil millones de dólares de reservas internacionales, que es más de dos veces la deuda externa del Gobierno Federal. Recuerdan ustedes que antes se calculaba cuántos meses de deuda podíamos pagar de servicio con las reservas, ahora es más del doble del total de la deuda.

Hay una estabilidad económica que se ha venido construyendo a lo largo de varias Administraciones. Hoy nuestro país tiene datos de mucha mayor competitividad, por ejemplo. En el Doing Business Index del Banco Mundial, cuando yo entré a la Presidencia de la República ocupábamos el lugar número 73 en oportunidades de negocio, de acuerdo con el Banco Mundial.

Hoy ocupamos el lugar número 35, y México ya está por delante de todos los países de América Latina. Está por delante, incluso, de los BRIC: de Brasil, Rusia, India, China, precisamente, en el índice del Banco Mundial.

En términos de manufacturas hacia Estados Unidos, México se registra ya entre los países más competitivos, el más competitivo en términos de costos, para producirlos. Y se ha avanzado, también, en cuanto a destino de inversión en diversos rangos.

Un integrante brillante de esta Comunidad, el doctor Luis Rubio, por ejemplo, ha señalado que México se ha convertido en esta década en una sociedad mayoritariamente de clase media.

No sé si han tenido oportunidad de leer este libro de Luis Rubio y Luis de la Calle, lo recomiendo ampliamente, pero esta visión, además, la están corroborando los datos del Censo que se acaba de dar a conocer la semana pasada. Tal vez no han recibido una atención suficiente, pero hay muchas cosas destacables.

Por ejemplo, hoy hay una televisión, hay un televisor en nueve de cada 10 hogares mexicanos, 92.6 por ciento; hay un refrigerador en ocho de cada 10, 82.1; una lavadora y un teléfono celular en seis de cada 10 hogares; y una de cada dos familias en México tiene un automóvil.

El Censo refleja que hay una imagen positiva de México, que muchas veces a nosotros mismos nos resulta difícil, o nos resistimos a reconocer. Pero Luis ha comentado que este tema, antiguo como la humanidad misma, de ver el vaso medio vacío, o el vaso medio lleno.

En lo personal, amigas y amigos, yo creo que no pretendemos ni podemos perder de vista nuestros retos y nuestros problemas, pero también creo que es injusto no apreciar lo que los mexicanos, con mucho esfuerzo y con mucho sacrificio, hemos construido, y el porvenir de progreso que, estoy seguro, habremos de alcanzar si seguimos dando nuestro mayor esfuerzo.

Se trata de un esfuerzo nacional en el que los integrantes de la Comunidad Judía y todos los mexicanos estemos unidos, fortaleciendo nuestra economía, fortaleciendo las condiciones de vida social, fortaleciendo las oportunidades de desarrollo para la gente.

A mí me llama mucho la atención el mensaje de Elías, que además fue brillante. La verdad es que, es un gran talento, felicidades por tu Bar Mitzvah, pero yo creo que estos jóvenes, que destacan así, siempre tienen algo, todos en general, además, algo que enseñarnos.

Agradezco mucho, además, lo que nos has enseñado, a mí en lo personal, por lo menos, esta mañana. Y déjame tratar de construir un poco en los principios que tú has señalado.

Primero. El Principio de Toráh, del estudio. Coincido contigo. Ojalá todos los niños tuvieran oportunidad de ir a la escuela. Aunque sí, hay una cosa, Elías, amigas y amigos, que ha pasado recientemente. En 2010, hemos hecho siempre y desde hace décadas un esfuerzo muy importante en materia de educación.

Por cierto, en el Censo salió el promedio escolar de México y el promedio escolar ya está arriba de los ocho años de estudio; es decir, más o menos segundo de secundaria, lo cual es algo importante para la vida del país.

Pero también, pensando en esos niños, hay una cosa importante que yo les quiero compartir. El año pasado, 2010, es la primera vez que en México tenemos cobertura total, cobertura universal en educación primaria. Es decir, todos los niños de México, numéricamente por lo menos, todos los niños en edad de asistir a una escuela primaria, tienen hoy, finalmente, un espacio en el sistema educativo mexicano. Hoy tenemos escuela para todos los niños en primaria.

No es, ciertamente, lo mismo a otros niveles y todavía tenemos un enorme esfuerzo que hacer, pero hoy finalmente se están dando siete millones de becas a jóvenes y a niños en el país.

El reto, por ejemplo, es muy fuerte en materia de preparatoria o bachillerato. Ahí, sin embargo, por ejemplo, en el año 2000, todavía, la cobertura en edad de educación media superior era de más o menos 45 por ciento. Es decir, menos de la mitad de jóvenes podían llegar a la escuela, al bachillerato o a la prepa.

Hoy, hemos creado, por ejemplo, en cuatro años hemos fundado más de 800 nuevas preparatorias en el país, sobre todo, preparatorias técnicas. Y hemos creado también 90 universidades nuevas, de educación superior, y hemos ampliado 47 universidades existentes, a través de campus, nuevas facultades, nuevas aulas, etcétera.

Esto qué significa en materia de educación, amigas y amigos.

Primero. Que en materia en primaria ya tenemos cobertura total, el 100 por ciento de cobertura. En bachillerato, pasamos del 45 por ciento, al 66 por ciento el año pasado. Y con un factor, además adicional, como va subiendo la población de los jóvenes que llegan a la edad de estudiar prepa o universidad, la presión es al revés. Es decir, si uno deja el mismo número de escuelas, la cobertura baja, pero ha sido tal el esfuerzo que hemos hecho, que cuando yo me reuní con los rectores de todo el país, siendo ya candidato a la Presidencia de la República, llegamos a un compromiso. Había una cobertura universitaria del 24 por ciento, y nos hicieron firmar a los candidatos, y yo lo hice con gusto, un compromiso para terminar nuestra Administración con el 30 por ciento de cobertura universitaria. Y las cosas están así: No vamos a llegar en el 2012 al 30 por ciento. Llegamos al 30 por ciento el año pasado, en el 2010. Y vamos mucho más adelante en materia educativa.

En materia de salud, por ejemplo, gracias al esfuerzo que estamos haciendo todos los mexicanos, porque finalmente es, ahora sí que lana de todos; a que hemos cuadruplicado el presupuesto en materia de Seguro Popular en cuatro años, por ejemplo, ya se ha mencionado la excelente labor que está haciendo Salomón en este frente, hemos podido, amigas y amigos, subir también la cobertura.

En el 2000, por ejemplo, había con algún sistema de seguridad social, 45 millones de mexicanos que tenían, de alguna manera, derecho a tener cobertura pública de seguridad.

En estos cuatro años, por ejemplo, hemos construido más de mil hospitales o clínicas nuevas totalmente en el país. Y hemos reconstruido o ampliado casi dos mil más, con lo cual hemos subido la cobertura en materia de salud, de 45 millones en el año 2000, a 94 millones cerrando el año 2010.

Y a este ritmo, amigas y amigos, vamos a llegar a una parte que si nos es, sería muy presuntuoso decir que es de la tierra prometida, sí es algo del país que queremos. Y es que llegaremos, estoy convencido de que alcanzaremos, antes de que yo termine la Presidencia, a que en materia de salud vamos a lograr cobertura universal; es decir, médico, medicinas, hospital y tratamiento para cualquier mexicana o cualquier mexicano que lo necesite.

Y, además, hay cosas muy significativas para mí. Por ejemplo, hace dos años decretamos que el Seguro Popular cubriría los gastos de los niños con cáncer en el país, hasta los 18 años. Y que ésta es una medida de política pública que le pensamos, porque sí cuesta mucho dinero, pero que la hicimos y la hicimos con gusto.

Y que trae, además, cosas que son satisfacciones personales, no personales, sino del país, pienso, que vale la pena comentar. Antes de que tomáramos la medida, por ejemplo, niños con leucemia, morían siete de cada 10 niños con leucemia en el país.

Menos de dos años después, después de que el Seguro Popular empezó a cubrir estos tratamientos, se invirtió la proporción, y hoy, afortunadamente, siete de cada 10 niños con leucemia sobreviven y se curan a este cáncer. Y eso cambia la vida de los niños, y eso cambia la vida de los padres. Y eso también, amigas y amigos, más allá del número de niños que podamos atender, también cambia la esperanza en nuestro país.

Hay otras cosas que vale la pena compartir, y siguiendo la enseñanza de Elías, hablaré también de Avodáh, y porque es una de las grandes preocupaciones que tenemos.

Cuando tuvimos la crisis económica, perdimos empleos, como se pierden en las crisis económicas, por desgracia. La verdad, es que fue un golpe muy severo a nuestra economía. Pero los mayores recordarán que no es la primera crisis económica de esa magnitud en México, aunque sí la primera de esa magnitud que no se hace por causas de nosotros mismos, sino que viene, precisamente, de una crisis internacional.

Y en el 95, con una crisis semejante en su tamaño, se perdieron uno de cada 10 empleos formales en México; es decir, 10 de cada 100. En el 2009, aún con la crisis que tuvimos, se perdieron dos de cada 100. Y no sólo eso. Los hemos empezado a recuperar.

El año pasado con empleo formal. Qué significa empleo formal, amigos. No las encuestas de desempleo, que también, por cierto, reflejan una tasa relativamente baja, en proporción a otros países equivalentes de México, 5.47 por ciento, sino cifras formales; es decir, empleos pagados por el empleador al Seguro Social, cuota obrero-patronal, ustedes saben bien lo que significa eso. Empleos pagados en México, netos; es decir, ya descontadas las bajas de los nuevos empleos, el total de nuevos empleos formales en el país, el año pasado, fue de 852 mil nuevos empleos formales, que es la cifra más alta de empleo que se tenga registro en el país.

Falta mucho por hacer, por supuesto. Falta mucho por ampliar esas oportunidades. Falta mucho de que, con esto quizá cubrimos jóvenes que llegan a la edad de trabajar, pero tenemos un rezago enorme, que se ha venido acumulando por años en México, pero creo que tenemos que seguir generando tasas altas de crecimiento y nuevas oportunidades de empleo para todos.

Hoy estas oportunidades se pueden generar. Por ejemplo, con estos jóvenes, que hoy estudian la prepa, o la universidad. Un dato muy importante, amigas y amigos. Hoy, en México se están graduando, cada año, 90 mil ingenieros o técnicos. Es decir, más ingenieros o técnicos, por primera vez, que en Alemania, en Canadá, o en Brasil. Y eso qué está generando.

Está generando, por ejemplo, un gran activo para la industria en México, en especial para las manufacturas. Jóvenes ingenieros o técnicos diestros, abusados, trabajadores, que le están dando una gran competitividad al país. Y por eso, industrias como electrónica, o aeroespacial, por ejemplo, México es el país que más inversión de empresas aeronáuticas está recibiendo ya; o la industria automotriz, que siempre ha sido muy buena, el año pasado creció la producción más del 50 por ciento. En todo eso se está siendo verdaderamente eficaz.

Tenemos, desde luego, amigas y amigos, un tema medular que nos preocupa a todos, que lo comentamos mucho con la Comunidad Judía, y que es el tema de la seguridad.

Y en eso, amigas y amigos, en eso no podemos, ni debemos, ni vamos a desistir. Por qué razón.

Porque queremos un México seguro. Porque queremos un México donde podamos vivir en paz, donde podamos trabajar en paz, donde podamos convivir en paz. Y, por eso, amigos, estamos trabajando todos los días, todos los días, precisamente, para que superemos esta adversidad. Si hay algo que debe quedar bien claro, es que podemos ni vamos a cederles terreno a los criminales, que el primer deber del Estado y así lo he asumido, es, precisamente, el deber de combatirlos.

Y que, precisamente, estoy convencido de que en la medida en que los enfrentemos, en esa misma medida resolveremos nuestros problemas.

Yo básicamente entiendo esta estrategia en tres grandes vertientes:

Una. La de contener y enfrentar a los criminales.

Dos. La más importante, o más importante que la primera. La de construir una nueva institucionalidad en México.

Y la tercera. Es, todavía más importante, que tengamos una sociedad con valores y con oportunidades que desde el ámbito social permita, precisamente, que mengüe el esfuerzo o las posibilidades destructivas de la delincuencia.

Qué estamos haciendo en lo primero.

Primero. Combatir a la delincuencia, porque había esta idea de que lo mejor era no meterse con la delincuencia. Porque es una idea que todavía deambula por ahí, que lo mejor era cerrar los ojos y que el Presidente mejor hiciera como que no se enterara y que evitara que las cosas, precisamente, se pensaran, porque qué iban a decir los señores.

No hay otra alternativa en este terreno, amigas y amigos. Y déjenme decirles que a veces mi percepción es que me siento como el inquilino que llega a una casa y que se da cuenta que la casa tiene termitas o tiene cucarachas, y que lo hizo en el momento que iba a cambiar la alfombra y descubrió que eso estaba lleno de cucarachas. Y lo que hay que hacer es limpiar la casa. Y punto.

No puede volverse a poner así, simplemente, la alfombra, porque eso no resuelve el problema. O me siento, por ejemplo, como un médico que llega nuevo a un pueblo y llega un paciente y le dice: Oiga doctor, fíjese, qué bueno que llegó, porque tengo un dolorcito aquí, en el estómago, que yo siempre me lo curaba con un té de manzanilla, buenísimo, pero ya no tanto. Pero, a ver qué tiene. Y lo ve el médico, y le dice: Sabe qué, usted, estoy muy preocupado, probablemente tenga algo más serio. A ver, le voy a tomar una radiografía. Para qué.

Oiga, usted tiene tumor ahí donde le duele y se lo voy a tener que sacar. Y tenemos que ver si ese tumor es, además, benigno o maligno. Entonces, el doctor llega, abre, opera, saca el tumor y se da cuenta que ese tumor es canceroso. Y le dice al paciente: Usted tiene cáncer. Yo creo que debió haber venido antes a una consulta profesional; pero mire, vamos a luchar y lo vamos a sanar.

Pero ya le extirpé el tumor y ahora va a tener que venir a radioterapia, y ahora va a tener que venir a quimioterapia. Y el señor, efectivamente, va y recibe radioterapia y quimioterapia. Y luego, cuando está débil y empieza a perder el pelo, y cuando siente el terrible padecimiento del tratamiento, dice: No, si estábamos mejor antes de que usted llegara, doctor. Yo antes de que usted llegara tenía pelo, estaba fuerte y no me dolía más que a veces el estómago.

La verdad, amigas y amigos, cuando se enfrenta el problema y cuando se ve la magnitud del problema, lo que queda es enfrentarlo y curarlo, con todos los costos asociados a enfrentar a un problema.

Y por esa razón, amigas y amigos, viendo el poder de los criminales, que por temor, por complicidad, por corrupción, por desconocimiento, por lo que quieran, por lo que quieran, se estaban prácticamente apoderando de muchas zonas o pueblos, o regiones del país, lo que sigue es enfrentarlos; y decirles: No, señores, aquí no mandan ustedes. Aquí manda la autoridad del Estado mexicano. Y para hacer valer la autoridad del Estado mexicano, se va a emplear toda la fuerza del Estado mexicano.

Y toda la fuerza implica toda. Es decir, la Policía Federal y una nueva Policía Federal; e implica las Fuerzas Armadas, también, en su tarea de preservar la seguridad interior. Si hay algo que amenaza la seguridad interior es, precisamente, la fuerza que habían adquirido los criminales.

Esta parte ha sido dura, pero es necesario seguirla haciendo hasta que prevalezca, precisamente, la autoridad de los mexicanos y la ley de nosotros, y no la ley de los criminales.

Hay algunos datos e indicadores que me parecen relevantes. Por ejemplo, en 2009, publicamos a través de la Procuraduría General de la República una lista de los, ahora sí que de los más buscados, la lista de los 37 criminales, de todos los cárteles, más peligrosos del país.

Y en menos de dos años, sobre todo, el 2010, un año en ese sentido muy eficaz, en menos de dos años, 20 de los 37 criminales han sido capturados o han sido abatidos en el momento en que se resistían al arresto, 20 de 37. Y, por supuesto, que esto no va a quedar aquí. Vamos a seguir adelante hasta poner bien clara la señal de que aquí mandan los mexicanos, y no los criminales.

El segundo paso es construir, y no digo sucesivo, todos tienen que ser simultáneos, es construir una nueva institucionalidad.

Qué día vamos a tener las condiciones de seguridad que queremos.

El día en que la policía que se encarga o se debe encargar de nuestra seguridad, verdaderamente exista, verdaderamente sea confiable y verdaderamente sea eficaz. Porque eso no está ocurriendo ahora. Al contrario, muchos de los casos que afectan a los ciudadanos tienen que ver con complicidad policiaca.

Por qué.

Porque hay una penetración, precisamente, criminal en estos temas. Por ejemplo, en el caso del homicidio del ex Gobernador de Colima, por las evidencias que hemos recopilado, fue un homicidio perpetrado por policías en activo del Estado de Colima. Y hay muchos casos que, incluso, no quisiera comentar aquí, pero hay, evidentemente.

Cuántos casos de secuestro vemos donde está presente la participación de ex policías o policías en activo, que son los que pasan información o son los que advierten si hay una denuncia o son los que informan cuáles son los avances del caso.

Tenemos que limpiar las policías. Tenemos que limpiar las policías, porque esa es la clave de que podamos contar con una institucionalidad fuerte. Yo les aseguro, amigas y amigos, que el día en que en México haya 32 policías estatales, confiables, eficaces, bien pagadas y bien armadas, ese día cambiará categóricamente la situación de inseguridad en México.

Y mientras, hay que seguirlos combatiendo, y no sólo los criminales, o los narcotraficantes, yo insisto en este punto. No se trata de una guerra contra el narcotráfico, como señalan, prefiero yo usar el término lucha por la seguridad, porque no es un tema de narcotráfico, no pretendemos erradicar el consumo o la distribución de drogas en el mundo, porque eso es impensable. Aparte, es un delito donde la víctima, además, tiene una participación activa en el delito. Pero lo que sí tenemos que erradicar, es la violencia asociada a esos criminales, y la afectación que están haciendo en la vida de la gente.

Por qué la están haciendo. Porque antes, como sólo trataban de pasar droga a Estados Unidos, y sanseacabó. No se metían con nadie, teóricamente. Se metían, pero no en la manera en que lo hacen ahora.

Pero ahora, que ven a México como un mercado apetecible, un mercado de consumo que crece, nuestro PIB per cápita pasó, por cierto, con el NAFTA, o contra el TLC, pasó de menos de tres mil dólares a casi diez mil dólares de ingreso per cápita que tenemos ahora, México se hizo un mercado apetecible, y en lugar, estos señores, de disputar sólo un lugar en la frontera, para pasar su droga a Estados Unidos, ahora se disputan, ahora sí que varias dimensiones más del plano; es decir, se disputan no sólo la línea, sino se disputan el territorio completo. Y esta disputa territorial es la que genera la violencia de una banda contra otra; una violencia cruel, inhumana, terrible, como la estamos padeciendo.

Entonces, estamos combatiéndolos, no sólo a los narcotraficantes, sino también a otro tipo de delincuentes. Por ejemplo, en estos cuatro años que llevo yo como Presidente, de diciembre de 2006, a diciembre de 2010, no sólo, por cierto, por Fuerzas Federales, también locales, se han capturado en México cuatro mil 890 secuestradores, casi cinco mil secuestradores capturados.

Y aquí quiero enfatizar, además, que el 83 por ciento de los delitos que se cometen en México son robo: robo con violencia o sin violencia, desde el carterista, al que se mete con violencia a una casa-habitación; el robo de automóvil, el robo en transporte público, el robo de mercancías; 83 por ciento de los delitos.

Y vale la pena recordar que el robo, la extorsión e, incluso, el homicidio simple son delitos del orden común; es decir, son delitos que deben atenderse por las Procuradurías de Justicia Estatales, por las policías estatales. Nosotros estamos actuando en esos delitos, sí.

Por qué.

No sólo porque hay presencia, en algunos casos, de crimen organizado, sino porque sabemos que tenemos que ayudar a los estados en problemas. Pero esta situación, amigas y amigos, tiene que tener también una solución. Lo que pedimos no es que nos liberen, hablo como Gobierno Federal, de esa responsabilidad de trabajar, precisamente, contra la delincuencia, con mucho gusto lo hacemos, sino que cada quien haga también su parte.

Por qué razón.

Porque mientras no haya en un estado equis policías confiables, esos delitos se seguirán cometiendo.

De tal manera, que yo invito, amigas y amigos, a que nos ayuden en ese terreno, a presionar, a exigir, a señalar, a vigilar, que en cada estado de la República Mexicana se cumpla, no con el deseo del Presidente, con lo que ya dice la ley que ha aprobado el Congreso, y que haya policías con Centro de Control de Confianza.

Qué significa el Centro de Control de Confianza.

Un lugar donde hay sicólogos, y otros profesionistas, y que le revisan al policía. Por ejemplo, le revisan su estado socioeconómico, que sus ingresos correspondan a sus bienes. Le revisan su situación sicológica; le revisan, también, con lo que se llama el polígrafo, mejor conocido como el detector de mentiras, si tiene asociaciones con la delincuencia organizada, o la delincuencia o no. Y eso nos permite tener policías confiables.

Y a quién hay que hacerle el examen.

Desde el comandante, incluso hasta el Secretario de Seguridad, hasta abajo. Porque, como decía un buen amigo, En Paz Descanse: Para combatir la corrupción, no hay que olvidar que las escaleras deben barrerse de arriba para abajo. Entonces, estamos trabajando fuertemente en ese tema también.

Ayúdenme a hacer los Centros de Control de Confianza. Cada estado está obligado a tener un Centro de Control de Confianza. En este momento sólo hay cuatro estados que tienen certificado un Centro de Control de Confianza.

La ley también obliga a que haya Unidad Especializada, por lo menos una, debería de haber varias, contra el Secuestro. Sólo seis estados tienen Unidades Especializadas contra el Secuestro. La ley obliga a que se depuren las policías. Hay estados muy grandes que a nivel de mandos superiores sólo han revisado al 8 por ciento de sus policías, a nivel de comandantes y de jefes. Necesitamos exigir esto.

Y lo mismo tiene que pasar en los Ministerios Públicos. Y lo mismo, después, yo insisto, también en los jueces. Yo creo que la gran mayoría son gente honrada, trabajadora, pero también los pocos malos que hay, hacen mucho, muchísimo daño.

Bueno, me estoy extendiendo, amigas y amigos. Sólo quiero terminar con una reflexión final para mi querido amigo, Elías.

Toráh. Estudio. Yo creo que la labor de los jóvenes tiene que ser esa. Es bien importante que México tenga los mejores estudiantes, los mejores, porque podemos ser los mejores, y eso depende de lo que hagan nuestros jóvenes.

Qué bueno que se están yendo aquellos días de que los jóvenes en las universidades por lo que peleaban era, en términos muy marxistas, por una sociedad sin clases, pero sin clases de matemáticas, sin clases de geografía, sin clases de nada.

Hoy, yo veo un apetito de los jóvenes por saber y crecer. Y qué bueno.

Avodáh. Trabajo. Ya no me refiero sólo a las oportunidades de trabajo que se han creado, sino a algo que es inherente a la cultura judía en México y en el mundo, y que es una lección que todos los mexicanos debemos aprender: sólo se puede salir adelante con trabajo, sólo se puede salir adelante con esfuerzo.

Y lo mismo vale para una persona, para una familia, que para una Nación. Que no hay ni puede haber ni soluciones fáciles, ni dinero fácil. Y que, precisamente, creer que hay dinero fácil, que se puede obtener sin trabajo, es lo que ha llevado a muchos, precisamente, a caminos equivocados.

Y Guemilut Jasadim. Las buenas obras. Decía Antonio Caso, no lo cito textualmente, porque desgraciadamente no lo recuerdo textualmente, pero él decía más o menos así: Quien hace en su vida una buena obra, una obra por los demás, algún día podrá entender la trascendencia de la vida humana y el sentido que tiene. Quien no hace en su vida una buena obra, jamás lo entenderá.

Yo pienso lo mismo. Y yo lo que te diría simplemente, Elías, es que en tu vida, y se lo digo a todos, busques siempre las buenas obras. Siempre se puede ayudar a alguien. Siempre se puede, desde luego, cumplir como ciudadano, respetar a los demás, servir a la comunidad, no dañar a los demás, contribuir a los gastos públicos; buenas obras que marcan a la gente.

Yo cuando tenía tu edad, más o menos, un poquito más, estaba en un grupo también, bueno, estaba en un grupo parte religioso y parte de compromiso social. Y nos íbamos, me acuerdo, que los sábados a hacer trabajo comunitario. Nos íbamos a pueblitos cerca de Morelia, y hacíamos, por ejemplo, fosas sépticas.

O íbamos y alfabetizábamos a señoras, y a veces ayudábamos en la cosecha del garbanzo. O enjarrábamos; es decir, le poníamos cal al salón de la comunidad, o a la Iglesia de la comunidad. Esas cosas son buenas obras que se pueden hacer.

Te voy a contar un secreto, ahora sí que profesional. Un día que veníamos muy cansados, aquella tarde, empezamos a discutir reclamándole nosotros a un compañero, que la verdad se la había pasado de flojo todo el día. No había hecho nada. Se había ido a la tiendita a echarse unos refrescos, a cotorrear. Y él, muy astuto, además, nos contestó: Miren, la verdad es que no nos hagamos tontos. El otro día nos pusimos una ampollada terrible, porque la fosa séptica que quisimos hacer era en pura piedra, y la verdad no pudimos hacer la fosa, y salimos con las manos ampolladas de darle al pico.

Yo sé que tú le has echado, me decía él, muchas ganas a que aprenda la señora el alfabeto. Sí, ahí, más o menos lee algunas letras. Pero mira, con eso no vas a resolver el problema educativo, ni de la comunidad ni de tu estado. Así que yo creo que vamos a dar por terminado este tema. Ya a qué venimos. Y entonces, entendí una cosa, que me ha marcado toda mi vida.

Cuando se acaben las buenas obras que se puedan hacer y piensas hacer una buena, o muchas buenas obras, no sólo por el de al lado, y no sólo por del frente, sino por todos los que puedas; si quieres hacer una buena obra que le sirva, no a uno, ni a diez, ni a cien, ni a mil, sino a millones, haz la política que hace falta. Porque la política, más allá de ser el arte del poder, y más allá de ser el arte del dominio, lo que debe ser, debe ser el arte del bien común, o de las buenas obras.

Y, precisamente, lo que le ha hecho falta a este país, a este gran país, es buena política, política orientada al bien común. Y le han hecho falta también políticos orientados al bien común, no al bien personal, o de partido; o, peor aún, a las fortunas inmensas, que se han hecho en México al abrigo del poder. Y lo sabemos.

Aquí lo que hace falta es hacer el bien desde el poder público. Y para ello se requiere, precisamente, principios, muchos principios. Tú eres un joven talentoso. Tú sabrás dónde poner tus dones, y sé que en tu vida, cualquier cosa que hagas, seas empresario, ingeniero, abogado, médico, rabino, harás las cosas que debas hacer, y lo harás bien.

Pero si un día se te agotan las cosas buenas por hacer, y quieres hacer muchas y beneficiar no a uno, sino a millones, camina la ruta, recorre el camino de la política hecha con principios. Ganarás menos que en cualquier otra de las profesiones que puedes realizar. Serás el que menos ingreso tenga de tus amigos, si es que los haces con rectitud, como hace falta. Serás incomprendido, además, porque en esto, como dijo mi buen amigo Carlos Castillo, en Paz Descanse: En esto, Felipe, ninguna cosa buena que hagas quedará impune.

Pero lo que sí es cierto, es que vas a entender lo que el principio Guemilut Jasadim quiso decir: Para todos, en una comunidad.

Muchísimas gracias a todos ustedes, amigas y amigos.

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