EL UNIVERSAL
En un proyecto de arqueología bíblica, investigadores de la Universidad Anáhuac y de la UNAM exploran una sinagoga del siglo I, en una propiedad de los Legionarios de Cristo
El hallazgo de una sinagoga del siglo I d.C. en Magdala, el lugar de nacimiento de una de las figuras femeninas más polémicas y cercanas a Jesús, María Magdalena, representa la primera oportunidad para que arqueólogos mexicanos lleven a cabo un proyecto de arqueología bíblica en Israel.
Considerada la séptima del siglo I y la primera, hasta el momento, de la época en que Jesús vivió en los alrededores del mar de Galilea, esta sinagoga fue descubierta en 2009 durante los trabajos de excavación en un predio de 8. 5 hectáreas que es propiedad de los Legionarios de Cristo, donde se planeaba la construcción del Magdala Center, un recinto que acogería a peregrinos en su paso por Tierra Santa.
Bajo la dirección de Marcela Zapata, arqueóloga y académica de la Universidad Anáhuac del Sur, y en convenio con el Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM y las Autoridades de Israel, los trabajos arqueológicos en la zona del también llamado Lago de Genesaret comenzaron en junio de 2010.
Se trata de “la última oportunidad para comprender la vida de un pueblo del siglo I”, señala Marcela Zapata en entrevista, ya que los pueblos que existieron a las orillas de ese lago, la principal reserva de agua dulce de Israel, ya han sido excavados o urbanizados.
El proyecto de excavación, que abarca un total de tres hectáreas, fue diseñado por la doctora Linda Manzanilla, arqueóloga del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, y siguió, en una primera etapa, el método de prospección arqueológica que consiste en la aplicación de técnicas geofísicas para el estudio de la superficie.
Luis Barba, coordinador del Laboratorio de Prospección Arqueológica del Instituto universitario, explica que antes de las excavaciones se realizó un estudio topográfico, uno magnético y uno eléctrico de la superficie, los cuales ayudaron a localizar las estructuras principales. Con ese procedimiento se logró apreciar la forma y las dimensiones de los pequeños cuartos con piso que se agrupaban en conjuntos alrededor de un gran patio abierto.
A menos de un año de haber iniciado los trabajos de excavación, en el que participan voluntarios de todo el mundo, se han encontrado objetos de cerámica, vidrio, metal, piedra, dados de hueso, algunas campanas de bronce y alrededor de 200 monedas, los cuales permiten fechar al conjunto habitacional en el siglo I D. C.
Estos objetos, señala Zapata, ayudarán a entender el contexto de las primeras comunidades cristianas concentradas en esa zona, permitirán comprender la transición entre lo que fue el judaísmo y el cristianismo, la convivencia de estas dos religiones, así como los usos y costumbres de la época.
Con el inesperado descubrimiento de esta sinagoga -considerado como un regalo de Dios por los Legionarios-, el proyecto Magdala Center ahora pretende, además de la construcción de la casa de peregrinos, la apertura al público de las ruinas de la antigua ciudad de Magdala -incluida la sinagoga-, un centro internacional de la mujer, donde se investigará, a través de la figura de María Magdalena, el papel que la mujer desempeña en la familia y en la sociedad, así como “la construcción de un centro multimedia para presentar a peregrinos la vida pública de Jesús” porque, según los evangelios, la mayor parte de la vida de Cristo transcurrió en Galilea.
Las referencias bíblicas
“Allí Jesucristo calmó la tempestad en el lago; caminó sobre las aguas; multiplicó los panes y los peces; sorprendió a los suyos con la pesca milagrosa; llamó a ser “pescadores de hombres” a sus discípulos; enseñó a orar; y anunció la novedad de las Bienaventuranzas y el mensaje del Reino de Dios”, dice un texto en la página Quediostelopague.com, cuyo propósito es invitar a los fieles a donar a las distintas misiones que los Legionarios de Cristo tienen en todo el mundo, entre los que destaca el futuro Magdala Center.
Sin embargo, Marcela Zapata señala que hasta hoy no existen evidencias arqueológicas de que Jesús haya visitado la zona de Magdala ni concretamente la sinagoga: “Sobre ese aspecto no hemos descubierto nada, tenemos la fuente de los evangelios que dicen que Jesús visitó y caminó por todos los pueblos alrededor del mar de Galilea. No se especifica el pueblo de Magdala pero históricamente es considerado como el pueblo más importante de ese entonces”.
Egresada de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), Zapata asegura que, además de los evangelios, existen otras fuentes históricas judías que citan a ese pueblo como el más importante de la época: “Jesús como judío debió haber andado por esta zona, pero arqueológicamente no tenemos nada que nos dé una pista para afirmar que aquí estuvo”.
Al respecto el arqueólogo Luis Barba apunta que hasta ahora los datos sólidos y científicos sólo muestran que hubo un grupo de gente viviendo en ese espacio y en ese tiempo, pero que “de eso a identificar a una persona en particular no es posible”.
“Hay un límite para la interpretación de los datos y ese límite nos dice, hasta ahora, que sí existió el pueblo, que sí es del siglo I, que el tipo de cerámica, vidrio y las monedas recuperados en la excavación indican que sí vivieron judíos en ese lugar”.
Cuestionado sobre el discurso religioso que envuelve a este proyecto, Barba explica que a pesar de que se trata de la colaboración de dos instituciones con diferentes visiones, una laica y otra religiosa, los resultados tendrán que ser objetivos y con rigor científico.
“Nuestro trabajo es riguroso, científico y arqueológico, no vamos a decir nada más de lo que los datos arqueológicos nos ofrecen y supongo que no podremos evitar que en alguna ocasión alguna de las interpretaciones se considere que es prueba de tal o cual cosa en relación con los textos bíblicos”.
Pero no referirse a los textos bíblicos es inevitable para Marcela Zapata porque se trata de un proyecto que se sitúa en ese contexto histórico y religioso.
De confesión católica y partidaria de que la ciencia ayuda a comprender los textos narrados en las Sagradas Escrituras, la arqueóloga asegura que detrás del proyecto Magdala no hay ninguna ideología que pueda dirigirlo o encaminarlo hacia ciertos objetivos.
“Aunque yo como directora del proyecto sea católica, mi objetivo no es marcar una cuestión religiosa sino, más bien, trabajar científicamente con un rigor y con un método como cualquier otro arqueólogo lo haría”, dice.
Cuestión de fe
Y es que uno de los grandes retos de los arqueólogos dedicados a las excavaciones en los lugares en cuyo marco se desarrollaron lo relatos bíblicos es demostrar con rigor científico los resultados de su investigación y sobreponerse a las teorías de los aventureros, aficionados o grupos de fundamentalistas que organizan campañas arqueológicas con la intención de buscar pruebas que les permita demostrar que la Biblia tiene razón y que sus relatos se deben entender como históricos.
Thomas Levy, profesor del departamento de antropología de la Universidad de California en San Diego, asegura que el gran centro de atención hacia esta rama de la arqueología radica en que la Biblia es el texto central de tres de las grandes religiones del mundo.
“Por el hecho de que el Antiguo Testamento (la Biblia hebrea) y el Nuevo Testamento son elementos centrales de dos de las grandes religiones del planeta- el judaísmo y el cristianismo-, y por el hecho de que un gran número de los personajes mencionadas en la Biblia son profetas de otra gran creencia que es el Islam, la historia de los territorios bíblicos (Israel, Palestina , Jordania) interesa a millones de personas en todo el mundo”, explica Levy.
No obstante, el arqueólogo que se ha dedicado durante ocho años a excavar la extensa fundición de cobre de Khirbat en Nahas, al sur del Mar Muerto, en Jordania, señala que actualmente la arqueología bíblica se esfuerza por ser científica, usando métodos de datación objetivos (como radiocarbono) y herramientas de las nuevas tecnologías de la información, lo cual ofrece a los arqueólogos un modelo que permite explorar la relación entre los textos sagrados y la cultura material (los objetos, sitios arqueológicos, etcétera.)
Levy asegura que actualmente la arqueología bíblica utiliza el mismo modelo científico aplicable al estudio de cualquier civilización antigua (como la maya, la escandinava o la griega).
Las ruinas de las principales ciudades antiguas como Megido, Hazor, Gezer y Ascalón, el descubrimiento de la Estela de Merenptah, en Egipto (que incluye la primera mención conocida del pueblo de Israel), así como las nuevas excavaciones en la piscina de Siloé en Jerusalén, son algunos de los grandes hallazgos arqueológicos que tienen relación directa con los textos bíblicos.
Pero hay otros como el Arca de Noé, el Jardín del Edén, Sodoma y Gomorra, el Éxodo o La Tumba pérdida de Jesús, que siguen siendo los grandes enigmas de la arqueología bíblica, los cuales ni con la aplicación de los últimos métodos científicos se han podido comprobar. No obstante, esto no les quita el sueño a los creyentes que tienen como libro de cabecera a la Biblia porque su fe no requiere pruebas.
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