DÉBORA LEWINSON
Terapia intensiva:
El viejo Motl estaba agonizando, su larga vida llegaba al final.
El médico de guardia observaba como el anciano se dirigía a sus hijos, que lo acompañaban parados al lado de la cama.
– ¡Dvoire!, ¿estás ahí ? Para tí, hijita, todas las casas del barrio más residencial de la ciudad, te lo mereces porque siempre has sido una buena hija.
– ¡Móishele!, querido hijo mayor… A tí te dejo todos los edificios del centro, gracias a tu esfuerzo, he podido crecer económicamente y viajar tres veces a Israel.
– ¡Iósele!, ¿está Iósele aquí? Para tí ínguele (chiquito) las casitas del barrio obrero.
– ¡Cuántas propiedades que tiene don Marcos! – dice el médico.
– Nooo -responden los tres hijos- es que tenemos un reparto de soda a domicilio.