JOSÉ KAMINER TAUBER
“En el libro del Éxodo se relata la vocación de Moisés, elegido por Dios para salvar a su pueblo. (Ex 6). Dios envía a Moisés ante el Faraón para que deje partir a su pueblo al desierto para darle culto. (Ex 5,3)”
La libertad
En una época en que reinaba la barbarie, en que la humanidad tenía otros congéneres como siervos e ignoraba la justicia, los judíos se emanciparon de la esclavitud egipcia por obra de Dios y acción de Moisés, y empuñaron antes que nadie, la antorcha de la libertad. Como lo expresa la Biblia: “Tened memoria de este día, en el cual habéis salido de Egipto, de la casa de servidumbre; pues Dios os ha sacado de aquí con mano fuerte”. Exodo 13.3
Pésaj equivale, para el pueblo judío, a su festividad de Independencia Nacional; se celebra en recuerdo del Éxodo. Por eso se le llama Zman Jerutenu, es decir, tiempo de nuestra liberación.
Una de las ceremonias pascuales que se observaban en el templo de Jerusalén, era el sacrificio de un cordero, en memoria del sacrificio similar que cada familia judía hiciera la víspera de su partida de Egipto.
Este acto constituía una de las prácticas más solemnes.
La víctima del sacrificio debía ser “un cordero macho” “sin defecto” (a fin de que sea aceptable a Dios), “de un año” (primicia), “lo guardaréis” (la separación del rebaño como señal de santificación). (cf. Ex 12,5-6).
Aunque sabemos que la costumbre de ofrecer sacrificios a Dios, se remonta a etapas anteriores a la estancia de los hebreos en Egipto. Así, el Libro del Génesis, relata la ofrenda realizada por dos hermanos: Caín de los frutos de la tierra, y de Abel, de los primogénitos de su rebaño (Gen. 4, 3-4); a Noé que ofreció holocaustos sobre el altar después del diluvio (Gen.8, 20); también a Melquisedec sacerdote del Dios Altísimo que presenta a Dios pan y vino (Gen.14, 18); a Abraham cuando sacrifica el cordero en lugar de su hijo Isaac (Gen 22,13). Se puede decir que es un acto que el hombre reconoce su dependencia de Dios.
Cada peregrino que llegaba a la Ciudad Santa en la fecha de Pesaj, traía consigo un cordero, de su propia heredad o lo adquiría en el mercado de Jerusalén.
Los peregrinos eran admitidos al Templo en grupos, y el sacerdote cumplía los diversos ritos, los Levitas entonaban los Salmos, acompañados por instrumentos musicales. Terminada la ceremonia, cada cual retiraba su cordero, que era luego asado directamente sobre el fuego y consumido en la cena familiar.
El sacrificio del cordero de Pesaj se siguió celebrando cada año, en recuerdo de aquel ofrendado en Egipto en la víspera de la salida de la esclavitud de Egipto.
Con la destrucción del Templo de Jerusalén, cuando forzosamente quedó abolido el culto de sacrificios en el pueblo de Israel, dejó de celebrarse el rito del cordero pascual. Sólo queda hoy un recuerdo simbólico del mismo, el trozo de hueso con carne asada que se coloca en la Keará (plato alegórico) de la noche del Séder.
Así que la libertad que enseña Pesaj es una libertad que no sólo se debe aspirar a la ruptura de las cadenas de la esclavitud sino también romper las campanas espirituales.
Hay un proverbio jasídico que nos dice que se necesita una doble salida de Egipto por lo cual, se necesitan dos Mesías, uno que saque a Israel de la esclavitud y otro que saque la esclavitud de Israel.
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