PETRA MARQUARDT BIGMAN
Los medios de comunicación israelíes están llenos de comentarios preocupados acerca del “tsunami” de apoyo mundial a los esfuerzos palestinos para que la ONU les garantice el reconocimiento de un estado en unas “ficticias fronteras” de 1967.
No importa que estas fronteras “no tengan ninguna base en la historia, el derecho, o de facto”, y no importa que al recompensar así a los palestinos por su negativa a la hora de colaborar en el logro de una solución negociada, la ONU cree un perjuicio para numerosas resoluciones y acuerdos que previamente fueron aprobados como obligatorios.
Hay que reconocer que los palestinos han logrado una hazaña: han logrado convencer a gran parte del mundo de que las opiniones racionales basadas en hechos y consideraciones no cuentan para nada cuando se trata de la narrativa palestina de opresión y victimismo. También han logrado convencer a gran parte del mundo que la más triste de todas narrativas puede tener un final feliz propio de los cuentos de hadas: y es que si la “comunidad internacional” da los pasos necesarios para resolver la difícil situación de Palestina, la paz y la armonía prevalecerán en el Oriente Medio y más allá.
Ya de vuelta al mundo real, las últimas semanas han dado muchas evidencias que ilustran tristemente que tipo de paz y armonía va a promover la “comunidad internacional” al apoyar la estrategia palestina de conseguir lo que quieren sin negociaciones.
Para empezar, está la ya larga e impresionante “lista de ataques con cohetes palestinos contra Israel del 2011″, ya disponible en Wikipedia. En el momento de escribir este artículo, esta lista se encuentra actualizada al 8 de abril, e incluye el ataque con un misil anti-tanque a un autobús escolar el cual Hamas se atribuyó orgullosamente, informando que esta operación “dejó dos colonos israelíes heridos, uno de ellos … en un estado crítico”.
Éste es sólo uno de los muchos ejemplos que demuestran que, en lo que a Hamas se refiere, todo Israel está poblado por “colonos”, y que por lo tanto todos son blancos legítimos de la noble resistencia islámica.
Y hay muchas razones para esperar que Hamas seguirá siendo una fuerza importante en ese Estado palestino que tantas personas alrededor del mundo están dispuestas a respaldar.
La más reciente encuesta publicada del sentir de los palestinos – de marzo de este año – indica que, en unas hipotéticas elecciones, Hamas conseguiría el 26% de los votos, y cuando se trata de medir la popularidad de las figuras políticas, el líder de Hamas, Ismail Haniyeh, tiene mejores resultados en cuatro puntos porcentuales que el dirigente favorito de los occidentales, Salam Fayyad.
Lamentablemente, la ideología yihadista anti-judía tan elocuentemente expresada en la Carta de Hamas, también sigue teniendo un considerable apoyo entre los palestinos.
A raíz del brutal asesinato de la familia Fogel en el asentamiento de Itamar, los medios de comunicación israelíes informaron de que, por primera vez, muchos palestinos parecían dispuestos a condenar dicha matanza de manera inequívoca, pero una reciente encuesta también demostró que un tercio de los palestinos (el 36%) aprobaban la masacre de la familia Fogel mientras dormían.
Este resultado deprimente no resulta demasiado extraño dado que la constante incitación anti-judía está muy extendida, y a menudo es aprobada oficialmente en la esfera pública palestina.
Un reciente y particularmente desalentador ejemplo de ello es el premio de una placa oficial por parte del ministro palestino de Asuntos de los Prisioneros a la familia del suicida de Hamas Abbas Al-Sayed, para así conmemorar el aniversario de la masacre de Pascua en el Park Hotel en Netanya el 27 de marzo de 2002, cuando se voló ante los presentes con la bomba que llevaba adosada.
Los políticos y expertos occidentales pueden mostrarse impresionados por el primer ministro palestino Salam Fayyad y por sus esfuerzos dedicados a construir la infraestructura institucional del Estado palestino, pero las encuestas muestran consistentemente que Fayyad no puede ser considerado como un político popular. Al mismo tiempo, queda claro que a pesar de su triste historial en Gaza, Hamas, y su viciosa ideología repleta de violencia contra los judíos, siguen siendo popular para un máximo, de momento, de un tercio de los palestinos.
Otro hecho convenientemente pasado por alto es la afirmación repetida con frecuencia por los funcionarios palestinos de que hasta que “no haya una justa resolución del problema de los millones de refugiados palestinos” – clasificados como “refugiados” con la aprobación internacional, cuando los descendientes de los refugiados nunca han sido considerados como tales por la propia ONU, al menos para el resto de los refugiados -, los palestinos se sienten justificados para participar en la “lucha armada” contra Israel.
De hecho, es muy revelador que mientras los funcionarios palestinos dicen estar listos para la estatalidad y viajan por el mundo para recoger los parabienes para su estado, todavía no han mostrado ningún interés por los “campos de refugiados” bajo su propia jurisdicción.
Los habitantes de estos campamentos, donde viven palestinos en territorios administrados por los propios palestinos, supuestamente también deberían estar listos para la estatalidad. Pero a los residentes de estos “campos de refugiados” se les ha dicho durante más de seis décadas que tienen un “derecho de retorno” no negociable a los lugares donde nacieron sus padres y abuelos, lugares que están situados en el exterior de las tan proclamadas fronteras de “1967″ del Estado de Palestina, y que el mundo está tan ansioso de ver establecidas.
Incluso la mayoría de los denominados líderes palestinos “moderados” siguen jugando y ajustándose a esa ficción, y no hay razón para pensar que esto vaya a cambiar una vez que los votos de la ONU “reconozcan” un Estado palestino en esas fronteras de “1967”.
Así que los activistas palestinos no tienen por qué preocuparse: aunque la ONU les reconozca el Estado palestino dentro de esas fronteras, ello no les impedirá continuar con sus campañas para que se les reconozca esos otros derechos, y todo ello sin ningún tipo de obligaciones para los palestinos.
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