JOSÉ WOLDENBERG (fragmento)
(Quisiera) comentar los resultados de la Encuesta Nacional Sobre Discriminación en México realizada por el CONAPRED, en la que se documentan varias de las pulsiones preocupantes que anidan en la sociedad. Se trata de los resortes intolerantes, discriminatorios, excluyentes, que cualquier observador medio constata (o puede constatar) todos los días, pero que se esconden tras la bruma del pueblo preclaro y compasivo que tanto explotan los charlatanes.
El 44.1 y el 43.7 por ciento de los mexicanos no acepta vivir bajo el mismo techo que lesbianas u homosexuales; el 24.2 no admite que en su casa vivan personas de otra religión y el 26.6 no permite a extranjeros. En Aguascalientes, Guanajuato y Querétaro, el 31 por ciento de las personas justifican en alguna medida pegarle a los niños buscando que obedezcan. “No tener dinero, la apariencia física, la edad, el sexo y la religión son las condiciones más identificadas por la población que ha sentido que sus derechos no han sido respetados”. Los porcentajes que respondieron a la pregunta, “en lo personal, ¿alguna vez ha sentido que sus derechos no han sido respetados por” las causas antes enunciadas son: 31.6, 24.5, 24.1, 23.5 y 20.5. “El principal problema que perciben las minorías étnicas es la discriminación; seguido de la pobreza y el desempleo”. “Tres de cada diez personas que pertenecen a alguna minoría religiosa consideran que su principal problema es el rechazo y la falta de aceptación; mientras que una proporción similar considera que su principal problema son las burlas y la falta de respeto”. El 26.7 por ciento de los niños respondió que sus padres les habían pegado. “De las personas que realizan trabajo del hogar, 8 de cada 10 no cuentan con seguro médico, 6 de cada 10 no tienen vacaciones y casi la mitad no recibe aguinaldo”.
No es un asunto solamente mexicano. Esas pulsiones discriminatorias están presentes en todo el orbe. No son una cualidad exclusiva nuestra. Y es posible que se repartan de manera equitativa a lo largo y ancho del planeta. Apenas el lunes leíamos del avance electoral de la ultraderecha finlandesa. Los autodenominados “Verdaderos Finlandeses” (el nombre ya es en sí mismo todo un programa) se convirtieron en la tercera fuerza en el parlamento explotando una retórica antiinmigrante a pesar de que su país es de los que menos extranjeros ha recibido (sólo el 3.5 por ciento de la población es inmigrante). Y algo similar sucede en la República Dominicana con relación a los haitianos, en Alemania con los turcos o en Estados Unidos con los mexicanos. Y agrégale usted. El viejo refrán es sabio: mal de muchos es consuelo de tontos.
Por ello, porque las sociedades y los pueblos activan con facilidad profundos resortes discriminatorios, es por lo que se necesitan educación para la convivencia de la diversidad, políticas para atajar las exclusiones y construir las condiciones materiales e institucionales que igualen a las personas y normas para penalizar a quienes discriminan a sus semejantes.
Fragmento de “La cara torva del pueblo”
https://www.reforma.com/editoriales/nacional/604/1207832/default.shtm
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