El Daf Yomi del s. XXI
En un reciente artículo en el Commentary Magazine (El genio judío, abril de 2007), Charles Murray, el autor no judío de The Bell Curve, planteó la tesis de que los judíos son y han sido más inteligentes que sus sociedades circundantes. No estoy en condiciones de aportar nada a las especulaciones de Murray excepto la observación de que, si tuviera razón, no sería en absoluto sorprendente dada la centralidad del aprendizaje dentro de la cultura judía durante los últimos milenios. Pero no quiero dejar de ofrecer una historia acerca del aprendizaje, y cuan vivo aún es.
De regreso a la década de 1920, un rabino pragmático, Meir Shapira, llamó de manera accidental ha transformar la forma en que se estudia el Talmud. Consciente de que el estudio del Talmud (o la Guemará, que es el título arameo más común) es una actividad que lleva mucho tiempo, incluso si uno ya ha invertido los años necesarios de formación, inventó un método de estudio serio para aquellos judíos que estuvieran muy ocupados. En lugar de sondear las profundidades del texto, él especuló que debería ser posible enfrascarse en el estudio de un Blatt (o folio: unas dos páginas) en al menos una hora diaria. Es cierto que uno no aprende mucho, pero partiendo de que se tendría la paciencia suficiente – siete años y medio de él, para ser exactos – se podría cubrir todas las 2.711 Blaetter de todo el Talmud, y lo que se había perdido en superficialidad se habría ganado en cantidad. Meir Shapira también podía haber tenido un fin práctico en su mente: cuando en 1930 fundó la Gran Yeshiva en Lublin ( Yeshivat Chachmei Lublin ), sincronizó el calendario para que sus potenciales donantes y estudiantes estuvieran a la vez en la misma página de estudio, creando así un sentido de comunidad que no podía hacer daño a nadie.
¿Por qué dos páginas en una hora sería un logro, por una parte, y a la vez un sacrificio a la seriedad por otra? Para que usted se haga una idea, debe tener en cuenta que el texto básico del Talmud está en hebreo (Talmud de Jerusalem), creado acumulativamente por generaciones de rabinos de Judea y Galilea durante unos 250 años, o en arameo, creado acumulativamente por un grupo diferente de rabinos sobre todo en Babilonia después de que el primer grupo terminara su obra. Los idiomas son casi perfectamente entrelazados. No hay puntuación, y no hay vocales. Algunas palabras pueden ser en hebreo o arameo, con significados diferentes en cada idioma. Los rabinos tenían una desarrollada capacidad para exponer argumentos complejos en oraciones de siete palabras, que luego redujeron a cinco.
Al igual que sus descendientes lejanos, a menudo se interrumpían entre sí. A diferencia de sus descendientes lejanos, todos ellos conocían toda la Biblia de memoria, de modo que cada vez que uno de ellos citaba parcialmente un pasaje, todos los demás lo reconocían en todo su contexto. Además, constantemente utilizaban enlaces intertextuales, unos 2.000 años antes de que los hiper-enlaces fueran inventados, de modo que al estudiar una página ayudaba haber estudiado previamente todas las otras páginas o enlaces. Cada sección, llamada tratado, tiene su propio tema, al que no se limita escrupulosamente (de ahí los enlaces intertextuales), lo que significa que si usted desea tener un dominio exhaustivo del tema del tratado, hay muchas oportunidades de que de todos modos haya algo más.
En el momento de la creación de esta especie de torbellino mental se le preservó por vía oral, y cuando finalmente se puso por escrito, hace unos 1.500 años, una palabra de vez en cuando caía fuera de lugar o la mitad de una frase era recordada erróneamente, y a continuación, una vez que se concluyó por escrito, pasarían otros mil años antes de la invención de Gutenberg, proporcionando el tiempo suficiente para que se deslizaran discrepancias entre las diferentes versiones escritas a mano.
Todas las generaciones siguientes han estado reflexionando sobre este texto, a menudo poniendo sus ideas, razonamientos o explicaciones por escrito. Rashi, un genio que vivió en el siglo XI en Francia, estudió detenidamente casi todo el texto y escribió un comentario línea por línea, la mayoría de los cuales era un intento de llenar en palabras y significados lo que los rabinos anteriormente habían dejado fuera (por evidente para ellos).
Un grupo de investigadores encabezados por sus nietos, a los que se llamó colectivamente los Tosafot, revisaron a continuación todo el Talmud y señalaron las contradicciones entre las diversas afirmaciones de los rabinos – hay muchas de estas – y trazaron vías para reconciliarlas entre sí. ¿Rashi y los Tosafot pensaban, cuando estaban escribiendo, en hebreo o en arameo? En todo caso, sin puntuación o vocales. De vez en cuando, Rashi traduce algo amablemente para los franceses de su época, y me han dicho los filólogos que, en lo que se refiere al francés medieval, es un tesoro,ya que después de todo ¿cuántas personas hay por ahí que todavía sepan francés medieval ? (Pero antes hay que saber hebreo, o arameo, para entender el origen de la traducción al francés medieval). Así pues, empieza a quedar claro por qué el Talmud es muy raramente estudiado en solitario, y que el modo preferido es en parejas que se reúnen regularmente en grupos para asegurarse de que todos están en la misma página, por así decirlo.
La pertinencia de Rashi y de los Tosafot no es que fueran inusualmente brillantes o eruditos, que lo fueron, sino que más bien, cuando el Talmud fue llevado finalmente a la imprenta, los tipógrafos incorporaron a Rashi y a los Tosafot a la página base, de modo que los textos antiguos aparecen como un bloque en el centro de la página rodeado por los comentaristas medievales. (Al igual que con los hipertextos, este es un concepto que se ha vuelto más fácil de entender desde el advenimiento de los procesadores de textos modernos y de su potencial gráficos). Todos los otros comentaristas entraron en la parte posterior del volumen, o en volúmenes separados, lo que en parte explica por qué cuando los nazis quemaron la biblioteca del Talmud de los siete años, la Gran Yeshiva en Lublin, ésta ya tenía más de 22.000 volúmenes.
El estudio del Talmud es un proceso laborioso donde palabra por palabra y frase por frase se procede a descifrar los textos antiguos, acompañados a su vez de una decodificación medieval y de una clarificación posterior de sus conceptos e ideas por todos los restantes estudiosos que se han dedicado a debatir sobre él durante estos últimos 1.500 años, y que aún lo siguen haciendo. Es por lo tanto un proceso obligatoriamente lento. Hacer un Blatt en una hora significa obtener la esencia del texto base, probablemente con la ayuda de Rashi. En el caso de que los alumnos sean expertos, incluso podría ser posible que echaran un vistazo a los Tosafot. Todo lo demás se vuelve imposible.
Curiosamente, Meir Shapira dio a su proyecto el nombre hebreo de Daf Yomi (Una página diaria), y no tiene un homólogo en yiddish. Esto a la larga contribuirá a la conservación del concepto en un mundo judío donde el yiddish es un distante tercer jugador ante el hebreo y el inglés. Más de 80 años después su idea se ha popularizado de tal modo que ha sobrepasado sus sueños más entusiastas. Un viajero que llegara prácticamente a cualquier parte del mundo judío se encontraría con un grupo de judíos lugareños que están estudiando la misma página. Hay por lo menos 230 grupos solamente en Jerusalén. Sitios web permiten acceder a espacios visuales y de audio diarios, y algunos escanean la página a diario. Los blogs son perfectos para discutir un tema tan actual, lo que explicaría por qué hay tantos dedicados al Daf Yomi. Los estudiantes de Daf Yomi a menudo tienen menos formación que los estudiantes tradicionales, y siempre tienen menos tiempo, por lo que existe una industria floreciente de nuevas publicaciones del Talmud con herramientas para hacerlo más fácil y sencillo – con puntuación, con vocales, traducciones, diagramas -.
Si alguien esperaba que el mundo moderno erosionara el compromiso de los judíos con el aprendizaje de su literatura tradicional, no se esperaría esto. La versión en hebreo de Wikipedia dice que hay cientos de miles de estudiantes de Daf Yomi en todo el mundo, y puede que sea cierto. Cuando el último ciclo (de lectura del Talmud) se completó, en marzo de 2005, decenas de miles de alumnos lo celebraron reuniéndose en el Madison Square Garden. Conmovedoramente, un grupo más pequeño, de toda Europa, se reunió en el edificio vacío que una vez albergó la Gran Yeshiva de Lublin.
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