Noa nació en Tel Aviv hace 42 años. Mira Awad es árabe-israelí de origen palestino y nació en Rama hace 36. Ambas sacan disco y emprenden juntas una gira por China con la que pretender combatir el odio con música. Hablamos con las dos artistas.
En Nápoles, su nuevo disco, rinde homenaje a la música tradicional napolitana
. ¿Por qué Nápoles? Empecé a cantar canciones napolitanas hace años influida por mi madre, que sentía pasión por esta música. Grabé varios temas y la reacción del público italiano fue fantástica. Ahora hemos decidido sacar un disco cantado en el dialecto napolitano original.
¿Hay conexión entre Nápoles e Israel? Sí. Ambas han sufrido guerras, conquistas y tragedias, y pese a todo se mantienen optimistas. Y nos une también el romanticismo y el sentido del humor.
Noa es un nombre muy bíblico. ¿Es una persona religiosa? No, al contrario. Con los años me he ido alejando de la religión, pues la considero la principal causa de la discordia mundial. El judaísmo es una cultura rica en belleza y conocimiento, pero no debe tomarse como verdad absoluta.
¿Cuál es el principal obstáculo para la paz en Oriente Medio? El orgullo y la religión. El dolor y la historia. La memoria y el miedo.
Desde Europa cuesta entender por qué no hay más gente en Israel manifestándose contra la ocupación militar de Palestina. ¿Existe cierta pasividad entre la juventud israelí? Lamento que la gente no salga más a la calle contra la política de los asentamientos. Si hubiera una manifestación, iría la primera. Al mismo tiempo, lamento que los palestinos no sigan el ejemplo de sus hermanos árabes y se levanten contra Hamás, que está disparando misiles a Israel diariamente, matando a inocentes y acabando con las pocas posibilidades de llegar a la paz que hay.
Mira Awad: “Perdonar es posible, pero no debemos olvidar”
Para su segundo álbum, All My Faces, Awad ha contado con la colaboración del productor español Carlos Jean.
¿Qué significa este álbum en su carrera y cómo ha sido trabajar con Carlos Jean? Es una nueva era para mí. Trabajar con Carlos ha sido increíble, porque hemos creado una fusión entre lo que yo traía y su manera de trabajar, que es muy diferente. La música árabe y la española, sobre todo la andaluza, tienen muchísimos elementos en común.
Se la cataloga como world music. ¿No es esta una etiqueta algo reduccionista? Desde luego. Parece que todo lo que no sea anglosajón se mete ahí. ¡Hasta la rumba podría ser world music! (risas).
Combina canciones políticas con otras más personales. De ahí el título. ¿Cuántas caras tiene una persona? Infinitas. Cuando vas creciendo te vas dando cuenta de que eres muchas personas en una. Por eso hablo de amor, de amistad y en otros momentos me muestro más socialmente comprometida.
En su primer single canta “Debemos recordar lo que pasó”. ¿Perdonar es posible? Sí, pero no olvidar. Hay que aprender de la historia. En Oriente Medio repetimos los mismos errores una y otra vez. Este no es un problema de judíos contra árabes, sino de extremistas contra extremistas.
¿Le dolieron las críticas por su participación en Eurovisión? Fue duro. Unos dijeron que estaba representando al país que mata a mi gente; los otros, que no querían a una palestina como voz de Israel. Te sientes en el medio, pero fue una decisión tomada con el corazón. No soy representante de nadie, sólo de mí misma.
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