Yom Haatzmaut 2011/ Un Estado Judío

(Extracto del libro “Imágenes de un encuentro”)

La idea de un renacimiento nacional judío en la Tierra de Israel, que se había gestado desde finales del siglo XIX, cobró un nuevo impulso con el deterioro y aniquilamiento del judaísmo europeo y la política de puertas cerradas del mundo occidental hacia los judíos necesitados de emigrar.

Entre aquellas figuras que destacaron en la lucha antifascista en el país figuró Isidro Fabela, presidente de la Asociación Mexicana Mundo Libre y director de la revista del mismo nombre. Desde 1943, llevó a cabo una importante labor de esclarecimiento del desarrollo de la guerra, de denuncia del nazismo y del antisemitismo como detonadores del conflicto bélico y de defensa de la democracia.

Con el propósito de contribuir a la difusión de la idea de la construcción de un hogar nacional judío, en una recepción organizada por él en enero de 1944 en su casa del Risco, le brindó un franco apoyo al primer Comité Mexicano Pro Palestina Hebrea que había sido recientemente formado bajo la presidencia del diputado Antonio Manero.

Mundo Libre se convirtió en un foro permanente de información y de opinión. Durante 1944 la revista contó con una sección permanente titulada “El problema israelita” y a partir de 1945 esta sección se llamó “pro palestina”, centrando su atención en las demandas de un Estado judío, en los apoyos nacionales y mundiales a dicha causa y en la actividad de los comités pro Palestina. En su defensa de la causa sionista, subrayó el carácter revolucionario que implicaba el renacimiento cultural y físico de la patria judía.

De igual modo, otras personalidades políticas e intelectuales del país, tras haber condenado el antisemitismo nazi, apoyaron la idea de un Estado judío. Vicente Lombardo Toledano fue una de aquellas figuras que se involucró directamente con el desarrollo de los sucesos en Palestina y encabezó la comisión de la Federación Sindical Internacional que viajó allí para promover el acercamiento entre los trabajadores árabes y judíos. Fue así como en la búsqueda de nuevos apoyos, en noviembre de 1945 se llevó a cabo la Conferencia Mundial Pro Palestina en la ciudad de Washington.

A partir de 1946, el Comité Mexicano quedó presidido por Alfonso Francisco Ramírez, Ministro de la Suprema Corte de Justicia, siendo Antonio Castro Leal su vicepresidente. Sus actividades se dirigieron fundamentalmente al ámbito de la difusión y el esclarecimiento de la idea de crear un Estado judío, siendo el general Lázaro Cárdenas quien se sumara a este llamado.

Con el propósito de coordinar los esfuerzos comunitarios y apoyar al Comité Mexicano Pro Palestina en sus actividades, fue creado el Comité Judío de Emergencia Pro Palestina en junio de 1946.  Éste proporcionó de un modo permanente y sistemático los materiales informativos y de opinión para ser publicados por la prensa y apoyó las actividades realizadas por su homólogo nacional. Cuando el caso de Palestina fue llevado a la ONU en abril de 1947, este Comité canalizó todos sus esfuerzos a promover una postura positiva de México a lo largo del desarrollo de la cuestión y frente a su resolución final. Con este fin, los líderes sionistas y comunitarios locales sostuvieron importantes encuentros con figuras relevantes de la política nacional y, de igual modo, los representantes judíos del exterior se entrevistaron con destacadas personalidades del país.

Las expectativas de que México asumiese una postura favorable a la causa sionista se basaron en el antecedente que marcó la posición mexicana en 1937 en Ginebra y en los acercamientos previos con diferentes miembros de la delegación mexicana ante la ONU.

A lo largo de este proceso, diferentes instancias de la comunidad judía de México desplegaron sus esfuerzos para apoyar moral y materialmente la construcción del futuro Estado de Israel.

México respaldó la propuesta de llevar el caso de Palestina a la ONU, aunque se abstuvo de participar en los debates. El Comité Especial para Palestina de la ONU quedó compuesto por once países, de los cuales tres fueron latinoamericanos y cuya defensa de la causa sionista influyó en gran medida para el proceso y elaboración de las recomendaciones finales.

Las últimas discusiones en el seno de la ONU acerca de estas dos propuestas fueron particularmente críticas. Si bien, el plan mayoritario fue aprobado en la Comisión Ad Hoc el 25 de noviembre de 1947, faltaba aún un voto para alcanzar los dos tercios requeridos por la Asamblea General. Debido a la división de opiniones, cada uno de los votos de los países latinoamericanos fue fundamental. El 29 de noviembre tuvo lugar la dotación final del proyecto de partición de Palestina en dos Estados, la cual se aprobó por treinta y tres votos a favor, trece en contra y diez abstenciones.

A pesar de los esfuerzos desplegados por la comunidad judía, la postura final de México fue la abstención. Sin embargo, tomando en cuenta la presión ejercida por los países árabes, los propios compromisos políticos de los actores involucrados, la coyuntura de redefinición de las relaciones bilaterales con Estados Unidos y el nuevo panamericanismo pro el que México pugnaba, todo parece indicar que, frente a la probable inclinación a emitir un voto negativo, la abstención fue ciertamente un logro.

El surgimiento del Estado de Israel significó para la mayor parte de los judíos del mundo la realización de un proyecto que, recuperando un sueño milenario, daba una respuesta en términos nacionales modernos a la condición histórica por dispersión. El involucramiento de la comunidad judía de México a lo largo del proceso político nacional e internacional que condujo a la gestación del Estado constituyó una oportunidad, tanto de cohesión interna, como de trabajo conjunto con aquellas instancias nacionales que lucharon a su lado.