KAY ALEXANDER SCHOLTZ/ CRISTINA PAPALEO
La avenida Kurfürstendamm en Berlín cumple 125 años.
Hay calles en el mundo en las que la historia se puede sentir a cada paso, y una de ellas es la avenida berlinesa Kurfürstendamm, uno de los bulevares históricamente más relevantes de la ciudad de Berlín, y, tal vez, de toda Alemania.
Si bien sobre su asfalto no hay placas recordatorias ni monumentos a personalidades importantes, se puede respirar la historia al pasar frente a las casas, en las esquinas y en las pequeñas plazas que conforman la avenida.
Walter Benjamin, crítico cultural y ensayista, vivió en la Kurfürstendamm.
Al caminar delante de los edificios señoriales se puede revivir, con algo de imaginación, la vida de la burguesía judía de comienzos del siglo XX. En 1913 vivían sobre el Kurfürstendamm, conocido como ‘Kudamm’, unos 120 millonarios y multimillonarios. El estilo de vida era generoso y de alto nivel, y en las residencias de 250 metros cuadrados vivían familias y parejas de artistas acompañados por una cohorte de empleados domésticos.
Entre los artistas e intelectuales famosos que crecieron en la antigua rambla se contaba, por ejemplo, el escritor Walter Benjamin. En su obra “Infancia en Berlín”, Benjamin escribió: “¿Con qué palabras describir el sentimiento casi inmemorial de la seguridad burguesa que emanaba de esas residencias? La miseria no cabía en esos espacios, y ni siquiera la muerte tenía allí un lugar”.
Destrucción de las raíces judías
A comienzos de 1930 se produjo el principio del fin de una época. La llegada al poder del Partido Nacionalsocialista destruyó el idilio burgués. En 1931, las fuerzas de la organización paramilitar nazi SA atacaron brutalmente a judíos en lo que fueron los pogromos llevados a cabo sobre la avenida Kurfürstendamm.
Durante el “boicot a los judíos” se destruyeron tiendas judías, o se expropió a sus dueños, provocando así que muchos judíos emigraran. Esta espiral de violencia desembocó en 1938 en el incendio intencional de la sinagoga de la Fasanenstraße, una de las tantas callejuelas laterales de la famosa avenida (en la foto, pintura de la sinagoga)
Lo que siguió fue la Segunda Guerra Mundial, que devastó la mayoría de las residencias sobre la Kurfürstendamm. Las ruinas de la Iglesia Memorial dan hoy testimonio de la magnitud de la destrucción.
Comienzos a caballo
La avenida Kudamm se construyó en el siglo XVI como malecón para los príncipes electores (Kurfürsten), que elegían a los emperadores alemanes, a fin de que éstos pudieran cabalgar velozmente desde el palacio en el distrito de Berlín-Mitte, el principal de la ciudad, hasta su castillo de caza en Grunewald, al oeste de Berlín. No fue sino hasta el año 1875 que el fundador del Reich alemán, Otto von Bismarck, ordenó convertir la polvorienta ruta en un amplio y distinguido bulevar.
Más tarde, y a paso acelerado, el Kudamm se transformó en una pasarela de los descubrimientos científicos de la época. En 1882 pasó por allí el primer trolebús del mundo. Cuatro años después, Carl Benz patentó el primer coche a motor marcando así el nacimiento del automóvil, el medio de locomoción favorito de la población más pudiente de Berlín. El 5 de mayo de 1886 se inauguró la primera línea de tranvías alemanes, fecha en la que también se conmemora en los anales de la ciudad el nacimiento de la avenida Kurfürstendamm, a pesar de que el barrio en el que se encuentra no pertenecía entonces a Berlín sino a la ciudad Charlottenburg, que pasó a formar parte de la capital alemana recién en 1920.
Urbana y moderna, arquitectura de posguerra en la avenida Kurfürstendamm.
Por los 3,5 kilómetros de la Kurfürstendamm, al oeste de la ciudad de Berlín, pasaron retazos muy movidos de la historia alemana. En el Café Románico se reunían a debatir Berthold Brecht, Erich Kästner y Max Reinhard. En 1922 se rodó allí, y no en Hollywood, la primera película sonora del mundo, acompañada de las protestas sobre sus supuestos efectos devastadores para el sistema nervioso. Los espectadores la recibieron con júbilo, y sobre el Kudamm se erigieron las primeras salas de cine, algunas pomposas, otras modernas.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el ajetreo en el Kudamm intentaba hacer olvidar los sufrimientos de la guerra. En 1945 se recuperaron los cines, los desfiles de moda y los cafés. Y, con ellos, la popularidad. En 1952 llegaron al festival de cine Berlinale estrellas de envergadura internacional.
En 1961 se construyó el Muro de Berlín, que dividió la ciudad en dos: Berlín Este y Berlín Oeste, y la guerra fría estaba en pleno auge. La Kudamm tuvo un papel preponderante en la confrontación entre los dos sistemas políticos. Se la reconstruyó como vidriera de la libertad de Occidente, con oficinas y tiendas modernas, y con diversos lugares de esparcimiento.
Durante la visita del Shá de Persia, el 11 de junio de 1962, se produjeron protestas estudiantiles que terminaron con la muerte del estudiante Benno Ohnesorg, acribillado a balazos, un suceso que marcó una cesura en la historia y fue catalizador del movimiento del 68 en Alemania.
El 11 de abril de 1968, el líder estudiantil Rudi Dutschke sobrevivió apenas a un atentado en plena calle. El movimiento estudiantil, de por sí radicalizado, se radicalizó aún más, y de sus filas surgió la Fracción del Ejército Rojo (RAF), cuyo terror asoló a Alemania Occidental durante los años 70.
Perdura el mito de la avenida Kurfürstendamm
La Kudamm siguió siendo el corazón de Berlín Occidental hasta la caída del Muro, con su especial combinación de avenida de compras, peatonal y lugar de protestas, y como punto de encuentro de artistas y bohemios.
Y aún hoy, cuando los berlineses quieren festejar, van a reunirse al Kudamm. En 1979 desfilaron los homosexuales en su primer Christopher Street Day. En 1989 se organizó el primer Love Parade, y, en la noche del 9 de noviembre de ese mismo año, los berlineses del Este llegaron con sus “trabis” (automóviles Trabant, de Alemania del Este), a bailar y celebrar la desaparición del Muro de Berlín y la reunificación alemana, dando lugar a escenas e imágenes que recorrieron el mundo
La Kudamm en todo su esplendor nocturno y más actual que nunca.
En los años 90, la Friedrichstraße y el bulevar “Unter den Linden”, en el centro histórico de la ciudad de Berlín, le ganaron en popularidad y afluencia turística al Kudamm. Sin embargo, actualmente, la avenida de los príncipes electores ha vuelto a cobrar interés. Los vecinos se unieron a comienzos del nuevo siglo para promocionar la vuelta del Kurfürstendamm. Hoy, el Kudamm es objeto preferencial de importantes inversores rusos y ha renovado sus fachadas y sus centros de compra. Con diseños arquitectónicos basados en la transparencia del cristal, antiguas salas de cine remodeladas para un público exigente y el hotel “Waldorf-Astoria”, de 118 metros de altura, acaba de iniciarse un nuevo capítulo en la historia de esta avenida alemana de renombre internacional.
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