No era Osama

HERIBERTO YEPEZ

Cuando las torres gemelas fueron atacadas por Osama Bin Laden, miles celebraron la muerte de norteamericanos. Diez años después, miles de norteamericanos celebraron la muerte de Osama.

Culturalmente, el terrorismo ganó la guerra.

En el discurso en que Obama anunció la ejecución de su enemigo, habló de “una familia americana” y al final bendijo a Estados Unidos en nombre de Dios.

¿Existe una diferencia esencial entre el discurso de Obama y el de Osama?

Ambos dicen “defenderse” y justifican eliminar violentamente al enemigo, ese otro, ese Malo, ese desechable.

Después del anuncio, el New York Times mostró fotos del festejo en todo el país. La historia de portada de MSN en línea rezaba: “La muerte de Bin Laden, un ‘regalo’ de papá, dice hijo de víctima del 9-11” y los suscriptores de la revista Parents recibían como consejo del día: “hablar de la muerte de Osama con tus hijos”.

Decenas de locutores —entre ellos el célebre Regis Philbin, una de las mayores estrellas de la televisión norteamericana— cometieron el lapsus de anunciar “la muerte de Obama… perdón Osama”, lo cual resulta simbólico: lo que ese día murió fue la diferencia cultural que Obama pudo haber establecido.

Es paradójico que un hombre que usó palabras de Martin Luther King —el mayor visionario norteamericano— en su discurso como presidente electo, ordenó matar a su enemigo disparándole en la cara y tirando su cuerpo al mar, como si fuera un perro.

Paradójico, además, que un presidente de raza negra con un linchamiento provoque una fiesta nacional.

Cito a King: “No dejes que nadie te haga pensar que Dios ha elegido a Estados Unidos como su fuerza mesiánica divina, a modo de policía del mundo”.

King, por esto y más, fue eliminado.

Además, los valores de la filosofía de King, el perdón, compasión y “el amor al enemigo”, no existen en Obama, ¡que en su discurso invocó a Bush!

Este es el mayor éxito político de Obama y su mayor fracaso ético.

La lección cultural del 9-11 no fue aprendida. Ganó el odio. La celebración de la muerte-del-otro.

No es azar que la operación y el nombre secreto que los Navy Seals dieron a Osama fue “Gerónimo”, el nombre del gran guerrero apache atrapado por el ejército norteamericano en el siglo XIX.

Varios líderes indígenas norteamericanos han protestado contra esta nueva ofensa supremacista.

Lo que Obama mató fue la cultura alternativa norteamericana; la lucha de indígenas, negros o gays para cesar los crímenes de odio y la deshumanización del otro.

Si Obama hubiera perdonado a Osama como mensaje de un cambio de valores, habría parido una nueva cultura norteamericana. No fue así. Billy the Kid fue reiterado.

Al que le destrozaron la cara y tiraron al agua, no era Osama bin Laden. Era Martin Luther King.

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