“Todas las novelas son históricas. El presente es un devenir de la historia” Mitchell James Kaplan

ENTREVISTA EXCLUSIVA  CON  MITCHELL JAMES KAPLAN, autor de la novela “POR FUEGO, POR AGUA”

Este 18 de mayo, se presentará en la Comunidad Sefaradí la novela histórica “Por fuego, por agua”. Anticipándose a dicha presentación, Enlace Judío entrevistó su autor, Mitchell James Kaplan.

EJ: Sr. Kaplan, háblenos de usted, su familia, sus antecedentes.

JMK: Mi padre era profesor de cardiología en UCLA. Mi madre era profesora de literatura en Munich, Alemania.

A los trece años estudié en un internado cerca de Santa Barbara, California y más tarde asistí  a la Universidad de Yale en New Haven, Connecticut. Durante mi estancia en la universidad, conocí al escritor William Styron (“Sophie’s Choice”) quien, habiendo leído mis primeros textos literarios, me animó a dedicarme a escribir novela.

Después de graduarme viví siete años en París, Francia, donde trabajé como traductor y después me mudé a Los Ángeles donde  residí dieciocho años trabajando en la industria del cine. Cuando sentí, por fin,  que estaba listo para escribir mi primera novela, vendí mi casa y mi avión privado y busqué  un lugar donde podría darme el lujo de vivir de mis ahorros por unos años junto con mi esposa Annie y nuestros dos chicos. Elegimos Mount Lebanon, Pennsylvania, un suburbio de Pittsburgh.

EJ: ¿Qué le motivó a escribir esta novela? ¿De dónde viene esta idea, cómo surge y se desarrolla la semilla de esta novela histórica?

JMK: Hace tiempo encontré en una biblioteca una lista de los marineros a bordo de barcos de Cristóbal Colón. Uno de ellos me intrigó: Luis de Torres, traductor de Colón quien hablaba árabe, hebreo, arameo, y español. Supuse que probablemente se crió en el barrio judío del emirato islámico de Granada antes de la caída de Granada a Isabel y Fernando en 1492. Entonces, me pregunté ¿ por qué Colón necesitaría un traductor que hablaba hebreo, árabe y arameo? Estudiando los escritos de Colón, descubrí que esperaba descubrir el paraíso terrestre, el Jardín del Edén. Tanto judíos como cristianos pensaban que el lenguaje de Dios, el hebreo, se hablaba en la región del Jardín del Edén. En ese momento, me enganché. Mucho más tarde descubrí el rol de mi protagonista, el canciller de Aragón, quien financió el viaje de Colón y cuya vida fue muy dramática debido a sus problemas personales de identidad y sus problemas con la Inquisición española.

EJ: La novela se desarrolla a finales del siglo XV, en España, en el centro de importantes eventos culturales y políticos, que ahora sabemos, cambiaron el curso de la historia del mundo. ¿Cómo realiza la búsqueda de los datos históricos y, de hecho, en qué se basa la novela?

JMK: Pasé muchas horas indagando en bibliotecas tanto en los Estados Unidos como en Europa. No sé cuántos libros he leído acerca del tema, cincuenta o sesenta, tal vez más. He visitado España en tres ocasiones. Estudié pinturas de la época. Se aprende mucho de pintura: cómo las personas se conducen en soledad, al hablar entre sí, al hablar con Dios; observé cómo vestían, cómo la luz caía desde las ventanas de sus casas… La investigación continúa todo el tiempo, porque cuando se escribe una novela, todos y todo lo que se conoce es motivo de inspiración.

EJ: ¿De dónde surge el título “Por fuego, por agua”? ¿Qué significa? ¿Y por qué lo eligió como título de su novela?

JMK: El nombre proviene de una plegaria hebrea que se recita en los días de luto. “¿Quién [morirá] por el fuego, por el agua…” Para mí, la línea surge desde las hogueras de la inquisición y desde el agua en las naves de Colón. Yo quería un título sugerente, connotativo, y no algo demasiado específico.

EJ: ¿Qué autores lo han inspirado? Más concretamente, ¿fue el trabajo de cualquiera de los autores una influencia clave en el desarrollo de su historia?

JMK: He aprendido mucho de tantos escritores. De Shakespeare, he aprendido el lenguaje, sobre grandes personajes colmados de inteligencia, imaginación y emoción y la riqueza de sus metáforas. De Dickens aprendí los valores de empatía y realismo. De Márquez y Borges aprendí que la mente en el sueño y la mente en la vigilia no son organismos distintos. De Herman Hesse, cómo funcionan las paradojas, las contradicciones de nuestra naturaleza espiritual y material que coexisten en nuestras mentes y corazones. De Nathaniel Hawthorne, aprendí a evocar un tiempo y un lugar y la forma de aportar a la narración un significado moral. Chaucer, Rabelais y Moliere  me inspiraron sobre vistas, sonidos y personalidades de la Europa medieval. Ésta es una lista muy incompleta. Es difícil no añadir a John Steinbeck, a William Styron y los escritores franceses Albert Cohen y Julien Gracq. Le debo mucho a todos ellos, y muchos otros.

EJ: ¿Qué representa su novela desde el punto de vista estético?

JMK: Cuando Shakespeare, por boca de Hamlet, nos dice que la finalidad del teatro es “sostener un espejo ante la naturaleza”, está declarando un credo estético. El punto de la obra, y más en general de la narrativa, no es para llamar la atención hacia el estilo del escritor o hacia su inteligencia. Se trata de describir el mundo y, más concretamente, el mundo humano. (Por “naturaleza”, Shakespeare no se refiere a cascadas y parques nacionales.) El poeta sabía que la imaginación y la emoción, así como el intelecto, son las características más destacadas de ese paisaje humano. Basta pensar en sus personajes: Hamlet, Otelo, Romeo y Julieta… Todos poseen prodigiosos recursos imaginativos, intelectuales y emocionales. Esto es lo que los hace memorables.

Mi intención como autor es ser invisible. Me gustaría que la atención de mis lectores diera luz para iluminar los rostros, mentes y corazones de mis personajes, en lugar de a mi prosa o a mi capacidad de invención narrativa. En términos de estilo, prefiero el lenguaje connotativo al lenguaje llano y estoy muy atento a los sonidos de las palabras, pero no uso el lenguaje para distraer la atención de los personajes y de sus historias.

EJ: ¿Por qué escribir una novela histórica?

JMK: Aunque no sustraigo la importancia y el valor que tiene la ficción como entretenimiento, creo, de hecho, que es obligación del autor entretener a sus lectores; también creo que la buena ficción que nos dice algo importante acerca de nuestro mundo. Y nuestro mundo es el producto de los mundos que vinieron antes.

En mi opinión, todas las novelas son históricas. El presente, después de todo, es un devenir de la historia. Ponerse de acuerdo con cada momento de la historia, sus paisajes, sonidos, aromas y  personajes, implica el mismo tipo de trabajo si ese período es reciente o remoto.

EJ: ¿Cómo creas tus personajes, ¿cómo se desarrollan para tomar vida?

JMK: Mis personajes se descubren ante mí, se revelan. Algunos se descubren por completo, algunos paulatinamente. El proceso no se concientiza hasta bien entrado el trabajo del segundo borrador, incluso más tarde. Me doy cuenta: “Ah, ya veo: este personaje se inicia como una persona arrogante, pero los acontecimientos, sobre los cuales no tiene control, le enseñan humildad” o “Esta persona aprende a ver el mundo más allá de los estrechos límites de su simple educación judía”. Entonces hago ajustes en todas partes.

EJ: ¿De qué manera tu trabajo anterior como guionista influye en su creatividad literaria, tanto técnica como estéticamente?

JMK: Aunque nunca busqué ser guionista, caí en que la ocupación por casualidad y dependía de ello como medio de vida durante varios años. La mayor parte de mi trabajo consistió en pulir los esfuerzos de guionistas bien establecidos que necesitaban ideas sobre cómo hacer sus guiones más estrictos técnicamente o proveer a sus personajes de mayor fuerza o la forma de impactar con el diálogo. Aprendí muchas lecciones de la industria cinematográfica. La más importante es el valor de la economía. Cada escena, de hecho, cada palabra, deben servir  a un propósito bien definido.

EJ: Háblanos de los premios que ha recibido por su novela.

JMK: Incluso antes de que “Por fuego, por agua” saliera a la luz, me enteré de que la comunidad judía de Filadelfia lo había seleccionado como el libro 2010-2011, para su programa de lectura “Un Libro, Una Comunidad Judía”. Éste es el programa más grande y más importante de su tipo en los Estados Unidos y por ende envía una poderoso mensaje a lectores judíos y no judíos en todo el país.

En Houston y en el Estado de Delaware sucedió lo mismo: la selección de mi primera novela como el libro 2010-2011 elegido por la comunidad para sus programas de lectura. En poco tiempo todas las comunidades del país me invitaron a ofrecer pláticas, como tan amablemente me han invitado a la Ciudad de México.

Más tarde me enteré de que mi libro había sido finalista en los Premios Goodreads Choice, en el cual más de cuatro millones de lectores en todo el mundo votan por sus novelas favoritas. Me asombré mucho ver “Por fuego, por agua” aparecer en la misma página web junto con novelas de enorme éxito y de autores bien establecidos:

https://www.goodreads.com/award/choice/2010#41643-Historical-Fiction

Más tarde, mi libro fue nominado para recibir el premio: Libro del Año en la categoría de ficción histórica por “Forwad Reviews”, revista literaria reconocida como la revista impresa más respetados de la industria editorial:

El ganador de este premio será anunciado en junio.

Recientemente, “Por fuego, por agua” ganó la medalla de oro del Premio IPPY, el más alto honor concedido en la categoría de ficción histórica de la  Independent Book Publisher’s Association.

Asimismo, un gran número de críticos han declarado “Por fuego, por agua” uno de los mejores libros del año 2010 (véase mi página web: www.mitchelljameskaplan.com).

EJ: ¿Está preparando una nueva novela? ¿Va a ser también de corte histórico?

JMK: Mi próxima novela se desarrolla en el siglo I de la era Cristiana y se refiere a las dos formas de monoteísmo en Judea: el judaísmo rabínico de la era temprana y el proto-cristianismo, que luchan por sobrevivir y se definen en el despiadado mundo del politeísmo romano. Después de eso, tengo la intención de escribir un libro ambientado en la década de 1960.

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