MARÍA JOSÉ ARÉVALO GUTIÉRREZ
“Tu pueblo es mi pueblo, y tu Dios, mi Dios” (Ruth 1:16)
Al igual que le ocurrió a muchos conocidos judíos en el pasado, del mismo modo deben de afrontar hoy en día muchos judíos ilustrados la cuestión de si se puede ser judío y Moderno. Una difícil disyuntiva que en un momento u otro de su vida se ven abocados a plantearse: ser hombre de su tiempo y aceptar todo lo que con ello conlleva o ser judío con todas las consecuencias, exponiéndose a no ser Moderno. M. Mendelssohn (1726 – 1786) fue uno de los principales representantes del movimiento de modernización espiritual de los judíos en Europa, que buscaba liberarse del particularismo oprímete y entrar en la civilización Moderna en igual de condiciones.
En una entrevista realizada al Prof. Paul Mendes – Flohr de la Universidad Hebrea de Jerusalén, declaraba que la tradición religiosa judía estaba en crisis, pero que era más difícil de afirmar que la tradición judía como complejo cultural también lo estuviera. “Es un desafió integrar otras culturas en la vida de un judío y en eso radica entre otras cuestiones el ser Moderno. Es un hecho que el judaísmo nunca estuvo desconectado de las restantes culturas”.
Existen judíos que se cubren la cabeza, en tanto que otros no lo hacen; algunos respetan las leyes dietarías del kashrut, en tanto que otros, que las consideran anacrónicas. Algunos judíos se consideran religiosos, otros, seculares; algunos son creyentes y otros, agnósticos o ateos. Para otras comunidades ser laico y judío era absolutamente incompatible, salvo para la “tozudez” judía que insistía en ser judío sin observar la religión. El sentido grupal que tiene el pueblo judío, sus tradiciones y ricos valores, les hace sentir una acentuada coherencia colectiva, por las vivencias sufridas por sus antepasados.
Considerar al judaísmo como religión ha sido uno de los errores mas trágicos para judíos y no judíos en los últimos dos siglos. Ser judío no es una decisión personal optativa o voluntaria, sino algo óntico. Es una de las maneras dentro de otras muchas de ser persona. Lo que si podemos afirmar es que no es una manera sujeta a elección o voluntad, sino que es una condición objetiva y relativa a otros a los que se esta asociado recíprocamente. Tal vez el termino mas apropiado en la modernidad para definir al judaísmo seria el de “identidad”. La creciente secularización del mundo occidental, el componente étnico de la identidad judía y las diferencias existentes entre los judíos y grupos “puramente” religiosos, se han empezado a distinguir con mayor claridad. En un macro-proceso social que se viene desarrollando se produce una ruptura entre la religión y etnicidad en el interior del pueblo judío. La vida se ha transformado hacia un lado más laico (Mayer et. al. 2.003; Levy et. al. 2.000), aunque se tienen en consideración las costumbres, celebraciones judías exentas de significado religioso o, alternativamente, se reinterpretan rituales de origen religioso, otorgándole a los mismos significados, desvinculados de los principios de fe judía.
Los judíos contemporáneos fuera de Israel, viven integrados en la vida civil y política de los países en los que residen. Esta participación es la derivación de diversos factores, tanto religiosos como históricos, y debido a la opresión a las que se ven sometidos por otras religiones, se manifiestan por ello como fuertes partidarios de la separación entre la iglesia y estado. No cabe duda de que las diferencias religiosas de la época premoderna son el origen de la imagen de los judíos como seres extraños y no integrables, pero serian los nuevos modelos del antisemitismo político los que utilizarían dicha imagen, para construir la idea de la esencial alteridad de los judíos.
En el siglo XIX se produjeron tensiones entre la sociedad Moderna y el modo de vida de las comunidades hebreas tradicionales, debido a la reforma judaica. Precisamente una de sus ideas es animar a los judíos a abrazar la modernidad, mezclándose con la sociedad exterior. Ya Mendelssohn creía en su época, que la misión de los judíos era llamar la atención sobre la unicidad de Dios y recordar constantemente al resto de la humanidad las obligaciones que conllevaba el monoteísmo ético. El llego a reivindicar la libertad de culto y la eliminación de las injerencias estatales en los asuntos religiosos: “No ofrezcan sobornos o incentivos para alentar a la gente a adoptar determinadas teologías. Permitan a todos los que no perturben la paz […] que adoren a Dios a su manera”.
La Ilustración judía modifico por completo las vidas en las juderías occidentales, de las que poco a poco se fueron retirando sus pobladores. Igualmente eliminaron las restricciones laborales, desechando el estado conceptual ortodoxo existente hasta entonces para adquirir nuevos conocimientos del mundo secular. El movimiento reformista se extendió pronto por toda Alemania donde surgió por iniciativa del financiero Israel Jacobson (1.768 – 1.828), construyéndose en Londres la primera sinagoga en 1.841. En EE.UU se produjo una conversión gradual, con liturgias similares a las del Templo de Hamburgo, asegurando que evitarían cualquier referencia que pudiera disgustar a un israelita “bien educado”.
El movimiento reformista promovía que tanto las chicas como los chicos acudieran a escuelas religiosas hasta los dieciséis años. El matrimonio también ha sufrido debida a la evolución algunos cambios. Mientras que los ortodoxos estrictos continúan con la tradición de que los jóvenes han de casarse al final de su adolescencia, la realidad es que la gente joven acude a las universidades seculares donde pasan una larga preparación profesional. Por ello no es raro que en ese tiempo elijan una pareja no judía. En los EE.UU a finales de los ochentas, más de la mitad de los matrimonios celebrados eran matrimonios mixtos. La identidad judía estaba cada vez más abierta a diversas opciones, y las opciones a nivel personal eran debida a varios factores: la posición social, el medio, la herencia religiosa y cultural, el nivel de formación, los compromisos y obligaciones profesionales e ideológicas.
En las zonas del mundo, donde la población judía es minoritaria, muchos se han decidido a abandonar las prácticas religiosas, siendo únicamente judío en un sentido étnico. Los judíos practicantes se encuentran en la actualidad con la posibilidad de elegir entre las diversas ramas, tendencia o corrientes del judaísmo, aunque los judíos ortodoxos se aferran a las tradiciones autoritarias históricas, rechazando en su totalidad todos estos movimientos generados, ya que hacen demasiadas concesiones al proceso de secularización. La corriente ortodoxa está especialmente muy arraigada en Israel, aunque sus seguidores se cifren en aproximadamente solo un 15% de la población, frente al casi 30% que no cumple la ley judía en absoluto.
El término ‘judaísmo ortodoxo’ es una definición genérica que se emplea como diferenciador del judaísmo reformado-liberal y del tradicionalista masorti y sobre todo, es una entidad muy heterogénea que comprende todas las corrientes y variantes aparecidas a partir del siglo XVIII. Los ortodoxos consideran sus concepciones religiosas y su modo de vida como realmente judíos, y las decisiones tomadas por las otras corrientes –las reformadas– las consideran como no válidas, incluso heréticas. Se suponen depositarios de la tradición judía y trabajan para asegurar la conservación de las antiguas formas de autarquía social y cultural. El judaísmo reformado, que actualmente predomina en EE.UU con un 60% de judíos religiosos, no es muy sionista aunque respalda el proceso de paz en Oriente Medio.
Es ejemplar la evolución que se ha producido con el paso del tiempo, dentro del judaísmo en los diversos países y culturas distintas. La población judías de todos esos países lograron transformarse en ciudadanos respetables y respetuosos de la ley, al tiempo que salvaguardaron su lealtad hacia su religión. Sobrevivieron como judíos porque adoptaron la cultura que los rodeaba al judaísmo, en lugar de hacer lo contrario. Es decir, volvemos a lo fundamental para poder convivir fuera del ámbito original tanto de una persona, cultura, religión […], y que se denomina integración o la adaptación al entorno nuevo.
No cabe duda que dentro del ser Moderno, un judío puede ser observante y un miembro pleno del mundo actual, ya que hay yeshivots que imparten a los jóvenes judíos tanto una consolidada formación en materia de judaísmo como una educación secular, también hay cuantiosas escuelas y universidades que dan vacaciones en las festividades religiosas, hay lugar al planteo del Shabat en las empresas, los alimentos kosher son ahora más accesibles de conseguir y de reconocer.
Aun así, dejo la pregunta a los lectores plateada: ¿Es posible ser judío Moderno?
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