LEÓN OPALIN
En el mundo globalizado del siglo XXI se observan crecientes manifestaciones de antisemitismo, promovidas en buena medida por grupos islámicos fundamentalistas; por la nueva izquierda europea que encubre un viejo antisemitismo a través de un antiisraelismo que niega legitimidad al Estado de Israel “por la actitud racista de su gobierno contra los palestinos”.; por la ultraderecha de diferentes naciones que es heredera del delirante antijudialismo de los nazis que se inspiran en una cultura de odio y necrofilia.
En este contexto, cabe notar que el concepto de antisemitismo podría entenderse como una actitud racista contra los pueblos semitas en general, no obstante, es utilizado en forma exclusiva para expresar hostilidad contra los judíos. Los resentimientos antijudíos como grupo derivan de prejuicios religiosos, raciales, culturales y étnicos, principalmente; el término antisemistimo fue acuñado en 1879 por el periodista Wilhem Marr y empleado por primera vez en un panfleto que exhortaba a la hostilidad contra los judíos, sin embargo, estaba desprovisto de toda connotación religiosa. En este sentido, fue en los albores del cristianismo que por razones religiosas se fomentó el odio a los judíos por toda Europa. En el año 312 DC cuando Constantino se convirtió al cristianismo, se alentó sistemáticamente las persecuciones a los judíos; durante ese siglo se inició la práctica de los cristianos de quemar sinagogas.
En el marco de los orígenes del antisemitismo, este se podría ubicar el siglo XIV AC cuando el Faraón del Viejo Egipto esclavizó a las tribus judías y les limitó sus prácticas religiosas. Una vez establecidos en el antiguo Israel los judíos fueron hostilizados por varios pueblos; en el año 587 AC el rey de Babilonia, Nabucodonosor II, destruyó el primer tempo de Jerusalén y los judíos fueron exiliados a Babilonia; los griegos también pretendieron eliminar a los judíos, 160AC, vía la helenización de su cultura y su religión. Empero, el verdadero martirio de los judíos se registró en el año 70DC cuando las legiones romanas bajo las órdenes de Tito destruyeron el Templo de Jerusalén, (que había sido reconstruido) y la propia ciudad de Jerusalén. La diáspora judía (el errar de los judíos por todo el planeta) comenzó ese año y se prolongó por casi dos siglos hasta la creación del Estado de Israel en 1948.
El oscurantismo y la intolerancia religiosa que caracterizó la Edad Media Europea (siglo V al XIV) fue caldo de cultivo para un activo antisemitismo que culminó con la Santa Inquisición y la expulsión de los judíos de España en 1492; detrás de las instigaciones antisemistas estuvo la Iglesia Cristiana; sus prácticas antisemitas fueron inspiración para el Nacional Socialismo de Hitler. Así por ejemplo, el Cuarto Concilio de Letrán (1215) obligaba a los judíos a utilizar distintivos cosidos en sus ropas y gorros puntiagudos.
Desde el siglo XII se ordenó a los judíos vivir separados de los cristianos en barrios suburbanos; las juderías en España o los gettos en otros países. Se les prohibió realizar matrimonio con cristianos; y no podían desempeñar cargos oficiales, aunque esta disposición fue violada frecuentemente por la voluntad de los reyes, sobretodo de España, dada su gran habilidad como banqueros y comerciantes, entre otras profesiones. Durante la Edad Media se prohibió a los cristianos consultar a médicos o cirujanos judíos, sólo en caso de necesidad; por lo demás el culto judío no podría celebrarse en público; tampoco podían comprar tierras.
La aversión hacia los judíos llegó al extremo a raíz de que se les acusó de ser los causantes de la peste negra en el siglo XIV que diezmó a la población europea; se les culpó de haber envenenado las fuentes de agua y por primera se habló de la existencia de una conspiración mundial de los judíos.
La expulsión de judíos y árabes de España fue un gran revés para este último país, dada la significativa participación que estos grupos tenían en su economía; la expulsión significó un serio retroceso económico, social y político, empero, fortaleció a la alta nobleza, formada por la aristocracia militar y eclesiástica cuyo régimen terminó con la muerte de Franco.
La vida de los judíos en la diáspora estuvo repleta de vicisitudes culminó con el Holocausto, el mayor y más cruel genocidio registrado en la historia. La persistencia del antisemitismo indica que el hombre no ha aprendido la lección y que el antisemitismo se está expandiendo, bajo otras denominaciones, y a otros pueblos. El neoantisemitismo está alentado principalmente por los movimientos islámicos fundamentalistas que ven a Israel como una amenaza a los regímenes feudales que han establecido en diferentes países del Medio Oriente y el Norte de África, principalmente; no aceptan al Estado de Israel porque lo consideran “fruto del despojo de las tierras a un millón de palestinos”, olvidándose que cuando se creó el Estado de Israel más de un millón de judíos que habitaban en las naciones árabes, fueron vejados, les quitaron sus propiedades y activos y finalmente expulsados a una nueva diáspora.
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