ANÓNIMO
Acabo de llegar a casa después de haber tenido una experiencia trascendente en mi vida. Le pedí al taxista que me dejara unos 300 metros antes de mi casa para poder caminar un poco solo y pensar en lo que me acaba de pasar, comencé a caminar y decidí acercarme un poco más a la oscuridad para contemplar la noche, entonces me dirijí al puente que deja sonar la corriente del río que pasa debajo; me acosté en el piso y miré hacia las estrellas. E n lo único que pensé fue en dirigirme a D-os y pedirle que nos de inteligencia y tolerancia y que de una vez por todas acabe con este conflicto; enseguida me paré y caminé directo a mi casa, pensando que algo que debía de escribir. Lo que había vivido la noche de hoy era únicamente una mínima probadita de lo complejo y real que es este conflicto. Pero las cosas pasan por algo.
Eran como las 11:00 de la noche del jueves y como de costumbre íbamos al bar que frecuentamos, éramos solo un amigo y yo; mi amigo no trajo su identificación y por más que insistimos no lo dejaban pasar, fuimos a su casa por la identificación y regresamos, al entrar al bar nos dirigimos a la mesa de mis amigos donde nos ofrecieron un trago que aceptamos con gusto.
Después de pocos minutos me dijo que iría a saludar a una amiga, lo acompañé y empezó a bailar con ella, yo con la mirada perdida estaba esperando a ver si veía a alguien conocido o si milagrosamente veía con quien bailar. No pasó mucho tiempo cuando mi amigo jaló a otra amiga suya y la dirigió hacia mí, ella no titubeó ni un momento y se pegó a bailar conmigo, yo muy contento pensé que podría ser buen prospecto para la noche: un minuto y esta muchacha bien parecida ya bailaba conmigo nariz con nariz, le pregunté su nombre y me contestó diciéndome “¿qué nombre me pondrías?”, no supe qué decir así que lo primero que se me ocurrió fue “Julia”, se rió y me dijo un nombre que no entendí, lo único que entendí en ese momento fue que era libanesa, y en un lapso menor de cinco minutos tuvimos contacto labial, o sea, nos besamos, esta mujer me alejaba la cara y me miraba fijamente a los ojos con una expresión que pocas veces he visto en una mujer hacia mí, era una expresión como de deseo y pasión, se veía como que no creía lo que veía, yo la verdad me saqué de onda pero me encontraba muy contento por lo que estaba ocurriendo, ni yo mismo me la creía que con tan poco tiempo ya estaba con una mujer para divertirme mientras estaba ahí.
“Julia” me levantó la camisa varias veces y me decía cosas como “you´re so hot” o “que bello eres”, yo no sabía qué responder, solamente le pregunté que porqué hablaba en inglés y me dijo que era de Inglaterra, que ahí nació y lleva cuatro años viviendo acá pero que decía que era libanesa porque su familia es de ahí. En un momento hasta le hizo señas a mi amigo y le dijo a lo lejos: “Cómo no me lo habías presentado antes”.
En algún punto de la noche, no mucho tiempo después de haberla conocido, me preguntó mi nombre, en realidad dudé un poco en qué decirle pero todavía no soy muy bueno con las mentiras en esos casos así que le dije mi nombre de origen hebreo, ella no lo entendió y me reí por lo que entendió, pero enseguida le preguntó mi nombre a mi amigo que pasaba por ahí y este se lo dijo con señas, en ese momento la mujer cambió su mirada de pasión hacia mí por una de cuestionamiento y enojo (como si yo tuviera la culpa de algo malo), ” ¿eres judío?” me preguntó y yo le respondí amigablemente ” ¿quieres que sea?, ¿porqué si sí qué tiene?”, ella me respondió, soy libanesa y le dije “sí, soy judío y qué, ¿ no viste Zohan?”, ella se rió, por un instante me vio con una cara de extrañeza y enseguida me sonrió y me vio con la misma cara de deseo que traía minutos antes. Si ella no tenía inconveniente con que yo sea judío, yo tampoco lo tenía si ella era libanesa, al fin y al cabo solo estábamos compartiendo una noche juntos.
Seguimos al ritmo de antes entre, besos, sonrisas, un poco de baile y su constante mirada que me hacía cuando alejaba mi cara de la de ella y me agarraba el pelo llevándolo hacia atrás, seguía diciendo que realmente estoy muy guapo, hasta me llegó a decir que estaba enamorada, yo no sabía qué responder a sus elogios y le decía que ella también era muy guapa, en un momento preguntó por mi edad y le dije 16, se sacó de onda, me reí y dije 22, se alivianó diciéndome que ella también.
Me pidió que le invitara algo de tomar y fuimos por una cerveza. En algún momento me pidió que la acompañara a fumar y le dije que no me gustaba que fumara, a lo que me respondió: “claro, por tí que dejaría lo que sea”.
Uno de los momentos que más me sorprendió fue cuando me miró fijamente a los ojos y me dijo: “eres muy bueno, lo puedo ver en tus ojos, eres lindo y tierno” le pregunté porque lo decía a lo que respondió: “se puede ver en tus ojos”, y sonrió. Yo estaba feliz y claramente ella también, la noche parecía una noche que habría que contar y así lo fue.
En determinado momento de la noche llegó un compañero de la clase y me dijo: “mira, te quiero presentar a mi amigo (otro que venía con él), es israelí y le dije que tu eres judío”, sabiendo hablar hebreo y con lo poco que puedo practicarlo aproveché y enseguida comencé a hablar en hebreo con él, nuestra conversación fue únicamente cuál era su razón de estar en México y cosas simple. Mientras, “Julia” puso una cara de confusión y se volteó a fumar un cigarro, sentí que estaba perdiendo mi oportunidad de la noche así que le dije en hebreo al israelí “escucha hermano, estoy con esta chava y no está muy contenta de que sea judío ya que ella es libanesa, así que si me disculpas voy por ella” a lo que respondió con una sonrisa: “claro que sí ve por ella, mucho gusto en conocerte”.
Al voltearme hacia donde estaba esta mujer la agarré del brazo y ella se volteó haciendo un movimiento para intentar zafarse, le dije: “¿qué pasa, por qué fumas?”, ella me vió con cara de desprecio y me dijo “eres judío”, le respondí “si, ya te lo había dicho”, “pero es que no entiendes? yo soy palestina”. Todavía con un humor relajado le respondí: “si, y qué, no viste Zohan”, esta vez ya no respondió, para evitar la tensión le dije: “cómo, ya decídete, libanesa, inglesa o palestina”, no le causó ninguna gracia y repitió “soy palestina y un judío mató a mis abuelos”, en ese momento entendí que se había acabado la tranquilidad y la situación se puso muy tensa.
“¿es en serio? le pregunté, ya que no estaba entendiendo lo que estaba pasando, esta mujer que parecía prácticamente enamorada de mí poco tiempo antes ahora me estaba viendo con una cara de desprecio y prácticamente culpándome de la muerte de sus abuelos, no dije nada unos segundos, la vi con una mirada de desconcierto y le dije “ok, está bien”, me dijo: “gracias por la cerveza” y en seguida: “ah, por eso eres tan guapo” (por judío) y fue directamente con mi amigo, que por cierto, no es judío y agresivamente le dijo que cómo no le había dicho que era judío y que cómo se atrevía a presentarnos, mi amigo inocentemente se disculpó y dijo que nunca lo había asociado.
Lo que realmente pasó fue que como nos conoce a los dos por separado sabe que los dos somos muy alivianados con lo que respecta a religiones, lo que no sabía era que no lo somos tanto respecto al conflicto palestino-judío.
Yo, desconcertado, me quedé viendo, y sin entender lo que había pasado. ¿Cómo surgió un conflicto tan fuerte de una relación tan vaga de no más de una hora?
Cuando vi que la mujer se alejó de mi amigo, este me hizo una expresión que dio a entender que no tenía ni idea de lo que había pasado, le hice una seña para que ya nos vayamos y él como es muy leal me dijo:” claro que sí”.
Lo poco que pude pensar me dio tiempo para recapacitar un poco y darme cuenta que estaba mal irse así como así, por lo que me acerqué a hablar con ella, ella mostraba una actitud a la defensiva cuando le dije:” tranquila, sólo te quería decir que no tienes porqué juzgar por una persona y odiar a todo un pueblo, entiendo lo que sientes y te respeto, no te vine a decir que cambies tus principios, si no quieres estar con un judío, está bien, te entiendo y no lo cambies, sólo te pido que intentes cambiar un poco tu forma de pensar y que entiendas que no puedes odiar a todos por las acciones de otros, entiendo que un judío mató a tus abuelos, pero no lo hicimos todos, a mis abuelos los mataron los nazis y no por eso odio a los alemanes, odio a los nazis pero no puedo juzgar a todos los alemanes por las acciones de otros, eso está mal, y si eso que me dijiste hace rato era real, si viste en mi mirada que soy un hombre bueno y lindo porqué cambiarías tu visión hacia mí, yo soy judío y no nada más eso, soy israelí, nací ahí . Así que si es real lo que me habías dicho entonces ya tienes una razón para no odiar a todos, no cambies tus principios, solamente te pido que realmente pienses en que no puedes juzgar a un pueblo entero por lo que hagan algunos de ellos, espero que esto que te estoy diciendo te sirva un poco para cambiar un poco tu forma de pensar respecto a eso.”
Fueron las pocas palabras que se me ocurrieron para intentar poner un granito de arena a este conflicto.
Ella estaba sorprendida por lo que le estaba diciendo, muy respetuosa me escuchó todo lo que le tenía que decir y finalmente cambió su cara hacia mí con una expresión menos amenazadora y más amigable.
Terminando mis palabras me alejé del lugar y le comenté un poco de lo que le acababa de decir a una de las amigas de “Julia” que yo conocía anteriormente, ella también estaba sacada de onda por la situación que acababa de presenciar y después de decirle lo que le acababa de decir a “Julia”, le agregué que no era porque me importara lo que pensara “Julia” de mí con ella, esto es un problema que va mucho más allá de una pareja, ” lo que me interesa es que piense un poco lo que le acabo de decir y que no se quede con ese odio tan general”.
En mi camino a la salida me encontré a un amigo judío y le explique muy brevemente lo que acababa de pasar, su respuesta fue: “mándala a volar, le hubieras aventado tu vaso”. Esta expresión me molestó bastante porque inmediatamente sentí cómo el odio es mutuo.
Saliendo del bar caminé con mi amigo a su casa y platicamos de lo ocurrido, le di mis argumentos y el los suyos, al igual que yo, el no entendía lo que acababa de pasar, la diferencia es que yo sí estoy familiarizado con este conflicto y su nivel de gravedad, por lo que le dije: “espero que ahora entiendas un poco más de que se trata esto y la gravedad del mismo”.
Mis conclusiones fueron que la primera vez que le dije que yo era judío pensó que era broma y cuando me escuchó hablando en hebreo entendió que era real y fue cuando decidió comportarse de esa manera.
Me deja mucho aprendizaje esta experiencia, nunca me había enfrentado cara a cara con el conflicto palestino-judío y por lo menos fue de una manera pasiva.
Lo que es un hecho es que nos educan a tener un odio que no debería de existir, los odiamos porque nos odian y nos odian porque los odiamos, es un circulo vicioso. No pido que se resuelva este conflicto que parece no tener solución ya que nadie va a ceder. Lo único que siento que tiene que cambiar radicalmente es que juzguemos a un pueblo entero por obras de otros.
En esta anécdota hay mucho que aprender para seguir creciendo como personas y en mi caso también como judío.
Si hubiera sabido que sus sentimientos en contra de los judíos eran tan graves, nunca me hubiera acercado a ella, no me arrepiento de lo que hice ya que fue la única manera en la que pude haber tenido esta experiencia de la que tengo mucho que aprender y recapacitar.
Las cosas pasan por algo. El detalle es saber porque.
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