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domingo 22 de diciembre de 2024

“Detectives y Bandidos” ¿Qué no hace un escritor por ganarse la vida?

MARIO NUDELSTEJER TOIBER

Era el mes de mayo de 1951, la hija menor de Sergio Nudelstejer cumplía recién un añito de edad. Él, escritor en ciernes y periodista por vocación veía en esta fecha la aparición del primer número de una revista que en su índice anunciaba el objetivo: “La Revista de las Emociones Fuertes”. Era el número 1 de Detectives y Bandidos que en ese entonces valía al público, en el puesto de diarios en la calle, 75 centavos de peso mexicano; y ya era caro, pues las revistas de tiras cómicas como el “Pato Donald” o “Mikey Mouse” valían solo 25 centavos de peso.
Pero la historia no se centra en esto, es el relato que intrínsecamente nos exhiben dos únicos ejemplares en el archivo de mi padre, que coinciden con el display elaborado a mano por los dibujantes de este medio de difusión, que pretendía llevar al lector medio, novelas cortas de valor literario dedicadas a los relatos épicos de quienes velan por la aplicación de la justicia y luchan contra el crimen.

Es también la historia de quienes se dedicaron entusiastas a esa idea novedosa, en su época, y que si bien representó un fallido esfuerzo editorial, les marcó para siempre en su desarrollo profesional. Y es también una historia, acaso novelada, de los vaivenes que da la vida, especialmente del periodista y escritor que lleva en las venas, más que sangre, tinta de imprenta, de aquel taller de imprenta que resonaba con el “traca-tac” de la Prensa Plana y el chirriar del Linotipo donde en plomo se iba configurando el formato de la edición de libros y revistas, que pasaba luego a la “prueba de roll” que “corría” un chamaco de 16 años todas las tardes, a su llegada de la escuela primaria, y sus manos ya estaban tan teñidas de tinta que aparentaban ser manos de alguien de color.

Ya a mis cuatro años, alguna vez acompañé a mi padre a la imprenta y me encantaba verlo trabajar sobre los negativos en una mesa con superficie de cristal en cuyo interior se encendían sendas lámparas para poderlo leer. Me emocionaba que el linotipista me regalara una tirita de plomo ¡con mi nombre escrito al revés!, que podía usar para imprimir en letra de imprenta, después, embebiendo el texto en el colchoncito de tinta para los sellos de goma. Y más que otra cosa, me embebía en el trabajo que realizaba mi papá en su despacho casero, donde diagramaba las revistas o el periódico Prensa Israelita (lanzado a la calle en 1946), lo cual me parecía más que una labor de periodista, trabajo de ingeniero.

Pero volviendo a Detectives y Bandidos, es justo señalar que los forros iban impresos en papel Revolución de una cara, grueso, y los interiores en Revolución de 36 kilos (delgado) como el de los tabloides que se distribuían en aquellos días. Ese número 1 (uno) del año 1 (uno), presentaba la “Emocionante novela completa” de Carl Clausen intitulada El Crimen Perfecto. Luego el índice señala al lector que, a partir de la página 39 y hasta la 61, la Magazine expone “Acción en dos novelas cortas”: una de Waine Rogers intitulada Escuela de Cadáveres, y ¡Fuga! de D. E. Champion.

En la página 62, la sección “Historia Real de Un Crimen Famoso” presenta un relato bajo el título de El Tintorero Descuartizado de, nada menos, que Sergio O. Petricioli quien fungía en ésta, la Editora Mexicana de Publicaciones, como Jefe de Redacción al lado de Sergio Nudelstejer que aparece en el directorio de la revista como Director Gerente.

Las ilustraciones de portada, anuncios e interiores eran elaboradas por Roberto y Carlos Vargas, y la dirección postal de la Redacción aparece en la Av. Bucareli 20 – Despacho 201 (segundo piso), de lo que hoy es el Centro de la ciudad de México, justo en el nervio noticioso de la capital pues ahí se ubican los periódicos Excelsior, El Universal, Novedades y El Sol de México, y hasta la Secretaría de Gobernación (o Ministerio del Interior) que aún se encuentra en esta transitada arteria.

Por lo que respecta a publicidad, en la Tercera de Forros (interior de la contraportada) se anunciaba Casa Mendelson que ofrecía: “Aparatos de Televisión de las Mejores Marcas (¡)con pantallas hasta de 21 pulgadas(¡), Radios, (¡)Bulbos(¡), Estufas, Refrigeradores, Lavadoras, Etc.”, y otorgaba crédito por 24 meses y “precios incomparables” siempre que se pagara de contado.

A partir de la página 73, el lector podía disfrutar de “Cuatro interesantes cuentos policíacos”: Accidente, de MacKay; El Misterio de Kamchatka, debido a la pluma de Marion Crawford; La Cuchilla Sangrante, de Donald B. Hobart, y finalmente La Gata Blanca, escrito por J. F. Hutton.

Pese a lo rudimentario de este esfuerzo editorial, la redacción es limpia, sin errores ortográficos y cuidando el estilo, uno muy del momento, que denota un profundo amor y gran respeto a la labor editorial de quienes intervenían en Detectives y Bandidos, cuyo formato mecánico ascendía, en 100 páginas casi totalmente atiborradas de texto, en tamaño 14.5 por 19 centímetros (5 pulgadas y ¾, por 7 pulgadas, o bien: 34.5 por 45 famosas Picas).

Recuerdo que esos años eran para la familia de grandes carencias, supongo que este esfuerzo arrancaba a mi padre aquellas importantes horas para departir con sus hijos y su mujer, y a ella le mantenían preocupada más por su salud que por el dinero, que de por sí era escaso.

Primer Número de “D y B”.

Y si no me pierdo en el tiempo, vivíamos en la calle de Morelia, en la colonia suburbana de aquellos días conocida como Roma. Era una vivienda de un solo piso con piso de madera en el interior, que tenía un patio que me parecía enorme.

A vuelta de la esquina estaba precisamente el Cine (o cinematógrafo) “Morelia”, donde me llevaba la sirvienta a mirar películas de Jorge Negrete y Pedro Infante. Pero a mi madre le enfurecía que la muchacha me perdiera toda la tarde y me apartara de la casa. A papá lo veíamos poco. Por aquel entonces trabajaba también como Director Ejecutivo de la Federación Sionista, cuyas oficinas se ubicaban en la Av. Chapultepec número 300, edificio que en el proemio de la entrada principal ostentaba senda escalinata semicircular con baranda sostenida por postes torneados de cemento. A mí me parecía principesca y gozaba dentro viendo los amplios espacios donde por el derredor se encontraban las oficinas y la de mi papá también, siempre atiborrada de papeles.

Además, dedicaba parte de su tiempo libre a la Prensa Israelita, que era semanario, y no dudo que algunas noches también a Detectives y Bandidos. Y sólo por referencia anecdótica de él es que, ahora haciendo orden en todo su archivo y a unos cinco meses de su deceso, me topé con esos dos ejemplares y el display que dio origen al encabezado de este medio literario, novelesco y épico a la vez.

Con gran esfuerzo y dedicación fueron mis padres saliendo del “bache”. Hubo momentos de gran depresión y por aquellos días México parecía ser una isla separada del mundo por su atraso y la sobreprotección de la industria nacional. Eran tiempos a finales del sexenio del Lic. Miguel Alemán y estaba por ascender Adolfo Ruiz Cortines, si no mal recuerdo. En la imprenta al parecer empezaban a usarse pequeñas Rotativas que aceleraban el trabajo de impresión, y ello sin embargo no menguó en lo atareado de Sergio Nudelstejer. Todavía el impacto de la Segunda Guerra Mundial se sentía en el alma de muchos, y el reciente nacimiento del Estado de Israel, idea y acción con la que mi padre siempre estuvo comprometido, nos apartaba de él largos y penosos periodos.

Pero en el alma del periodista el horno de las ideas no deja de cocinar nuevos retos, y con la cercanía de los grandes medios de comunicación consiguió incluirse como reportero del diario El Universal, y es en esta lid que le lleva a entrevistar al Comandante Fidel Castro recién concluida la Revolución Cubana, en 1956. Muchas otras serían
Imprimiendo D y B 1ª. Edición sus aventuras periodísticas; mas Detectives y Bandidos tiene esa característica de sueño irredento, de aventura apasionada, de una lucha quijotesca contra los molinos de viento que nos erige la adversidad. Y la juventud e inexperiencia de mi padre lo llevó, incluso, a comprar una imprenta para no tener que depender del trabajo exterior. Él me contó alguna vez que en esa empresa el Linotipista ganaba más que el dueño (mi padre). La aventura empresarial lo llevó nuevamente a la quiebra económica, y sobrevino también una devaluación de la moneda, que llevó el peso de 8 por un dólar, a 12.50. Aunque de esos vaivenes hemos visto una buena ración, nunca cejó en su intento por escribir y abandonó años más tarde el periodismo por dedicarse a la literatura.

No quiere decir que la Magazine Detectives y Bandidos no tuviera su parte de literaria, pero la biografía le llamó más la atención.

Escribo este relato más por dar a conocer un hecho que podría pasarse por alto, que por lo risible del acontecimiento. La sorpresa de encontrar uno por aquí y otro por allá de esos dos números de esa revista, y escondido bajo una pila de papeles el Display de la Cabeza del Medio, fueron conjuntando ese ánimo de hacer un relato que me toca, nos toca a toda la familia muy dentro.

En cuanto a amigos, todavía hace unos meses comprobé cómo le estimaban. El Lic. Carlos Reyes Pérez estuvo en casa de mi padre y charlamos toda una tarde, dialogamos de infinidad de cosas literarias y también legales. Había mucho entre ellos. Otro de sus amigos e inseparable alma era el Lic. Roberto Sánchez Zamora, quien siempre fue su asesor legal y no dudo que le ayudara también en el proyecto editorial que hoy nos ocupa.

Escuché de este personaje toda mi vida y recuerdo que llegó a ser Director del Registro Nacional de Automóviles por los años 60’s.

En el segundo número de Detectives y Bandidos, además de Casa Mendelson, ya en la Cuarta de Forros tenían publicidad de la estación de Radio XELZ “su estación amiga”, que ofrecía (¡)todos los días(¡): Mañanitas Folclóricas de 6 a 9 a. m., con Roberto Sánchez Zamora. Teléfono Musical de 9 a 12 a. m. para solicitar melodías con dedicatoria, y de 12 a 1 p. m. Cinco Votos Para una Canción; y luego el “Programa más antiguo de Música argentina”, que seguramente llegó a escuchar Jacobo Zabludovsky y enamorarse de ella desde entonces, de La Hora del Café entre 3 a 5 p. m. Los Estudios radiofónicos estaban en la, entonces de gran alcurnia, colonia Santa María la Ribera, en la calle de Limón número 5, que era la antigua Cerrada de la calle de Sauce, ya en las afueras de la ciudad capital de México.

Muchas historias solo comienzan con una referencia, un comentario que va forjándose en realidad de la memoria cuando hallamos esas muestras que no solo despiertan nuestro interés racional, sino los sentimientos traídos al presente, desde aquella niñez en la que dábamos por sentadas las circunstancias que hoy, a la distancia del tiempo, nos hacen recordar y plasmar todo aquello que con la pérdida se lleva atado al corazón con nudos marinos y el afecto hacia la memoria de quienes nos han legado su herencia intelectual y anímica, y valoramos todo lo hecho por alcanzar un lugar en el mundo, un sitio en la vida, un espacio en este mundo.

Sea su memoria bendita.

Sergio Nudelstejer Befeler falleció el 27 de enero del 2010 y fue sepultado el 29 de enero (fecha en que celebraba el cumpleaños de su esposa, Rosita Toiber Waizmann, fallecida en 13 de febrero de 1978), en el Panteón Israelita de Tacubaya.

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