DINA PORAT/JINUJ.NET
En este artículo podemos apreciar las opiniones de Bertrand Russell según la interpretación de Dina Porat, quién nos presenta previo al análisis de los textos de Rusell una pequeña reseña histórica de la época en la que él vivió a fin de que podamos comprender mejor cuales eran los motivos que lo llevaron a pensar “el rol del estado judío” como debe instrumentarse y su lugar en el mundo moderno.
Bertrand Russell, el famoso filósofo británico, escribió este ensayo sobre Sionismo y el Acuerdo de Paz en junio de 1943. en los Estados Unidos. Su idea central era que debía establecerse un estado judío en Palestina después de la guerra, no sólo para compensar el sufrimiento judío sino también para beneficio de la cultura y la paz en el mundo.
A primera vista parecería extraño que Russell predique el establecimiento de un estado judío, ya que él era conocido como un fuerte oponente del nacionalismo y consideraba al estado como la personificación de las aspiraciones nacionalistas. Definía al nacionalismo “como el vicio sin duda más peligroso de nuestro tiempo… una expresión de la estupidez irredimible del hombre”, y denunciaba el sentimiento nacionalista como un resultado del odio común hacia el enemigo, que para 61 era una perversidad que se alimentaba a si misma, ya que el sufrimiento generado por las guerras aumenta el fanatismo e impide una manera sensible de gobernar.
La idea del nacionalismo era moralmente repugnante para Russell, porque afirmaba las diferencias entre los grupos humanos, y llevaba a sentimientos injustificados de superioridad y a reclamos no merecidos de un grupo sobre otros. Desde un punto de vista filosófico, el nacionalismo entraba en contradicción con la razón, ya que abandonaba la búsqueda de una verdad universal. Y cuando la persuasión racional desespera, la única posibilidad de decidir entre “verdades” nacionales diferentes es la guerra o la propaganda insana.
El surgimiento del nazismo y la matanza de la Segunda Guerra Mundial convencieron a Russell, aún más, de que el mundo tenía una necesidad urgente de un camino nuevo y mejor para organizarse. Sugirió que los estados, las fronteras y el fomento de sentimientos nacionales, debían ser gradualmente reemplazados por una comunidad mundial, dirigida por un gobierno federal mundial, para el bienestar de la humanidad.
Buscando a través de los extensos escritos de Russell, podemos encontrar muy poco acerca de los Judíos y el Sionismo, excepto este ensayo. Sin embargo lo poco que escribió está saturado de compasión y sensibilidad, y explica la defensa de un estado judío contrario a sus creencias generales. Su primer argumento era que la contribución judía a la cultura había sido excepcionalmente única.. Inclusive fue tan lejos al respecto que “a través de los estados orientales, todo lo que es mejor en política, intelecto y arte, es judío”.
Russell veía a todas las religiones como un sinsentido y un conjunto de supersticiones. Sin embargo, como filósofo apreciaba al judaísmo, que hacia que sus seguidores se adhirieran en forma inquebrantable a sus principios, a pesar de la agresiva oposición. El judaísmo inspiró al cristianismo a adoptar “la noción de verdad, con su correlativa virtud de fe”. El judaísmo y el cristianismo representan la razón y la búsqueda de la verdad y la igualdad, irreconciliables con el culto moderno a la sinrazón, de la cual el nacionalismo forma parte. Por lo tanto, era en el mejor interés del mundo que la cultura y el pensamiento judíos tengan un lugar donde florecer.
El segundo argumento de Russell a favor de un estado judío, era que el mundo demostró ser un lugar peligroso para los judíos. Su existencia física estaba amenazada, y se sentían extraños adonde quiera que fuesen Pero era un castigo no merecido para los judíos, ya que el antisemitismo no era su falta: era más bien, el reflejo de los problemas del antisemita, una racionalización de los miedos y pasiones oscuras y malignas. “Si Hitler hubiera sido un hombre valeroso, no hubiera sido un antisemita”, decía Russell. No fue un error de los judíos el hecho de que hayan llegado a ser sionistas fanáticos, ya que el antisemitismo fanático los llevó inevitablemente a eso. De esto se infiere que el establecimiento de un estado judío fue una forma de admitir que los judíos fueron agraviados más de lo suficiente; y era un reconocimiento de su derecho, igual al derecho de cualquier otra nación, de estar al menos protegidos físicamente.
Vi por primera vez este ensayo no en la prensa, sino en los archivos de Itzjak Grinbaum, director del Comité de Rescate Unificado de la Agencia Judía en Jerusalem durante la Segunda Guerra Mundial. Creo que lo guardó porque lo confortó un poco en ese momento, en los días del Holocausto, y especialmente después de la destrucción del Ghetto de Varsovia y el fracaso desilusionante de la Conferencia de Bermuda: aquí había una autoridad moral mundialmente famosa, comprensiva y simpática, levantando una voz clara en pro de un futuro más aceptable para los judíos, en su propio estado.
Texto del ensayo de Bertrand Russell: El Rol del Estado Judío en la creación de un mundo mejor
La persecución nazi a los judíos es una de las más horripilantes crueldades en gran escala – quizá la más horripilante – que marca a nuestra época como una de retroceso hacia el barbarismo. Esta es una de las principales razones que me han llevado a apoyar esta guerra, a pesar de que me opuse a la guerra de 1914-1918. Una gran parte de la perversidad forjada por Hitler es irreparable; al muerto no se le puede restituir la vida. Pero es un claro deber de los victoriosos otorgar cualquier reparación que sea posible. Durante mucho tiempo dudé de la importancia de un hogar nacional judío en Palestina como un elemento de tal reparación, pero gradualmente he llegado a ver que en un mundo peligroso y en gran medida hostil, es esencial para los judíos tener algún país propio, alguna región donde no sean considerados como extranjeros, algún Estado que sintetice lo que es distintivo en su cultura.
Ya desde la Declaración Balfour, Gran Bretaña ha estado comprometida – aunque no de manera tan completa como los sionistas hubieran deseado – con el principio de que en Palestina este objetivo debería realizarse hasta donde sea posible. Podría tenerse la esperanza de que algunas de las restricciones impuestas por el Gobierno Británico se vuelvan innecesarias con el acuerdo de posguerra.
Control de la inmigración
En primer lugar, las autoridades judías deben tener mano libre respecto a la inmigración de judíos. En el mejor de los casos (a menos que en las etapas finales de la guerra, los nazis den rienda suelta a masacres aún peores que las hasta ahora) Palestina alojará sólo a una pequeña proporción de los judíos sin hogar y desamparados. La cuestión de a quien admitir deberla quedar en manos, ya sea de las autoridades judías en Palestina o de las organizaciones judías en cualquier lugar; esto sería un reconocimiento del status internacional de los judíos. Le que yo tengo en mente es un acuerdo internacional por el cual cualquier judío de cualquier lugar, que desee asentarse en Palestina, reciba el permiso para hacerlo si las autoridades reconocidas lo aprueban, y que no dependa para su visa del gobierno del país en el cual reside e del cual es súbdito. Vale decir, que todo judío debería ser elegible para recibir la ciudadanía de un Estado Sionista, y que solamente los judíos deberían ser los jueces de su idoneidad.
Autoridad internacional
En segundo lugar, el Estado Sionista debería ser autónomo en cuanto a todos sus asuntos internos. Aún tendría que someterse a la autoridad externa (que deberla ser internacional) respecto a sus relaciones con otros estados y con los árabes de las regiones vecinas. A cambio de estas limitaciones debería recibir una garantía de protección contra agresiones extranjeras. Restricciones análogas sobre una independencia completa (el cual es un ideal anárquico) debería, en mi opinión, imponerse a todos los estados. Sin embargo, es probable que la política práctica haría imposible imponerla, salvo a los pequeños estados. Inclusive esto será un avance inmenso hacia un orden internacional sano, y disminuirá en gran medida el peligro de guerra; por lo tanto no es algo a lo cual los sionistas podrían objetar razonablemente. Como gentil, sentiría que es una impertinencia discutir cualquier aspecto del problema que sea esencialmente una cuestión doméstica para los judíos, como, por ejemplo, el uso del idioma hebreo. Pero las dos cuestiones que he mencionado son de preocupación internacional, y deben ser respondidas con sabiduría si quieren evitarse problemas. Estas cuestiones son, primero, la relación con los árabes; segundo, la protección del Estado Sionista de una agresión extranjera.
El problema árabe
Desde el punto de vista del gobierno británico, la cuestión de los árabes es más difícil de lo que algunos creen. En teoría, el problema debería ser simple. Debería ser posible ofrecer una compensación adecuada por cualquier disturbio y hacer que los árabes entreguen voluntariamente derechos inconvenientes a cambio de concesiones quizá más valiosas en otro lugar. Pero la cuestión está encendida por el surgimiento generalizado de una autoconciencia asiática contra el hombre blanco. En los escritos de los nacionalistas hindúes, incluso entre los más cultos, el sionismo aparece (extraño como esto parezca) como un aliado del imperialismo británico y un intento de asegurar una región estratégicamente importante para una población occidental más que para una asiática. No estoy sugiriendo que exista la mínima justificación para este punto de vista; sólo digo que está ampliamente extendido en Asia, y por lo tanto es políticamente importante.
Pienso que debe reconocerse que cualquier cosa que se haga por los judíos en Palestina será hecha ante la oposición de toda Asia. a menos que esté acompañada de amplias concesiones compensatorias, que tendrán que ser hechas fundamentalmente a expensas de los británicos. Puede ser que no haya ninguna forma de reconciliar a los árabes palestinos con la afluencia de una población extraña en lo que es, después de todo, su país, pero lo importante es que cualquier injusticia que ellos puedan sentir no sea usada por cl mundo musulmán como base de una hostilidad general hacia los europeos, incluyendo a los judíos europeos. Para prevenir esto, será necesario hacer concesiones en Siria e Irak. Efectuar concesiones apropiadas puede ser dificultoso, pero no debe pensarse como imposible.
Seguridad para todas las naciones
Entramos de este modo a nuestro segundo problema. el de proteger a los judíos en Palestina de una agresión extranjera. En la guerra actual hubo un momento en que parecía como si los alemanes invadiesen todo el Cercano Oriente, Irán. Irak, Siria, Egipto y Palestina. El peligro fue conjurado, pero por un margen muy estrecho. Respecto al futuro, vivimos en una época en que aumenta todo tipo de fanatismo nacional, racial y religioso, y temo que debemos pensar como probable que el mundo musulmán compartirá este renacimiento general del fanatismo. Esto significará que los judíos en Palestina necesitarán protección militar constante, además de lo que ellos puedan contribuir por sí mismos como auto defensa. En este aspecto ellos estarán en la misma posición que cualquier otro estado pequeño. Los Estados Unidos, la Unión Soviética y el Estado Británico, actuando en conjunto, han tenido éxito en defenderse a sí mismos, pero ninguna concentración pequeña de fuerza militar puede tener confianza en ser capaz de hacerlo. Los estados pequeños sólo pueden estar seguros en un mundo en el cual hay una organización efectiva de fuerzas armadas para la resistencia a todo ‘tipo de agresión, sin importar donde o contra quien. Pareciera derivarse de esto que las perspectivas de éxito de un Hogar Nacional Judío están ligadas a la creación de una alianza internacional para la preservación de la paz mundial.
Al decirlo, temo que pueda enajenarme las simpatías de aquellos que están interesados especialmente en los problemas judíos. Ellos dirán, ¿no puede el mundo ser inducido a hacer alguna reparación a los judíos, sin que sea necesario embarcarse en el problemático mar del gobierno internacional? Lo que nosotros pedimos – pueden seguir diciendo – es un asunto comparativamente pequeño de simple justicia, mientras que un gobierno internacional es un vasto esquema utópico que tiene pocas posibilidades de realización en el futuro cercano. No tener más esperanza que esta, es poco mejor que ser condenado a la desesperación.
No puede aislarse el problema judío
A esto yo respondería, primero, que un gobierno internacional es un asunto de grado. y que en cierta medida es un resultado no improbable de la actual guerra; segundo, que en el intento de aislar el problema judío existe el mismo sofisma que en todos los aislamientos.
En cuanto al primer punto: Puede esperarse que cuando la lucha finalice las Naciones Unidas continuarán cooperando sobre ciertos temas, y tal cooperación será un comienzo de ese control internacional sólo por medio del cual puede preservarse la paz. Yo no pienso que sea utópico suponer que uno de los objetivos en que ellos cooperarán será la protección de los judíos, no sólo de la agresión militar en Palestina, sino de una legislación doméstica discriminatoria en cualquier lugar. De esta manera el problema judío puede llegar a ser una de las causas que promocione los primeros estadios de un gobierno internacional.
En cuanto al aislamiento: El Gobierno Británico hasta después de Munich, la mayoría de los pequeños países europeos, y una amplia proporción de los ciudadanos de los Estados Unidos, deseaban ser capaces de resolver sus problemas nacionales sin llegar a estar involucrados en los problemas de otras naciones; uno a uno ellos fueron comprobando su equivocación, pero no hasta que sus errores hicieran más difícil la resolución. Nuestro pensamiento político ha estado rezagado respecto de nuestro desarrollo técnico; tecnológicamente cl mundo es uno, políticamente está dividido en muchos estados empeñados en preservar una separación anacrónica. Y lo que se aplica a los estados, se aplica a cualquier otro asunto político; los problemas ya no pueden ser tomados aisladamente, sino que deben ser vistos en su relación con otros.
Esto es particularmente cierto en cuanto a los que atañen a las minorías: si todas las minorías se combinasen, serían una mayoría, pero en tanto cada una de ellas luche solamente para sí misma, pueden ser derrotadas por separado- Debemos oponernos a la persecución y a la injusticia cono tales, y no solamente porque las víctimas seamos nosotros mismos o nuestros amigos. Las injusticias sufridas por los judíos en Alemania. por los “gulags” en Rusia, por los nacionalistas en la India. y por las personas de color en los Estados Unidos, son todas ellas parte de un sistema global de tiranía; para mitigar una, debemos mitigar todas. a través de la creación de instituciones que fomenten un nuevo espíritu de cooperación. Esta es una empresa amplia, y sugiere un programa de reforma que aún los más jóvenes de entre nosotros tienen pocas esperanzas de ver finalizado pero que provee una meta constante hacia la cual deberán dirigirse nuestros esfuerzos.
Funciones mundiales de un Estado Judío
Volvamos de estas extensas consideraciones a las funciones de un Estado Nacional Judío en Palestina: tal estado debe ser útil, no sólo para aquellos que vivan en él, sino también para todos los judíos que vivan en cualquier lugar. Desgraciadamente, el antisemitismo no está limitado a Alemania, y no es probable que cese con la derrota de Hitler. Sin embargo, pienso que sería posible, en el Tratado de Paz, insertar disposiciones que prohíban toda legislación discriminatoria contra los judíos, y crear un tribunal internacional, una de cuyas funciones seria escuchar las demandas sobre la violación de dichas disposiciones. El Estado Nacional Judío podría presentar tales demandas ante el tribunal, y reunir la evidencia necesaria más efectivamente que cualquier otro organismo. Dados que la gran mayoría de los judíos deberá continuar viviendo en cualquier lugar fuera de Palestina, aquella puede ser una función muy importante del Estado Palestino.
Si el mundo debe ser salvado de una recurrencia periódica de grandes guerras, necesita de un organismo inteligente y activo de opinión internacional para combatir el nacionalismo insano que es la causa de nuestros problemas. Creando un cuerpo tal de opinión, seria natural esperar que los judíos cumplan un papel importante en él, ya que están distribuidos por todo el mundo y no pueden llenar a ser, ellos mismos, una nación conquistadora e imperialista. Más aún, ellos tienen un interés especial en la preservación de la paz, ya que ahora, como en el tiempo de las Cruzadas, han sido los chivos emisarios de todas las guerras. Por lo tanto, sería un acto inteligente que el Estado Palestino, una vez firmemente establecido, aliente a algunos de sus hombres más capaces a dedicarse al estudio de tales problemas internacionales, en tanto puedan amenazar la paz del mundo, y a sugerir soluciones lo más justas posible. que tengan la posibilidad de ser adoptadas. Por este medio el Estado Palestino podría atraer el respeto de todos los estudiosos de asuntos internacionales, y sus pronunciamientos podrían ser reconocidos como hechos importantes. El antisemitismo no es sólo una abominación contra los judíos, sino también una seria pérdida para las naciones, las que, al practicarlo, pierden las ventajas que podrían obtener de la capacidad y laboriosidad judías. Es de esperar – hablo como un no judío – que la humanidad no continuará como hasta ahora malgastando el no demasiado abundante capital de talento humano. Logrando este resultado, el Estado Sionista, si es ilustrado y liberal, puede hacer contribuciones que sean de un valor inestimable, atrayéndole el respeto del mundo.
Traducido por Orna Stoliar/Publicado originalmente en Kivunim.
Nota del editor: Solamente nos queda decir: ¡Amén!
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