CNN EXPANSIÓN
¿Qué distingue a los Steve Jobs y a los Walt Disney del mundo del resto de los mortales? ¿Podemos aspirar a ser como ellos? Eric Calonius plantea estas preguntas en su próximo libro Ten Steps Ahead (‘Diez pasos adelante’). En el fragmento que incluimos, Calonius describe cómo las ideas visionarias se vuelven realidad.
El visionario es un cazador de paradigmas. Y a medida que los paradigmas comienzan a tomar forma, el visionariocamina por el pasillo, observando la ventana. La disonancia cognitiva emerge entre lo que es y lo que será. La sensación de incomodidad del visionario aumenta.
En algún momento, cuando el pensador -agotado- ha dejado de concentrarse en el problema, el cerebro se desliza hacia esa mente única que el psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi famosamente describió como un “estado de flujo”. Mientras pasamos nuestra vida pensando en el pasado y en el futuro, el flujo nos coloca en esa fina franja de tiempo llamada presente. Es un sitio al que el cerebro no nos lleva muy a menudo.
Las investigaciones de la mente muestran que, en estado de flujo, el cerebro se sosiega. La parpadeante actividad se reduce a débiles flashes de color. El pensador, en este punto, probablemente no está consciente de nada. Ya se trate de intuición, o visualización, o el albor de un despertar que azuza al visionario, al final llega el momento de la inspiración. Es el famoso momento ¡Eureka!
Steve Jobs “tomó distancia”: “No puedes predecir en realidad lo que pasará,” comenta, “Pero sientes la dirección a la cual te diriges. Y eso es lo más cercano a lo que puedes llegar. Luego sólo tomas distancia y te haces a un lado, y estas cosas cobran vida propia.”
John Lennon tomó una siesta: “Esa mañana pasé cinco horas intentando escribir una canción que fuera buena y tuviera sentido. Estaba sentado, intentando pensar, y pensé en mí mismo sentado allí, sin hacer nada ni ir a ninguna parte. Una vez que pensé eso, fue sencillo; me vino. No, lo recuerdo ahora, de hecho había dejado de intentar pensar en algo. Nada vendría. Estaba harto y me fui a acostar, me había rendido. Pensé en mí como un hombre que no iba a ninguna parte (nowhere), sentado en ninguna parte.Entonces vino ‘Nowhere Man’, la letra y la música, toda la maldita canción. Lo mismo me ocurrió con ‘In My Life’. Luché por días y horas enteras, intentado escribir una letra inteligente. Entonces me di por vencido, y me vino ‘In My Life’. El juego consiste en dejarse ir.”
Einstein cerró los ojos y dejó que sus dedos pasearan por las teclas del piano. Entonces, saltó. “Ya está, ¡lo tengo!”, exclamó antes de encerrarse en su estudio, según recuerda su hermana Maja.
Ese momento en que el nuevo paradigma toma lugar ha sido descrito de muchas formas: como si una venda se cayera de los ojos, como el destello de un rayo, como moléculas de agua moviéndose azarosamente y, al alcanzar la temperatura de enfriamiento, se transforman instantáneamente en figuras rígidas. Algo nuevo se presenta a la conciencia. ‘Amanece’ sobre uno. El físico Carlo Rubbia dice, “Es un momento irracional e instintivo en el cual algo hace clic en tu mente y dices, ‘¿Por qué no hacemos esto, por qué no?'”.
El chasquido de los dedos describe perfectamente el momento de la inspiración (y te hace pensar si el pulgar oponible no fue en realidad hecho para ese propósito), pues se resuelven dos fuerzas que se oponen: lo que es y lo que debería ser.
Sorprende que algo tan maravilloso como una epifanía se parezca a la culminación de un chiste (punch line): “¿Su perro muerde?” pregunta el inspector Clouseau de la Pantera Rosa al recepcionista del hotel cuando ve a un perro junto a sus pies. “No”, responde el empleado. Clouseau se agacha para acariciar al perro pero éste le arranca una manga. “¡Pero me dijo que su perro no mordía!”, le dice enojado. El recepcionista le contesta: “Ése no es mi perro”.
Nos reímos con esos chistes porque el cambio de paradigma es inesperado. “El punch line”, de acuerdo con Horace Judson, antiguo profesor de historia de la ciencia en la Hopkins University, “nos dice que una serie de cosas que pensábamos que pertenecían a un paradigma construían, en realidad, otro paradigma”.
Aunque parezca increíble, el cerebro que busca resolver una disonancia es exactamente lo que se ve en un club de comedia (…) El pensamiento contra-intuitivo aquí es que, para que una idea sea verdaderamente radical, tiene que ser hasta cierto punto ridícula. “Primero que nada tienes que tomarlo como un chiste, todos los avances fundamentales en nuestro campo se hacen cuando se mira con la sonrisa de un niño que juega un juego”, explica Carlo Rubbia.
El escritor Issac Asimov dijo: “La frase más fascinante para escuchar en el campo de la ciencia, la que anuncia la mayoría de los descubrimientos, no es ¡Eureka! (‘lo he encontrado’), sino “¡Qué gracioso!…” Ese mismo fenómeno fue notado por Lewis Thomas, ex decano de medicina en Yale y presidente del Memorial Sloan-Kettering Institute. “Me parece que nunca he estado cerca del laboratorio cuando algo interesante ocurría, al principio parece gracioso,” recuerda. “Hay risa asociada a la sorpresa, algo nos parece cómico. Y cuando escuchas risas y a alguien decir ¡Esto es ridículo!, entonces puedes decir que las cosas van por buen camino y que posiblemente algo que vale la pena observar está ocurriendo en el laboratorio”.
Este es, en efecto, el secreto de las ideas visionarias: Las ideas más revolucionarias parecen cómicas al principio. Piensa en las bromas que circulan por allí: Jobs presentando una iMac ¡sin disco flexible!; Disney proponiendo, en el punto más álgido de la Gran Recesión, un largometraje animado. “Tienes que confiar en los disparates”, apunta el diseñador de aviones Burt Rutan, cuya aeronave ha dado la vuelta al mundo con un único tanque de combustible, y también ha ascendido al filo del espacio.
“Construimos juguetes”, indica Nassim Taleb. “Algunos de esos juguetes cambian al mundo”.
Luego viene la parte más difícil de la búsqueda visionaria: venderle esas ideas tontas a un mundo escéptico.
Fragmento de ‘Ten Steps Ahead’ de Erik Calonius, por cortesía de Portfolio Penguin, miembro de Penguin Group (USA), Inc., Copyright © 2011 by Erik Calonius.
Comunidad Enlace Judío
¿Nuestro periodismo es importante para ti?
¿Confías en Enlace Judío para una cobertura precisa y oportuna en este momento?
En ese caso, únete a la comunidad Enlace.
A partir de $200.00 MXN al mes, podrás:
- Apoyar a nuestros periodistas independientes que trabajan las veinticuatro horas del día
- Ser reconocido como parte de nuestra comunidad una bendición semanal
- Acceso a contenido exclusivo
- Acceso a eventos exclusivos, en caso de haberlos
- Servicio de noticias instantáneas sobre Israel y el mundo judío a tu celular, así como a nuestras transmisiones en vivo.