MARÍA JOSÉ ARÉVALO GUTIÉRREZ
“La búsqueda de la verdad y de la belleza es una esfera de actividad
en la cual se permite que sigamos siendo niños toda la vida”.
Albert Einstein
La vasta mayoría de los judíos británicos, eran de origen español y portugués. Tras instituirse la londinense Orden Francmasónica, en 1717, cuyo propósito primordial era la organización en un “centro de unión de todos los hombres libres y de buenas costumbres”, por encima de diferenciaciones raciales, religiosas o ideológicas que siempre los habían alejado o enfrentado.
El rabino Yejuda Yacob León (1603-1675) aportó anterior a la formación de dicha Logia, unos nuevos diseños del Templo de Salomón que merecieron gran atención, hasta el punto de pasar a ser conocido como “Lion Temple”. La Gran Logia de los “Antiguos” creada en 1751, abrazó uno de aquellos diseños importándolo en su escudo heráldico, permaneciendo tal símbolo también en el escudo de la posterior Gran Logia Unida de Inglaterra. Poco después de su fundación, se le encargó al pastor protestante James Anderson que recopilara los antiguos manuscritos de las cofradías masónicas medievales para redactar los principios según los cuales se regirían los masones en el futuro. Así se gestó el conocido Libro de Constituciones de la masonería inglesa, publicado en 1723, piedra fundamental de la masonería mundial.
Existe la hipótesis, que el primer masón judío inglés conocido fue el sefardí Francisco Francia (el Jacobita). La universalidad de la Masonería atraía a muchos judíos, que la consideraban una vía para ser aceptados en la sociedad inglesa, que en aquel tiempo todavía imponía restricciones al ingreso de no-cristianos en diversos círculos. También se sentían atraídos por la Masonería hombres que profesaban otras religiones como por ejemplo los musulmanes que ingresaron entusiastamente a las logias en Egipto, donde la Orden prosperó y atrajo los más altos círculos de la sociedad egipcia.
El primer ceremonial masónico reconocido en Tierra Santa fue la reunión organizada por Robert Morris. Este norteamericano había venido al Medio Oriente para buscar reliquias masónicas de la antigüedad. El 13 de mayo de 1868 condujo a su grupo a la caverna de Sedecías constituyendo una Logia Provisoria, llamada Reclamation Lodge, simbolizando así que la Masonería recuperaba su presencia en su lugar de origen. Del mismo modo estableció la primera Logia en Palestina.
En España, entre el comienzo de la Guerra Civil y el final de la Segunda Guerra Mundial los judíos y los masones fueron exhibidos por la propaganda franquista como dos fuerzas incondicionalmente enlazadas que se confabulaban sin tregua contra España, responsabilizándoles de todos los males que sufría el país. También se ha demostrado que el enemigo judeo – masónico se revelaba esencialmente rentable como “enemigo de reemplazo” en los casos en que la propaganda anticomunista podía ser contraproducente. Los argumentos antisemitas iban asociados, la mayoría de las veces, de argumentos antimasónicos, aunque sea más fácil hallar invectivas antimasónicas que no aludan a los judíos.
La idea de una alianza conspirativa entre judíos y masones germinó por primera vez en la Francia de principios del siglo XIX, aunque existen precedentes en el siglo XVIII. Desde las filas católicas, los enemigos seculares de la cristiandad eran los judíos que además presentaban ahora una nueva amenaza contra la Iglesia, la masonería. Ese mito judeo – masónico se difundió en la Europa católica sobre todo a finales del siglo XIX, en la época de la “cuestión romana”. Los masones sefardíes tenían una propensión natural a afiliarse a Logias españolas, en las que se practica el ritual en su lengua.
Los emblemas y enseñanzas de las Logias, muestras que la Kabbalah es la doctrina, el alma, la base y la fuerza oculta de la masonería. El judío converso José Lehmann, sacerdote católico, escribió lo siguiente: “El origen de la francmasonería debe atribuirse al judaísmo; no ciertamente al judaísmo en pleno, pero por lo menos a un judaísmo pervertido”. El rabino Isaac Wise expresaba en 1855: “La masonería es una institución judía, cuya historia, grados, cargos, señales y explicaciones son de carácter judío desde el principio hasta el fin”. El arzobispo de Port Luis en Madagascar, argumenta con varias hipótesis que “la kabbalah judía es la base filosófica y la clave de la masonería”. Teodoro Herzl, fundador del sionismo narraba en 1897: “Las Logias masónicas establecidas en todo el mundo se prestarán a ayudarnos en lograr nuestra independencia. […] los masones no judíos no comprenderán jamás el objeto final de la masonería”.
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