GIULIO MEOTTI/YNET
Giulio Meotti es un periodista italiano y reciente colaborador del Ynet, cuyos artículos son siempre muy polémicos y están abarrotados de comentarios de los lectores. Quizás se le puede reprochar una excesiva generalización y la búsqueda de la polémica, pero todo lo que dice, si exceptuamos el énfasis y la adjetivación, resulta bastante cierto.
Hace unos días, unos investigadores del Reino Unido anunciaron haber encontrado unos 17 esqueletos que seguramente pertenecían a judíos en el fondo de un pozo medieval en Norwich, Inglaterra. Se supone que los judíos fueron asesinados en un pogromo, o se habían visto obligados a suicidarse antes que someterse a las exigencias de la conversión al cristianismo [N.P.: la primera posibilidad es la más barajada, ya que salvo 5 cuerpos de adultos, el resto pertenecía a niños de diferentes edades, y los restos de estos últimos se encontraron encima de los restos de los adultos. Es lógico pensar que si se produjo un acto de suicidio familiar fuera propiciado por los padres, y que estos lo hubieran comenzado por sus propios hijos – al estilo de los casos de suicidios acontecidos en las comunidades askhenazis alemanas que sufrieron la enorme violencia desatada durante el paso de la Primera Cruzada -, por lo que sus restos deberían haberse encontrado debajo del resto. Al no ser así y haberse encontrado sus restos por encima del de los adultos, todo indica que los hijos fueron asesinados posteriormente, quizás incluso por negarse a la conversión tras el asesinato de sus familiares]
Los cuerpos se remontan a los siglos XII o XIII, en momentos en que los judíos padecieron asesinatos, destierros y persecuciones por toda Europa. Los restos de estos 17 judíos nos indican que fueron asesinados debido a la denominada “teología de la sustitución”, la calumnia cristiana más antigua que argumentaba que debido a su negativa a aceptar la divinidad y mesianidad de Cristo, los judíos habían perdido las promesas realizadas por Dios y éstas habían sido trasladadas a la Iglesia.
Unos 10 siglos después, en los foros mundiales de cristianos se produce una reactivación de esta demonología teológica contra los herederos de estos 17 judíos: los judíos del Estado de Israel. El Consejo Mundial de las Iglesias (World Council of Churches), una organización ecuménica cristiana con sede en Ginebra y que cuenta con 590 millones de fieles, acaba de celebrar una conferencia de cuatro días en la ciudad griega de Volos. Ni una sola palabra de crítica se pronunció en contra de los islamistas que están persiguiendo a los árabes que creen en Jesús.
Los luteranos llegaron a Volos desde los Estados Unidos, los católicos y los protestantes desde Belén y Nazaret, los cristianos ortodoxos de Grecia y Rusia, diversos profesores de Beirut y los coptos desde Egipto. La Conferencia declaró que el Estado judío era “un pecado” y una “potencia ocupante”, acusó a los israelíes de “deshumanizar” a los palestinos, desmanteló teológicamente la “elección” del pueblo judío y llamó a la “resistencia” como un deber cristiano.
La Conferencia también negó 3.000 años de vida judía en la Tierra de Israel que se extiende entre el Mediterráneo y el río Jordán, tomó partido en contra de la presencia de Israel en dicho territorio, comparó la barrera defensiva que ha bloqueado la llegada del terrorismo con el “apartheid”, atacó los hogares judíos en Judea y Samaria invocando el nombre de Dios y desestimó conceptualmente al Estado judío, imaginando a su sustituto como una mezcla islámica, cristiana y tal vez algo judía. Incluso legitimaron al terrorismo cuando hablaron de los “miles de prisioneros que languidecen en las cárceles israelíes”, proclamando que “la resistencia al mal de la ocupación es un derecho y un deber cristiano”.
En los últimos meses hemos asistido a un aumento radical y peligroso de ataques contra Israel por parte de las iglesias protestantes y de algunos católicos. Mientras que los EEUU es el hogar de muchos seguidores cristianos de Israel, los grupos cristianos más vinculados con la opinión pública mundial, la burocracia europea, la industria de los medios de comunicación, las Naciones Unidas y los diversos foros jurídicos, se han vuelto violentamente anti-israelíes y anti-judíos. Estos grupos están allanando el camino para la exclusión teológica de los judíos de Israel de la familia de naciones.
El patriarca de la Iglesia de Antioquía, el católico melquita Gregory III Laham, proclamó que hay una “conspiración sionista contra el Islam”, reviviendo las viejas teorías de la conspiración que condujeron a los infames pogromos. En Amberes, una escuela católica muy respetada y llamada “la Jerusalén belga”, el Colegio del Sagrado Corazón, organizó un “Día de Palestina” repleto de referencias antisemitas y de actividades para los jóvenes. Un puesto situado dentro del evento y titulado “Tiren a los soldados al mar”, permitía a los niños lanzar a réplicas de soldados judíos e israelíes a dos grandes tanques de agua.
El más influyente movimiento internacional por la paz católico, Pax Christi, promovió un boicot a los productos de Israel “en el nombre del amor”. Los productos más odiados de Israel parecen ser los de Ahava, la famosa empresa de cosméticos de Israel, cuya tienda en Covent Garden, Londres, ha sido cerrada por la empresa después de años de manifestaciones. Curiosamente, los cosméticos para el cuerpo de Ahava han sido elegidos como un símbolo satánico del colonialismo judío.
Hoy en día, la mayor parte de la campaña de desinversión contra Israel está siendo impulsada por grupos cristianos como Dutch Interchurch Organization y el grupo católico irlandés Troicaré, ambos financiados por la UE. La Iglesia Unida de Canadá, una denominación cristiana muy popular y habitual, votó a favor de boicotear a seis empresas (Caterpillar, Motorola, Ahava, Veolia, Elbit Systems y Chapters/Indigo), y el obispo sudafricano Desmond Tutu ha convencido a la Universidad de Johannesburgo para que rompa sus vínculos con sus colegas israelíes.
El año pasado, la Iglesia Metodista de Gran Bretaña votó a favor de boicotear a Israel y a los bienes y servicios producidos en Judea y Samaria. La ya mencionada Pax Christi lidera una campaña de glorificación de Mordechai Vanunu, el técnico nuclear de Israel que se habría convertido al cristianismo.
La Civiltà Cattolica, la revista del Vaticano revisada por el secretario de estado de la Santa Sede antes de su publicación, publicó el pasado enero un editorial impactante sobre los refugiados palestinos. Adoptando el término propagandístico de la “Nakba”, recientemente invocado por turbas árabes para romper las fronteras de Israel, el documento declaraba que los refugiados son la consecuencia de una “limpieza étnica” llevada a cabo por Israel y que “los sionistas fueron lo suficientemente inteligentes y capaces como para explotar el sentimiento occidental de culpa por el Holocausto y así sentar las bases de su propio estado”. De hecho, y de una forma bastante alarmante, la retórica es similar a la de Ahmadinejad.
La relación de Israel con el Vaticano es muy diferente de la que pueda tener con Albania y Luxemburgo, por ejemplo, porque la Iglesia Católica tiene más de un billón de adherentes y es una autoridad moral global. En el sínodo de Roma, el Arzobispo Cyrille Salim Bustros, un clérigo elegido por el Papa Ratzinger para redactar las 44 proposiciones finales del sínodo, negó el derecho del pueblo judío bíblico a la Tierra Prometida. “Nosotros los cristianos no podemos hablar de una Tierra Prometida para el pueblo judío. Ya no hay un pueblo elegido”, dijo Bustros, reactivando al más alto nivel la “teología de la sustitución”.
Edmond Farhat, el Nuncio Apostólico maronita, una especie de embajador del Vaticano, describe el lugar de Israel en el Oriente Medio Oriente en términos de rechazo, como un “implante foráneo que no tiene especialistas capaces de curarlo”.
Por otro lado, el actual patriarca latino de Jerusalén, Fouad Twal, nombrado por el Papa Ratzinger para representar a la comunidad católica en Israel y Cisjordania, está patrocinando un recurso contra la “judaización de Jerusalén”. De hecho, y actualmente, las nuevas políticas anti-Israel de los grupos cristianos más poderosos están dando nueva vida a la doctrina medieval que demonizó a los judíos durante cientos de años.
El descubrimiento realizado en Norwich sugiere que lo más probable es que las familias judías fueron arrojadas al pozo en conjunto, de cabeza, y los niños después de los padres. Cinco de los restos tenían la misma secuencia de ADN, lo que sugiere que probablemente fueran los miembros de una misma familia judía. Unos 10 siglos más tarde, otros cinco judíos de una misma familia pero esta vez en Israel, los Fogels de Itamar, fueron asesinados en sus propias camas.
Un famoso sacerdote italiano, Mario Cornioli, escribió inmediatamente después de la masacre una justificación subliminal de dichos asesinatos: “¿Qué hacían allí en la colonia ilegal de Itamar construida sobre tierras robadas?”.
La calumnia del reemplazo o la sustitución ha cambiado su lenguaje, sin embargo, sigue marcando una sentencia para el pueblo judío: el nuevo argumento es que los israelíes, al igual que Lucifer, fueron una vez los elegidos de Dios, pero posteriormente fueron expulsados por su rebeldía [N.P.: no reconocer al Mesías cristiano, no ser políticamente correctos al modo de estas iglesias,…] y sus acciones equivocadas, por lo que ahora merecen ser borrados de la llamada “Tierra Santa”. Desde Norwich a Itamar, los mártires judíos nos muestran su heroísmo y la mancha eterna de ese horrible libelo de sangre teológico.
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