La ayuda silenciosa de la “muñeca rota” de Himmler

 

MARÍA JOSÉ ARÉVALO GUTIÉRREZ

Gudrun Burwitz utiliza sólo el apellido de casada por los obvios escalofríos que produce el de su padre, Heinrich Himmler, el terrible jefe de las SS hitlerianas. La hija única de Himmler, se quejaba ante su padre por sus largas ausencias, por ello decidió  este un buen día, de llevarla a dar un paseo por el campo de concentración de Dachau. Fue maravilloso, escribió en su diario, recordando que su padre le mostró perales, cuadros pintados por los prisioneros destinados al martirio y los bien cuidados huertos del campo de exterminio. “Hoy hemos estado paseando por el campo de concentración de Dachau y papá me ha enseñado la huerta donde crecen las lechugas y los cereales. Después hemos visto los cuadros que han pintado los prisioneros. Eran todos muy bonitos. Al final hemos almorzado muy bien”.

La organización “Stille Hilfe” (ayuda silenciosa) nació en noviembre de 1951 bajo el manto protector combinado de miembros de la aristocracia alemana y distinguidos personajes de las iglesias católica y protestantes germanas, inspirados por un grupo de ex jefes nazis. Lucida como una organización humanitaria, la fundadora del socorro nazi fue la princesa Helene von Isenburg, quien pidió al papa Pío XII la liberación de 700 altos jefes del Tercer Reich, encarcelados en el penal bávaro de Landsberg. Pío XII queda en ocuparse del asunto, enviando a monseñor Josef Zabkar, que obtuvo la lista de los hostigados. Entre los perseguidos estaba el príncipe de Waldeck-Pyrmont, asistente de Himmler y un pelotón de miembros de los Sonderkommando, los escuadrones de la muerte de las SS que operaban en la retaguardia alemana en los países ocupados del Este europeo. Entre los fundadores de Stille Hilfe figuraban varios obispos, como el de Colonia y el responsable de Caritas de Alemania.

Gudrun Himmler se casó con el escritor Wulf-Dieter Burwitz, dando a luz a dos hijos fruto del matrimonio. Pronto se convirtió en el corazón de la organización de ayuda nazi, cuyas redes de socorro se extendieron desde Múnich a Roma, Argentina y Sudáfrica ya por los años ´50. Hoy en día, con Gudrun Burwitz a la cabeza, una de su presunta labor es ayudar económicamente a los nazis necesitados, pero también ofrece recursos para el movimiento neo-nazi. Burwitz estuvo trabajo en varios casos, con el objetivo de prevenir que ex oficiales de las SS fuesen extraditados a Alemania y Dinamarca, donde serían acusados de asesinato por crímenes que cometieron contra los judíos durante el Holocausto.

Según diversas estimaciones, cuenta la organización con 25  – 40 miembros involucradas con la ayuda silenciosa. La institución hace honor a su nombre y trabaja en silencio, sin llamar demasiado la atención. Otro caso del que se tiene conocimiento es el que concierne a Klaas Faber. A sus 88 años fue reclamada su extradición por las autoridades holandesas con motivo del asesinato de judíos, enfrentándose a una condena de cadena perpetua por su relación. Otros tantos beneficiarios de la silenciosa ayuda fueron Koontz, y Samuel, este último ya fallecido. La escala de sus atrocidades es muy amplia: Koontz fue acusado de participar en la eliminación de los 433.000 judíos en el campo de concentración nazi de Belzec en la Polonia ocupada.

Esta mujer ha dedicado su vida entera a la memoria de su padre. Himmler quería a su hija más que a nadie en el mundo y la llamó su “muñeca”. El sentimiento era mutuo ya que Gudrun adoraba a su padre. ¿Pero sabía realmente el carácter asesino que tenía su idealizado progenitor? Durante la época donde su padre la paseaba por los jardines de Dachau es muy probable que desconociera que a pocos metros de ellos, se estaban torturando, asesinando y quemando a los prisioneros en los crematorios. Ahora Gudrun es plenamente consciente de las actividades de su padre, y, lo más sorprendentemente es, que lo sigue adorando y en otro contexto pero no muy lejano al concepto, continúa apoyando “la causa”.

La operación más exitosa llevada a cabo por Gudrun fue la llevada a cabo para garantiza una cómoda existencia a Anton Mallot. Este fue guardia en un campo de concentración en Checoslovaquia, a quien el tribunal checo condenó a muerte en ausencia. Con los fondos de la organización, le alquilaron a Mallot unas habitaciones en una residencia para mayores, construido sobre un terreno que había pertenecido anteriormente a Rudolf Hess. Anton falleció de un cáncer en 2002, pero hasta ese momento, estuvo recibiendo las dos visitas al mes por la “muñeca” de Himmler. Esta se hizo igualmente cargo de Martin Sandberg, quien dirigió un escuadrón de élite que asesino a cientos de miles de judíos, comunistas y gitanos en los países bálticos – Letonia, Lituania y Estonia. Pasó sus últimos días gracias a la “Stille Hilfe” en la comodidad de un hogar de ancianos en Stuttgart.

A sus 81 años visitó la ya anciana Gudrun una manifestación neonazi en Ulrichsberg en el norte de Austria. Fue uno de los pocos eventos públicos en el que ella haya participado. Allí, confirmo la “muñequita” una vez más, su estatus “divino” cuando todos los ex oficiales de alto rango formando fila delante de ella, fueron consultados donde habían servido a la patria. Andrea Röpke, una autoridad reconocida entre los nazis, manifestó más tarde, que los congregados experimentaron un cierto “temor” hacia Gudrun, que manifestó tener un notable conocimiento en cuestiones logísticas.

En el año 1989 se encargaba aun la organización de doce condenados a cadena perpetua, cuatro prisioneros con condenas diversas y ocho personas que aún estaban a la espera de juicio, además del seguimiento que realizaban a unos cuarenta y dos condenados y veinte y seis miembros de familia. En los dos siguientes años, se realizaron contactos con aquellos que vivieron en la antigua República Democrática Alemana que fueron condenados por crímenes de guerra o por crímenes contra la humanidad. En una carta circular de la organización se comunicaba que: “Desde la reunificación de Alemania, hemos podido ampliar nuestro campo de operaciones según lo previsto”. Con ello atendieron a 17 personas (14 hombres y 3 mujeres), tras establecer contacto con ellos.

Entre los asistidos podemos encontrar a los siguientes miembros:

Ferdinand Hugo aus der Fünten, capitán de las SS y uno de los máximos responsables de la deportación de más de 100.000 judíos de los Países Bajos y Franz Fischer, conocido por su sadismo, fue coronel de las SS. Ambos se encontraban prisioneros en Breda, Países Bajos, hasta poco antes de su muerte en 1989. Los “boletines” informaban periódicamente sobre el estado de ambos. Del mismo modo relataban que ambos habían afrontado su “cruel e inhumano destino con dignidad”. Del mismo modo comunicaban, que en los años de prisión que llevaban cumpliendo, ambos habían mostrado “disciplina y honorabilidad tal y como debe de ser en un soldado alemán, infundiendo respeto […]”. Franz Fischer falleció en 1989 con 44 años de condena a su espalda.

Klaus Barbie, fue condenado a cadena perpetua en Francia. Ex jefe de la Gestapo de Lyon, había indicado la deportación de judíos, su tortura y exterminio. Lo mismo hizo con los miembros de la resistencia francesa. La hija de Barbie fue apoyado financieramente por el “Silencio”, para poder realizar las visitas a  prisión para ver a su padre en Francia.

Joseph Schwammberger, desde su detención en Argentina mantiene un estrecho contacto con la organización. Schwammberger, líder de tropa de las SS, ha sido acusado en doce causas por asesinato y de complicidad en otros cuarenta casos, en los que al menos 3.374 personas de origen judío fueron asesinados. La acusación: “En todos los casos, el acusado actuó por despecho hacia los judíos, volcando el odio racial y una actuación sin escrúpulos aprovechándose de su cargo como director del campamento”. En el “boletín” se informaba con regularidad sobre Schwammberger, “un anciano incapaz de hacer algún mal”. En la “circular” 1 / 1991, se hacía mención a las cartas que este enviaba: “En las cartas del Sr. Schwammberger que nos escribió en febrero y marzo de este año, queda manifestado el testimonio de un espíritu y una actitud que nos inspira un gran respeto.”

Viktor Arays, coronel de las SS y jefe del conocido comando especial de Letonia, se presenta en una “circular” como un poeta. En su poema “La soledad”, escribe “el tiempo actual sin sentido”, que sólo origina “el miedo y el mal.” Arays fue condenado a prisión en 1979 por el asesinato de 13.000 personas. El “comando de cazadores” de Viktor Arays, estaba compuesto casi exclusivamente por letones, que asesinaba a los judíos sin piedad.

Martin Sommer, sargento mayor de las SS, se le recordó con el motivo de su fallecimiento en una circular de 1988: “Él llevaba la insignia por el valor en combate en oro […] En cualquier otro país, se les hubiera dado en circunstancias similares la libertad”. Martin Sommer, el “carnicero de Buchenwald”, había exterminado sádicamente a un sinnúmero de personas, que sufrieron torturadas antes de ser asesinadas.

Walter Reder, el comandante de las Waffen-SS, fue responsable de la masacre de los italianos en Marzobotto. Recibido, con motivo de su liberación por la “Stille Hilfe” unos 300€. Él continuó siendo atendidos “por escrito” y “sólo recibe un pequeño regalo de cumpleaños en forma de atención”. El “Silencio” le envió una corona de flores para su funeral en 1991, haciendo referencia en el “boletín” a su comportamiento como persona, distinguiéndolo como un fiel compañero y defensor de su país, “siendo un brillante ejemplo para todos nosotros.”

Rudolf Hess siempre recibió una especial atención a las “circulares”. Como ex diputado se le distingue como “un prisionero de la paz” se le recuerda como el “respetuoso solitario de Spandau.”

Los genes del arquitecto del Holocausto han radicalizado el grupo, que funciona también como una asociación en la sombra que “no sólo ayuda a antiguos miembros del Partido Nacionalsocialista, sino que recauda dinero para los movimientos neonazis”, explica el experto Andrea Roepke. Gudrun vive en un chalé en Furstenried, un barrio a las afueras de Múnich, con su marido, pero no está dispuesta a dar cuentas a nadie. “Nunca hablo de trabajo. Simplemente hago lo que puedo cuando puedo”, respondió a los reporteros del Mail.

 

 

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