MARIO NUDELSTEJER
Facundo Cabral nació en un puerto argentino en mil novecientos treinta y siete, y desde que aprendió a caminar no se detuvo jamás.
Anécdotas de Facundo Cabral contadas por él mismo:
“El ahijado”
El poeta indio Tagore, que bautizara “mahatma”, es decir, alma grande, a Ghandi, decía que cuando el hombre trabaja, Dios lo respeta, más cuando el hombre canta Dios lo ama.
Mi madre poco antes de morir, me dijo: muero contenta porque cada vez te pareces más a lo que cantas.
Juan Francisco, mi ahijado, dice, a sus dos años de edad, que soy artista porque canto, y que canto para poder comprarle chocolates, que es lo más razonable que escuché sobre mi oficio.
Borges
Cuando le pregunté a Borges porqué no había libros suyos en su biblioteca, me dijo: porque sigo teniendo el hábito de la buena lectura.
Cuando le pregunte qué le había parecido Arreola, que acababa de visitarlo, me dijo: es un verdadero caballero, me dejó dos o tres silencios.
Cuando le pregunté por Cien años de soledad, que le habían leído, me dijo: los primeros cincuenta años son memorables…
Al verme asombrado por su presencia en mi concierto, Ray Bradbury me dijo: me asombra que se asombre de encontrar un Bradbury viniendo de un país que tiene un Borges que es asombroso.
La Madre Teresa de Calcuta
Pregunté a la Madre Teresa en Calcuta: ¿cuándo descansa? y me dijo: Descanso en el amor. Le pregunté: ¿cuál es el lugar del hombre? y me dijo: Donde sus hermanos lo necesitan. Le dije: nunca la escuche hablar de política, y me dijo: Yo no puedo darme el lujo de la política, una sola vez me detuve 5 minutos a escuchar a un político, y en esos 5 minutos se me murió un viejecito en Calcuta.
Cada vez que yo entraba a la casa de la Madre Teresa, sentía que Dios recién había salido.
Una señora, impresionada por verla bañar a un leproso, le dijo: yo no bañaría a un leproso ni por un millón de dólares, a lo que Teresa contestó: Yo tampoco porque a un leproso solo se lo puede bañar por amor.
El viejo Tarahumara, el campesino chino
Pregunté a un viejo Tarahumara porqué no usaban armas para defenderse de los cuatreros, y me dijo: Si las armas fuesen necesarias, habríamos nacido con ellas.
Me dijo un campesino chino: Si quieres ser feliz un día, emborráchate; si quieres ser feliz una semana, cásate; si quieres ser feliz toda la vida, se jardinero.
El maestro Rubinstein
En el Campo Di Fiore, en el Trastevere romano lo encontré dándole migajas a las palomas. Le pregunté: ¿Usted es el que yo creo? y me dijo: Yo soy el que tú quieras. Le pregunté: ¿Usted es el maestro? Y me dijo: No, maestro es el que te puso delante de mí y a mí delante de ti. Yo soy Arthur Rubinstein.
La mayoría es buena gente
Alguna vez me preguntó mi madre: ¿cuándo vas a dejar de pelear para comenzar a vivir?, ¡porque, no se pueden hacer las dos cosas a la vez!
Mi madre creía que en el día del Juicio Final, el Señor no nos juzgará uno por uno -ardua tarea- sino por el promedio, y si juzga el promedio estamos salvados, porque la mayoría es buena gente.
El bien es mayoría, pero no se nota porque es silencioso -una bomba hace más ruido que una caricia, pero por cada bomba que destruye, hay millones de caricias que construyen la vida. Diría mi madre: Si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio.
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