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viernes 22 de noviembre de 2024

El gran sanedrín francés

JOSÉ KAMINER TAUBER

14-julio-2011.- La palabra Sanedrín, usada en tiempos del Talmud para designar a un tribunal debe su origen a la palabra griega Sunedrión que significa “asamblea”. El tratado del Talmud describe un tribunal menor de veintitrés miembros y al gran Sanedrin de setenta y uno.

Napoleón decretó la creación de una asamblea de notables judíos el 30 de mayo de 1806. La primera sesión estaba programada para un sábado 26 de julio, causando algunas discusiones entre los asistentes.

Entre los participantes se encontraban: Abraham Furtado, Orly Hayim Worms, Abraham Benjamin, Berr Isaac Berr, Rabino David Sinzheim de Strasbourg, Rabino Abraham Vita de Mantua, Jacob Lazard, Joshua Segre de Vercelli, Emanuel Deutz y otros muchos más.

La asamblea se llevó a cabo en un salón próximo al Hotel de Ville, en la entrada había una guardia militar que presentaba armas con el acompañamiento de tambores en honor de los notables. Abraham Furtado fue elegido presidente de la asamblea por dos tercios de los presentes sobre la candidatura de Berr Isaac Berr.

Cuándo se dio lectura al primer discurso sobre la grandeza de Napoleón, héroe de la nación, todos los presentes se pusieron de pie, levantando su voz exclamaron a coro “¡Vida larga al Emperador! ¡Larga vida a la casa del Emperador!” Después fue usado como rutina al iniciarse las futuras sesiones.

Los tres representantes del gobierno aparecieron hasta la segunda sesión efectuada el 29 de julio ellos eran: El Conde Molé, Pasquier y el joven Portalis. Molé explicó el propósito del Emperador para convenir esta asamblea para lo que expresó “Su majestad desea que ustedes sean considerados franceses y ustedes decidirán si aceptan el titulo o renuncian sin ser ustedes dignos. Para el efecto espera que respondan con toda sinceridad a las siguientes doce preguntas divididas en tres grupos: cuestiones de las leyes judías del matrimonio, de la actitud de los judíos sobre los franceses y sobre la usura en la ley judía”.

Para contestar las doce preguntas se erigió un comité de doce miembros. El comité estaba formado por tres Rabinos que incluían al rabino David Sinzheim y nueve hombres activos (askanim) en la vida comunitaria. El 4 de agosto fueron presentadas provisionalmente a la asamblea las respuestas a las tres primeras preguntas.

A la primera cuestión: ¿Si los judíos podrían tener más de una esposa? La respuesta propuesta fue dada citando la takana (reglamento) del Rabí Gershom Meor Hagola que prohibía todo tipo de poligamia en cualquiera de sus formas.

A la segunda cuestión: ¿Si un divorcio otorgado por una corte de justicia era legal en la ley judía? La respuesta propuesta fue dada citando el Shuljan Aruj que se guiaba de acuerdo al Talmud “La ley del país es la ley”

A la tercera cuestión: ¿Si estaba permitido en la ley judía los matrimonios mixtos entre cristianos y judíos? La respuesta dada fue que la ley judía prohibía el matrimonio con idolatras, tomando en cuenta que los habitantes de Europa no son idolatras, un judío podía casarse con una francesa de acuerdo con el Código Civil y por eso no dejaba de ser judío, de igual manera judío y judía podían contraer matrimonio por lo civil únicamente sin llevar a cabo Hupa veKiddushim (ceremonia religiosa).

A la respuesta de las preguntas 7º, 8º y 9º los tribunales religiosos fueron abolidos desde la revolución y los Rabinos tienen jurisdicción sólo en materia religiosa de la que no se trata en el Código Civil.

A las restantes preguntas que concernían a la usura, la asamblea respondió detalladamente:
“En la Tora no se menciona la usura, solo préstamos con intereses; la finalidad era de proteger los derechos de propiedad de la población agrícola. También hablaba de prohibir el cobro de intereses a los judíos y a los habitantes no judíos del país; los intereses eran para extranjeros. Durante el periodo Talmúdico cuando el comercio se había desarrollado, la cobra de intereses a los judíos estaba permitida, como un tipo de sociedad a pesar que en el Talmud decía que era una gran virtud no cobrar intereses.

Para el 15 de agosto, cumpleaños de Napoleón, los delegados marcharon en la sinagoga con los rollos de la Tora entonando cánticos en hebreo y francés en honor de Napoleón que fue llamado por el Rabino Segre “El rey Salomón de nuestros días” y por el Rabino Sinzheim que lo comparó con el rey Ciro de Persia.

La Europa anti-napoleónica se inquietó. “Todos los judíos ven en Napoleón a su mesías”, decía Metternich.

Lo que hizo Napoleón fue “poner al día” al judaísmo, lo hizo entrar en la modernidad. Eso no le pasó inadvertido a un rabino: “Si Bonaparte triunfa, aumentará el número de acaudalados en Israel, y se acentuará la grandeza de Israel, pero ellos se marcharán y el corazón de Israel se alejará del Padre celestial”.

Napoleón, al incorporar a los judíos a la sociedad, éstos se asimilaron. El “corso vil” hizo todo lo posible para ello. Esa asimilación era la que temía el rabino citado, y no por casualidad también los “jasidim” rusos, ortodoxos.

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