MARIO NOYA/LIBERTAD DIGITAL
Hezbolá, Partido del peor Dios, el más potente grupo terrorista del planeta, que puso en jaque a Israel en 2006, en los 90 voló la AMIA y la embajada del Estado judío en Buenos Aires y en los 80 expulsó a los mismísimos EEUU del otrora cristiano Líbano que ahora sojuzga, ha cruzado el Charco y anda haciendo las Américas. ¿Con qué propósito? No se ponen de acuerdo los pocos que han parado las orejas.
El Departamento de Seguridad Nacional de los Estados Unidos dice que no hay evidencia de que la organización comandada por el jeque Nasrala tenga campos de entrenamiento en Iberoamérica, pero el embajador Roger Noriega, subsecretario de Estado para Asuntos Hemisféricos con George W. Bush, dice que la organización comandada por el jeque Nasrala tiene dos grandes bases de operaciones en la región –la venezolana Isla Margarita y la Triple Frontera que comparten Argentina, Brasil y Paraguay–, y que está volcada en la recluta y entrenamiento de nuevos terroristas.
Daniel Benjamin, coordinador de Contraterrorismo del Departamento de Estado, sostiene que Hezbolá no recauda mucho en Iberoamérica, pero el experto en terrorismo islámico Matthew Levitt sostiene que, sólo en la Triple Frontera, Hezbolá recauda unos 10 millones de dólares cada año. Melani Cammett, de la Universidad de Brown, considera que el Partido de Dios no tiene intención de atacar a Estados Unidos, y que su presencia en el Nuevo Continente tiene por objeto la provisión de fondos para sostener sus actividades en el Medio Oriente, sobre todo en el Líbano; pero Connie Mack, presidente del Subcomité de Asuntos Hemisféricos del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, considera que su presencia en el Nuevo Continente tiene por objeto la provisión de fondos para sostener sus actividades en el Nuevo Continente, y Noriega advierte de que, si no se actúa pronto, atacará intereses (o a ciudadanos) norteamericanos; el congresista demócrata Brian Higgins tampoco sigue a Cammett en su valoración: Sugerir que Hezbolá no representa una amenaza directa para los Estados Unidos es notoriamente inconsistente con los hechos aquí presentados.
Ese “aquí” hace referencia a la sesión que dedicó la semana pasada el Comité de Seguridad Nacional de la Cámara de Representantes a analizar la presencia de la organización terrorista islámica (chií) libanesa en América, en la que se dijeron cosas harto interesantes/preocupantes, sobre todo si se combinan con lo que arroja un atento rastreo en la hemeroteca global.
Se sabía que Hezbolá recaudaba fondos en la Triple Frontera para financiar sus actividades en Oriente Medio, pero desde hace seis años habría ampliado y extendido su presencia en la región. A día de hoy tendría más de 80 agentes activos en 12 países iberoamericanos, así como en 15 ciudades de EEUU y cuatro de Canadá. (A escala global, Hezbolá estaría presente en 40 países de los cinco continentes).
Según Cyrus Miryekta, veterano de las guerras de Afganistán e Irak y graduado en Seguridad Nacional y Buen Gobierno por el Institute of World Politics, Hezbolá trabaja en la Triple Frontera con las mafias de Hong Kong y el Líbano, con Al Qaeda y las FARC, y además está presente en Guatemala, México, Panamá, Costa Rica, Venezuela y Colombia.
En México, los hombres de Nasrala estarían adiestrando en el manejo de explosivos a los psicopáticos cárteles locales de la droga. Es por eso que el congresista por Nueva York Pete King (republicano) quiere que se considere terroristas a dichas organizaciones, lo que además permitiría un mejor seguimiento de sus operaciones de todo tipo, incluidas las financieras. Por otro lado, el vicepresidente del American Foreign Policy Council, Ilan Berman, asegura que Hezbolá ha estado usando la “porosa” frontera mexicana como vía de acceso a los Estados Unidos.
El año pasado, el diario israelí Haarezt publicó una información, titulada “México desbarata un intento de Hezbolá por establecer una red en Sudamérica”, en la que podía leerse:
Los agentes de Hezbolá emplearon a ciudadanos mexicanos con lazos familiares con el Líbano para conformar la red, que tenía la mira puesta en Israel y Occidente, según el diario [kuwaití] Al Seyassah.
De acuerdo con el reporte, la Policía mexicana sometió a vigilancia al líder del grupo, Jamil Naser, que viajaba con frecuencia al Líbano para recibir información e instrucciones de los comandantes de Hezbolá.
La Policía dice que Naser también viajaba a menudo a otros países de Latinoamérica, [y que] en el verano de 2008 estuvo en Venezuela por espacio de dos meses.
Brasil se estaría convirtiendo en un centro neurálgico del terrorismo mundial. Según la propia Inteligencia brasilera, en el gigante sudamericano habría al menos 20 células operativas de Hezbolá, la Yihad Islámica y Al Qaeda.
En Colombia, los terroristas libaneses estarían metidos de hoz y coz en el negocio del narcotráfico. “Las autoridades colombianas le reportaron personalmente [a Noriega] que Hezbollah opera las áreas tomadas por las FARC”, informó el pasado día 8 Maibort Petit en Miami Diario.
En marzo de 2009, la VOA relataba que James Stavridis, comandante de las fuerzas estadounidenses en Iberoamérica, había alertado de la implicación de Hezbolá en el tráfico de drogas. “Hemos detectado en Colombia una conexión directa entre las actividades de Hezbolá y del narco”, declaró el almirante.
Unos meses antes, en octubre de 2008, un operativo colombiano-estadounidense había conseguido desmantelar una banda dedicada al tráfico de cocaína y al lavado de dinero que contribuía al financiamiento de Hezbolá. La operación, denominada Titán, se saldó con la confiscación de 23 millones de dólares y el arresto de 130 personas, entre las que se contaba Chekry Harb, alias Talibán, un capo libanés residente en Bogotá que blanqueaba dinero en medio mundo y entregaba a Hezbolá hasta el 12% de sus beneficios. “Entre los proveedores bogotanos de Harb estaban los jefes de la denominada Oficina de Envigado, según las autoridades colombianas”, escribieron en aquel entonces Chris Kraul y Sebastian Rotella en Los Ángeles Times. La Oficina de Envigado es un grupo de narcoparamilitares comandado por Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, y conformado por antiguos miembros del Cártel de Medellín.
“Venezuela es el mayor centro de operaciones de Hezbolá en el continente”, afirma rotundo Noriega. Los vínculos entre la antiamericana, antisemita y antisionista Venezuela de Hugo Chávez y el antiamericano, antisemita y antisionista Partido de Dios son tales, que el número dos de la embajada venezolana en Siria es Gazi Atef Salameh Nasseredine Abu Ali, un venezolano de origen libanés que figura en el listado de terroristas del Departamento del Tesoro de EEUU desde 2008 por su pertenencia a Hezbolá. Según Noriega, el hermano menor de Gazi, Oday, estaría implicado en las operaciones de entrenamiento de terroristas de Isla Margarita y reclutando adeptos en los Círculos Bolivarianos.
El republicano Connie Mack ha instado a la Administración Obama a que declare a la Venezuela chavista Estado patrocinador del terrorismo, habida cuenta de datos como éstos y de los que relacionan a Caracas con las FARC… y con ETA, podríamos añadir desde España.
Como hemos visto, hay quien dice que Hezbolá está en América para obtener fondos con los que contribuir al sostenimiento de su impresionante actividad en Oriente Medio y quien dice que no, que lo que recauda en América lo gasta en América. Hay también quien piensa que es la cabeza de puente de Irán en el Nuevo Continente y quien, en cambio, cree que lo que busca es, precisamente, obtener recursos para seguir adelante si el régimen de los ayatolás colapsara. A juicio de Ilan Berman, Teherán busca en América romper su aislamiento internacional… y el uranio que abunda en el subsuelo venezolano.
¿Y si Hezbolá fuera el brazo que empleara Irán en caso de que siguiera adelante con su programa nuclear y Estados Unidos (o Israel) se decidiera por ello a atacar sus instalaciones? Hezbolá, que “hace que Al Qaeda parezca un equipo de tercera”, si hemos de creer a Patrick Meehan, presidente del Subcomité sobre Contraterrorismo e Inteligencia de la Cámara de Representantes… No parece una pregunta demasiado impertinente, sobre todo si se tiene la certeza de que se ha prestado “muy poca atención” a “tan importante asunto”, la presencia del Partido de Dios en tierras americanas. Douglas Farah, del International Assesment and Strategy Center, la tiene, y así se lo hizo saber a los congresistas la semana pasada.
Estados Unidos fue a guerrear al Medio Oriente para dar la batalla contra el islamismo lejos de sus costas. Pero Obama ha decidido volver grupas sin terminar la tarea. ¿Se imaginan que tuviera que librarla ahora tan cerca, en el patio trasero, o incluso directamente en casa? Para echarse a temblar, oigan.
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