ISABEL S. SOBALER /EL NORTE DE CASTILLA.ES
El paseo central del Campo Grande fue un antiguo cementerio judío hasta el siglo XV.
«Son tumbas de tiempos antiguos, en las que unos hombres duermen el sueño eterno. No hay en su interior ni odio ni envidia. Ni tampoco amor o enemistad de vecinos. Al verlas mi mente no es capaz de distinguir entre esclavos y señores». Con esta frase de Mosheb Ibn Ezra, una placa señala la ubicación del antiguo cementerio de judíos del siglo XV que alberga el Campo Grande en su paseo central.
Valladolid fue en su día la capital de un imperio y la sede de la Corte de Castilla, pero también fue, como otras muchas zonas de la península, una ciudad donde durante varios siglos convivieron varias creencias. Esta mezcla de culturas, musulmanes, judíos y cristianos, comenzó a crear hostilidades y problemas alrededor de 1322, lo que desembocó en 1412 en la separación en espacios urbanos cerrados y reducidos para los judíos y musulmanes, como explica Javier Burrieza en su libro ‘La guía misteriosa de Valladolid’.
La población judía se asentó en las proximidades de San Pablo, en un barrio que poco a poco fueron construyendo y que contaba con un pozo, una sinagoga y una cerca, que les separaba de los cristianos y la cual no podían atravesar una vez terminado el horario impuesto por las autoridades. Se cumplieron todas las órdenes que se imponían en el ordenamiento de 1412: «Vivan apartados de los cristianos en un lugar aparte de la villa, ciudad o lugar donde fueran vecinos, y que sean cercados de una cerca en derredor y tenga una puerta sola por donde se manden en tal círculo y que en el dicho círculo los que así fueren asignados, moren judíos y judías, moros y moras, y no en otra casa ni lugar fuera de él».
La remodelación del año 2002 promovida por el Ayuntamiento, que modificó la conocida Acera Recoletos, dio a conocer un amplio cementerio de judíos datado en esta época. En el paseo central del Campo Grande, la vía de entrada desde Madrid en el siglo XV, fue hallada la necrópolis judía perteneciente a este gueto. Como ha explicado Miguel Ángel Montes, se excavaron 78 enterramientos, en los que se encontraron distintos restos óseos repartidos en una superficie de 200 metros cuadrados, lo que, según este arqueólogo, permite calcular que el cementerio tenía capacidad para unos mil enterramientos. Los restos óseos fueron inhumados de acuerdo con el ritual judío: cada cuerpo fue depositado en una fosa simple, dentro de un ataúd de madera orientado oeste-este, con los brazos estirados y las palmas hacía arriba.
Tras la expulsión de todos los judíos y musulmanes de la Península Ibérica, ordenada por los Reyes Católicos en 1492, los judíos sefardíes, descendientes de los ibéricos, se dispersaron por distintos puntos de Europa y América. Se calcula que esta comunidad hebrea alcanza en la actualidad los dos millones de integrantes, cuya tradición aún hoy permanece ligada a la cultura hispánica.
La comunidad hebrea de la ciudad de siglos pasados también está presente en la literatura de la ciudad. La ruta del Hereje, inspirada en la novela del escritor y periodista Miguel Delibes, tiene parada en el almacén de la Judería de la calle San Quirce. Otra de las obras que hacen referencia a la vida de los judíos en Valladolid es ‘Los locos de la Costanilla’, del asturiano Miguel Ángel Galguera.
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