STEPHANIE GOLDBERG
“Recordar para crear generaciones con memoria. Recordar no para sufrir sino para aprender y transformar. Mostrar el dolor para despertar la conciencia y dar sentido a la existencia” Museo Memoria y Tolerancia.
Indiferencia, rencor, enojo, odio, violencia, muerte, asesinato, genocidio. Formula repetida una y otra vez a lo largo de la historia de la humanidad. Estamos cansados de la historia, del discurso del respeto, pero no aprendemos.
Después de la Segunda Guerra Mundial en la cual se perpetro el Holocausto, los países se alzaron y dijeron nunca más, pero el museo Memoria y Tolerancia nos pregunta ¿¿¿NUNCA MÁS??? Cuestionándonos si recordar es suficiente para evitar los crímenes contra la humanidad, los genocidios.
La historia es una herramienta indispensable, que puede ser utilizada para diversos fines, desde la tergiversación de los hechos hasta la creación de una memoria justa. Concepto acuñado por Paul Ricoeur en la obra “Memoria, historia y olvido”: “Hemos entrado en lo que el propio Ricoeur define como el momento extremo en que los sobrevivientes cederán pronto su lugar a los historiadores; época clave en la que la historia se entrecruza con la memoria…en que es necesario trazar las líneas para una memoria justa en el contexto del giro conflictivo que ha tomado el debate sobre lo que realmente pasó en el Holocausto. El problema ahora es cómo tender los puentes necesarios entre la historiografía de los historiadores y la memoria de los testigos”. (Regina Santiago)
Las palabras memoria y tolerancia se han unido en la creación de un concepto, de un museo. De la materialización de los sueños de Sharon Zaga y Milly Cohe,n quienes desde 1999 han idealizado y realizado su proyecto, un museo no solamente sobre los genocidios si no de la tolerancia ante las diferencias.
“El punto de partida la memoria histórica busca mostrar la importancia de la tolerancia, la diversidad y derechos humanos. Mostrar que el bien y el mal habitan irremediablemente en cada uno de nosotros pero que es nuestra decisión fortalecer la luz actuar con conciencia”.
Son las once de la mañana, me encuentro en la entrada del Museo Memoria y Tolerancia, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, frente al Hemiciclo de Juárez y a un costado de la Secretaria de Relaciones Exteriores., un edificio gris, imponente, en uno de los lugares más transitados del Centro. Solamente 23 letras que, por separado, pueden significar muchas cosas pero que juntas nos mandan un mensaje. Memoria Y tolerancia.Me encuentro con mi madre, el acceso es muy amigable, nos ofrecen una visita guiada que decidimos no tomar para tener la libertad de explorar las salas por nuestra cuenta. El recorrido comienza en el último piso, para ir bajando. El inicio es una cámara obscura, con imágenes y explicaciones sobre el genocidio. Los que se tratan en este museo son: el Holocausto, Darfur, Camboya, Ex Yugoslavia, Guatemala, Armenia y Ruanda.
El genocidio es definido por la Organización de Naciones Unidas como: “cualquiera de los actos mencionados a continuación, perpetrados con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico, racial o religioso como tal: a) Matanza de miembros de un grupo; b) Lesión grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e) Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo”.
Todas esas aceptaciones se pueden aplicar al Holocausto.
El museo se enfoca principal pero no únicamente en el Holocausto se denomina como el asesinato sistemático de seis millones de judíos a manos del partido nazi durante la Segunda Guerra Mundial. “La política anti judía nazi comenzó con actos de intimidación y de terror, negación de derechos humanos y civiles y presiones para eliminar la presencia judía en Alemania – y acabó con la casi total destrucción de la judería de los países ocupados de Europa. Esta política fue ejecutada por el partido nazi y por distintos departamentos del Estado alemán, con la asistencia activa de elementos antisemitas pro nazis en los territorios conquistados por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.”
Se debe destacar que no murieron únicamente seis millones de judíos, la política nazi también tuvo otras víctimas por ejemplo: 3.300,000 prisioneros de guerra soviéticos, 3.000,000 polacos, 250,000 gitanos, 200,000 discapacitados, 80,000 opositores del régimen y 12,000 homosexuales, entre otros.
Algunos de los objetivos son: “Ir más allá de los límites tradicionales de un museo, convertirnos en el centro de referencia en México y en Latino América en materia de tolerancia, respecto, diversidad, inclusión y diálogo. Crear conciencia en nuestra sociedad y educar, mediante la memoria, en la tolerancia Advertir al visitante acerca de los alcances y las consecuencias de la indiferencia, la discriminación, la violencia y la intolerancia. Impulsar a las nuevas generaciones a buscar una convivencia humana más sana y comprometida con su entorno. Fomentar la reflexión que derive en acción social.” El museo está pensado para mayores de 12 años pero para los niños menores pero, en diciembre, se abrirá un área especial en la cual en colaboración con Plaza Sésamo se creó un espacio especialmente diseñado para los niños y niñas de 4 a 8 años de edad.Mediante actividades interactivas muy divertidas conocerán más de la tolerancia, el respeto y la diversidad.El Holocausto es tratado en dos pisos del museo, comienza por la época de pre-guerra, la vida de la comunidad judía en Europa, la forma en que sube Hitler al poder y las leyes que comienza a implementar.
La contextualización es crucial para comprender los hechos que se tratan después, evita las confusiones mediante la explicación de las causas para no perder de vista las consecuencias. Dentro de esta sección es importante distinguir a los actores durante la Segunda Guerra Mundial: Las víctimas, los perpetradores y los observadores o indiferentes. Tres roles que pueden cambiar el rumbo de las cosas.
Debido a mi historia, esta zona del museo me molesta de manera particular: desde muy pequeña me causan una sensación de terror las esvásticas y los colores utilizados por los nazis el rojo, blanco y negro. Además de la simple presencia de una imagen de Hitler.
Seguimos caminando y nos adentramos a una de las primeras acciones nazis después del establecimiento de las leyes de Nuremberg, la formación de guettos para concentrar, aislar y manejar a la población judía. Se habla sobre la resistencia, la intención de parar a los perpetradores, los partisanos, ciudadanos que vivían en los bosques e intentaban parar las acciones nazis.
Intento ponerme en los zapatos de mi tercera generación, ¿Qué hubiera hecho si me encontrara en esa situación? Lo importante no es ponernos en su lugar, ya que nunca llegaremos a comprender lo que sintieron y experimentaron las millones de víctimas, Lo que si se puede hacer es entender y explicar, tomarlo como una lección para no caer en la intolerancia en mi vida ni permitirla a mí alrededor.
Las salas continúan y el recorrido también, después de pasar por las matanzas en los bosques llegamos a la zona de la Conferencia de Wannsee, la reunión de los altos comandantes nazis para el establecimiento de la “solución final”, es decir de la forma en la que iban a asesinar a los prisioneros. El uso de eufemismos es una constante en el Holocausto; desde pequeña llamo a las cosas por su nombre y no utilizo palabras para sustituir lo que realmente significan mis acciones, al contrario de los nazis que constantemente ponían una palabras amables ante atrocidades como solución final para asesinato sistemático, reubicar para deportar o desinfección para muerte por cámara de gas.
Le explico todo esto a mi madre y caminamos a la siguiente sala, de pronto noto a mi mamá muy sorprendida, me llama y me dice “Stephy ¿Estás viendo lo que dice aquí?” Volteo y observo una pared que dice “Eufemismos utilizados en la Conferencia de Wannsee”. En ese momento me di cuenta que tengo una conexión con ese lugar, ese recinto de la tolerancia.
Las personas a mi alrededor eran aproximadamente veinte que realizaban el recorrido por su cuenta y un grupo de diez personas con visita guiada. Al observar con detenimiento reconocí las diferencias que había en estos grupos, personas de ambos sexos, entre 19 y 60 años aproximadamente, todos reunidos allí por una sola causa, el museo.
Llegamos al vagón de tren: el museo cuenta con una pieza original de la guerra, los visitantes tienen la oportunidad de subir y recorrer su interior. El sentimiento es inexplicable, encontrarse parado en un país en el cual todos somos libres y tratados como iguales; pisar una pieza de exposición, en la que lamentablemente fueron transportadas miles de personas en camino al sufrimiento y a la muerte, me hace valorar mi libertad.Preguntándole a Rebeca Palombo, mi mamá, acerca de lo que ella experimento me dijo: “ Nunca había tenido contacto con un objeto así, solamente pienso en los límites de la libertad y c´omo podían estar encerrados aquí tantos seres humanos, sin comida, sin agua, sin saber a ciencia cierta dónde iban a parar”
Investigando las sensaciones de otros visitantes, me acerco a una pareja de jóvenes y les explicó mi cometido, me dicen que se llaman Mariana y Alberto, ella no quiere contestar a mi pregunta, “le da pena”. Pero él me comenta que: “No logro entender cómo la gente del mundo se quedo parada y no hizo nada, porqué, caminando por ese vagón oscuro lo único que quería era salir corriendo.” Se disculpan para seguir su camino y se van.Paola Espinoza Montalvo, estudiante de 21 años dice “Lo que más me impresiono del museo fue la parte del Holocausto, y mucho ver los videos de los sobrevivientes contando cómo era la vida tanto en los ghettos como en los campos de concentración. También el vagón fue impresionante, pensar que metían a más de 80 personas ahí sin agua ni alimentos durante días”.
Igual que todos los visitantes, continuamos bajando, literalmente, por la estructura del museo y nos acercamos a un lugar oscuro, el mecanismo de muerte, la maquina que llevaba al último respiro de existencia a los millones de seres humanos asesinados.Veo correr una lágrima por la mejilla de mi mamá, trata de disimularlo pero no lo logra. La entiendo, no es una información fácil de digerir. “El que no conoce su historia está condenado a repetirla”. La abrazo, intento decirle algo, pero ante estas imágenes no se puede expresar nada con palabras.Después de la obscuridad se distingue un rayo de luz al final de un túnel. “La mayoría de los salvadores eran personas corrientes. Algunos actuaban por convicción política, ideológica o religiosa; otros no eran idealistas, sino meros seres humanos a los que les importaba la gente a su alrededor. En muchos casos nunca planearon convertirse en salvadores, y no estaban en absoluto preparados para el momento en el que debieron tomar una decisión de tan largo alcance”.
Esta sección está ilustrada de una manera muy simbólica, al final del pasillo me reencontré una vez más con la imagen y enseñanza Viktor Frankl sobreviviente del Holocausto, creador de la logoterapia. Éste personaje ha sido una constante en mi vida desde que tenía 16 años, el momento en el que abrí su libro “El hombre en busca del sentido”. Cada vez que lo leo, investigo y recuerdo tiene algo nuevo que decirme. El día de hoy me enseña que debo compartir mi experiencia y conocimiento sobre el tema del Holocausto, reconociendo que aún me falta mucho por aprender, pero que lo que sé lo debo de difundir para crear conciencia tal y como lo hace Memoria y Tolerancia.
En uno de sus libro dice: “Nuestra generación es realista, pues hemos llegado a saber lo que en verdad necesitamos es un cambio radical en nuestra actitud hacia la vida. Tenemos que aprender por nosotros mismos y, después enseñar a los desesperados, que en realidad no importa lo que esperamos de la vida, sino, qué espera la vida de nosotros”. Demostrándonos en tan pocas palabras su modo de ver la vida, la realidad. Después de una hora de recorrido en uno de los episodios más oscuros de la humanidad creemos que vamos a salir hacia una mejor visión del mundo en la cual hay respeto a las diferencia, creemos que el mundo aprendió con la vida de millones de personas. Pero entrando a la sala de genocidios nos damos cuenta de que no es así, después de años de que el Holocausto tiene como lema Nunca Más, Memoria y Tolerancia nos replantea el esquema preguntándonos ¿Nunca más?Hacemos un recorrido por los demás genocidios, qué tristeza tener que decir una palabra específica para un crimen contra la humanidad. El discurso dice que todos aprendimos algo después del Holocausto, pero estamos aquí parados en una sala de museo donde se exponen atrocidades que acontecieron después de la Segunda Guerra Mundial. Decimos que aprendimos, pero la realidad es otra, los hechos nos demuestran que por más atroz que encontremos los crímenes seguimos permitiendo que sucedan.
Al salir de la sala nos encontramos con una estructura que llaman el Árbol de la Vida, a su costado podemos observar la bandera mexicana, ondeando afuera de la Secretaria de Relaciones Exteriores: me doy cuenta que soy afortunada de estar en un país como México, aun con todos sus conflictos agradezco que le abrió las puertas a mis abuelos y que nunca me ha hecho sentir como extranjera en mi país. La zona de tolerancia nos recibe con mucha luz y color, explicando que significa ser tolerante, la importancia de ejercer este valor. Así como dándonos ejemplos concretos sobre la falta de respeto.
Un área muy interesante y correspondiente a nuestra labor como comunicadores.En “El poder de los medios de comunicación”, nos ejemplifican la intolerancia y racismo que se comete y difunde diariamente dentro de los medios, tanto impresos como televisión, radio, internet, entre otros. Demostrándonos que un “simple” comentario puede dañar a las personas además de atentar contra la tolerancia, la responsabilidad al tener en la mano un micrófono es mucho mayor, por lo tanto debemos construir y exigir comunicadores que nos demuestren ese profesionalismo.
Hay una zona específica para el análisis de “Nuestro México”, con una documentación impresionante acerca del país y su diversidad. El museo termina señalándonos la diferencia entre compromiso e indiferencia, y proponiéndonos que elijamos nuestra actitud. Cerramos observando un ventanal a través del cual podemos ver el Hemiciclo de Juárez, enmarcado por su inmortal frase “Entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz” “Las diferencias no deben ser motivo de odio el que odia primero es odiado después” (MyT)
Saliendo de la zona de tolerancia del museo me pongo a pensar sobre la importancia de un museo de esta temática y calidad en nuestro país, ¿Por qué un museo de Memoria y Tolerancia en México? Antes de concluir pregunto a mí alrededor para saber que opinan las personas:Paola Espinoza me comenta: “Creo que el museo de Memoria y Tolerancia es lo que el país necesita para que todos entendamos a profundidad los hechos históricos que han marcado a las personas a lo largo del tiempo, incluso a las que no fueron afectadas directamente, para entender que aún en pleno siglo XX se dan ese tipo genocidios y existen esas ideologías, y así recapacitar y no permitir que vuelvan a suceder. Es una manera muy fácil de aprender, pues no es leer una cantidad innumerable de textos. Toda esa información esta reforzada con maquetas, fotografías, videos, etc. que hacen que se entienda y se viva un poco cada suceso. Todos deberíamos de apoyar ese tipo de exposiciones pues el mundo necesita de gente consciente y tolerante, sin ningún tipo de discriminación ni malos tratos, pues a final de cuentas todos somos seres humanos igualmente valiosos. Sin duda, la mejor exposición que he visto”.
Pensé en México lo mucho que vale y lo poco que apreciamos a nuestro país, todavía con muchos atavismos de discriminación, pero sin los infiernos del campo de concentración, de la cárcel de confinamiento o del patio de masacres.El espíritu respetuoso y pacifista que tenemos los mexicanos, siempre nos ha enseñado que “existen razones por las cuales se debe morir. Pero que no existe ninguna por la cual se pueda matar.”
Éstas son algunas de las reflexiones de las personas que han visitado el museo.En mi opinión es una iniciativa sin precedentes en nuestro país: poder mostrarle a la gente sobre los genocidios que es información fácil de encontrar en cualquier fuente, pero en este espacio se busca cambiar la forma de reaccionar ante estos sucesos, no solamente se presentan los hechos si no una solución basada en la tolerancia, el respeto y el conocimiento-reconocimiento del otro. Los momentos que estamos viviendo en la actualidad del país no son fáciles, es una situación muy compleja que debemos comprender desde todos los ángulos posibles, la tolerancia es uno de ellos, mientras nosotros no respetemos las diferencias y las características del otro nunca vamos a llegar a un estado de entendimiento que nos permita convivir como iguales.México es un país con una diversidad cultural muy enriquecedora pero debemos aprender a tolerar al otro para ver juntos hacia adelante como una sociedad fuerte que se detiene y apoya.
El museo Memoria y Tolerancia es una joya que vale la pena visitar, para observar, analizar y realmente reflexionar sobre lo que queremos para nuestra vida, nuestra humanidad.Esperanza, memoria y tolerancia porque recordar no es mirar hacia atrás- es dar un paso hacia adelante El museo es una evocación para los que vivieron de cerca o lejos historias oscuras y una enseñanza para quienes desconocen estos hechos trágicos” (MyT)
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