JESSICA KREIMERMAN LEW
DUERME Y SUEÑA – Duerme bien. En las horas de descanso, tu cuerpo procesa sin esfuerzo consciente. Durmiendo, el cuerpo se relaja y el sistema se repara. Los niños y las plantas crecen cuando duermen. Con consciencia limpia, se duerme sin insomnio: es el sueño de los justos. Y los sueños… ¡ah! Los sueños son fantástico vehículo de información cósmica, que revelan lo escondido en el subconsciente.
Ayudan a bajar información que sirve a la humanidad. Soñar es una manera de comunicarte contigo. En sueños encontrarás premoniciones, conexiones y soluciones a problemas que no tocas despierta. Es útil mantener un diario cerca de tu cama para recordar tus viajes internos antes que se desvanezcan en la vigilia. En sueños, la mujer del general Ulises S. Grant previno la muerte violenta de su esposo. Se rehusó ir al teatro a sentarse al lado de Abraham Lincoln el día de su asesinato.
Lincoln también soñó el incidente. Si se hubiera escuchado, ¿cuál pudo haber sido su destino, y el destino de los Estados Unidos? En sueños, Beethoven compuso un canon y Wagner articuló Tristán e Isolda. Numerosos descubrimientos científicos se deben a personas que prestaron atención a sus sueños y en algunos casos hasta les fue concedido Premio Nobel por hacerlo. Friedrich A. Kekule von Stradonitz, quien a través de un sueño llegó a revolucionar el campo de la química orgánica, aconsejó a sus colegas no ignorar esa importante fase de la creatividad humana: “Aprendan a soñar, caballeros, y entonces tal vez podamos encontrar la verdad.”
EJERCÍTALO – Estimúlate físicamente. Muévete. Camina. Oxigena tu cuerpo, sacude tu organismo. Crea espacios de gozo. Baila, haz ejercicio, nada, juega tenis o fútbol, aprende yoga. Suda. El cuerpo en movimiento evita la entropía y hasta te puede sacar de la depresión. En contraste con las máquinas, que se desgastan con los años, el cuerpo humano es capaz de mejorarse con el buen uso. Antes de correr, aprende a caminar: es excelente ejercicio una enérgica caminata treinta minutos o una hora diario. Observa si algunas partes de tu cuerpo son más fuertes que otras, si exiges más de unas que de otras ya que así refuerzas tu compensación.
En un cuerpo sano la energía fluye libremente. Toda enfermedad es producto del estancamiento, ya sea corporal, sexual, emocional, espiritual o intelectual. La curación consiste en recuperar la fluidez. No es sólo asunto de re-forzar tus músculos, la flexibilidad también es parte importante de la vitalidad. Muévete hasta sentir el flujo de la sangre circulando por tus venas, despertando células dormidas. Hacer ejercicio incorrectamente te aleja de la salud. El cuerpo es tan noble, que aún si lo ignoras durante años y comienzas a ejercitarlo a los 40 o 50 años, puedes revertir efectos de la edad biológica como la presión arterial, exceso de grasa, desequilibrio de azúcar, y decrecimiento de la masa muscular. Cualquier parte del cuerpo que cae en desuso se atrofia y desgasta.
SÁNALO – “La enfermedad en si es una de esas formas de experiencia a través de la cual llegas al conocimiento de Dios. Es, de alguna manera, el cordón del amor a través del cual Dios se liga a los santos,” dice Al-Ghazzali. A través de la enfermedad se agradece la salud. El malestar es aliado, transmite un mensaje que de otra manera no ha sido escuchado. La medicina alópata se resiste a buscar el significado de los mensajes del cuerpo, explica Larry Dossey en su libro “El poder curativo de la mente”, y desde ese punto de vista falla al paciente, ya que soluciona las cosas sólo desde lo superficial. En el camino de la conciencia, todo tiene significado. Los tratamientos más efectivos en cualquier proceso de sanación se construyen en base a la expectativa del paciente, cuando utilizan las cualidades positivas del sanador, cuando otorgan poder al paciente, y cuando el paciente y el sanador comparten visión del mundo.
DESBLOQUÉALO – en acorde con la terapia psico-corporal y la bioenergética, el cuerpo tiene bloqueos corporales según tu historia y tu manera de lidiar con tu historia. Estos bloqueos son memorias atoradas, traumas no resueltos, que forman lo que en los conceptos de Wilhelm Reich se llama tu armadura. “La persona con armadura,” dice Reich, “se cierra de la naturaleza, específicamente formando barreras en contra de los impulsos de la vida dentro de su cuerpo.” Si tu cuerpo tiene bloqueos, si la energía no fluye adecuadamente – es como cuando un río tiene bolsas y basura atoradas en la corriente – y tu respuesta a estímulos presentes viene cargada de situaciones pasadas que no has resuelto. Dependiendo de tu caracterología corporal, puedes liberar estos bloqueos o llenar de energía donde está drenado o no hay suficiente energía. Poco a poco, con lo que Stephen Johnson llama “el milagro del arduo trabajo” tu cuerpo recupera flexibilidad, elasticidad, tonicidad, motilidad, energía y gracia. Al mismo tiempo, tus relaciones interpersonales se vuelven menos de dominio y dependencia y más de intercambio y gozo.
ESTÍRALO – la rigidez del cuerpo implica rigidez en las ideas. La flexibilidad te permite responder rápida y efectivamente, especialmente en situaciones inesperadas o que están fuera de tu control. Después de la tormenta, es más probable la permanencia del bambú que la del fortísimo roble. El Tao Te Ching dice, “Aquello que es flexible y fluido tenderá a crecer; aquello que es rígido y bloqueado se marchitará y morirá.” En la medida que estiras tu cuerpo como ejercicio diario, permites que más energía penetre los estancados recovecos de tu vasija sagrada. Se aumenta proporcionalmente el magnetismo personal. La adaptabilidad se puede definir como libertad de la respuesta condicionada, y la respuesta condicionada proviene de la rigidez. ¡Busca el camino del medio! Como dice Yogi Bhajan: “No tener flexibilidad para el cambio es una tragedia en sí misma, y tener tanta flexibilidad que no tengas una posición determinada es una tragedia en sí misma.”
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