GUIDO MAISULS, DESDE ISRAEL
Decían nuestros pioneros: “Israel será un país normal cuando tenga ladrones y prostitutas como cualquier otro”. Luego de que nuestro pueblo judío vagara por el exilio durante mas de 2000 años, de haber sufrido expulsiones, inquisiciones, genocidios y persecusiones de todo tipo, de haber sido el eterno pueblo errante y sin tierra, para los israelíes de esas primeras épocas fue un verdadero logro, una verdadera maravilla, aspirar a tener una sociedad normal, común, como todas.
Pero ellos en algo se equivocaban, no lograron un país común, un país como todos, construyeron una sociedad con valor agregado, con justicia y dignidad social, con protección y seguridad, no solo en lo económico también en protección social, en la salud, en la educación, en la vida cotidiana.
En la experiencia del becerro de oro al pie del monte Sinai, cuando Moshe bajaba con las tablas de la Ley, a pesar de su idolatría, el pueblo había hecho algo muy burdo pero original, construyó con poco esfuerzo y mucha entusiasmo su primer becerro de oro.
Lo hizo de su propia imaginación y de su misma necesidad, pues necesitaban asirse a un símbolo materialista ya que era la única manera de vivir en la ilusión de que todo seria mas fácil, mas placentero, mas material, menos costoso, menos comprometedor, sencillamente un escapismo hacia mundos ilusorios, una evasión extra light de la realidad.
La Israel actual en sus comienzos, estaba constituida por fuerzas sociales muy fuertes y definidas, Israel era la Histadrut o los obreros de las ciudades, los kibutzim que representaban el ideal socialista del trabajo colectivo de la tierra, los moshavim que insinuaban esa incipiente clase media rural que ocupaba territorios y los recuperaba para el ideario sionista que a su vez les devolvía protección física y soporte financiero, los profesionales y pequeños empresarios que crearon el paisaje social tan peculiar y atractivo de las dinámicas ciudades israelíes.
Estos sectores dieron sustento material e ideológico en tiempos difíciles a los sucesivos gobiernos, nutriendo de soldados y oficiales al ejercito, conformando los partidos políticos, fortaleciendo las organizaciones económicas y sociales de este pequeño gran país.
A fines de los noventa, irrumpe en todo el mundo ese fenómeno arrollador que es la globalización, los diferentes países del mundo se adaptaron e integraron a este fenómeno de diversas maneras, desde la vivencia corrupta, expulsora y marginalista de amplios sectores sociales durante el menemismo en la Argentina hasta las experiencias de los países europeos donde se desarrollaron amplias redes de contención e inclusión social para minimizar los efectos negativos y aprovechar al máximo los beneficios que también aporta este nuevo fenómeno.
¿Como se incorpora Israel a esta Globalización?
En estas épocas de Globalización, Israel compra en el mercado internacional un gran becerro de oro. En el campo económico-financiero-laboral, un capitalismo agresivo y salvaje que pasa a reemplazar el supuestamente “perimido y anticuado” modelo de la protección social o estado de bienestar.
El impacto de este capitalismo agresivo trajo grandes cambios en la economía y en la tecnología israelí, volviéndola mas competitiva en términos macroeconómicos pero en el aspecto laboral, social y humano modificando completamente el viejo modelo de bienestar y protección social.
Un país que evoluciona hacia un modelo de menos ricos cada vez mas ricos y de mas pobres, cada vez mas pobres. Un país que tiene procesado por delitos graves de corrupción y escándalo a muchos de sus políticos de turno. Un país que va en proceso de resquebrajar cada vez mas su seguridad nacional como consecuencia de este modelo post sionista.
En Israel más de un millón y medio de ciudadanos (unos 1.700.000) viven por debajo de la línea de pobreza, según un informe del Instituto Nacional del Seguro (incluidos unos 800.00 niños). El Consejo Nacional del Niño dio a conocer que el porcentaje de niños empobrecidos (uno de tres) es uno de los más altos del mundo. Esta cifra que es de por si, lo suficientemente grave para los propios niños pobres, se posiciona como una futura amenaza para la estrategia de seguridad de Israel.
Según el instituto Adva, la clase media israelí se está achicando tanto en número como en el porcentaje que le corresponde del total de la riqueza nacional. Ese sector está en constante retroceso. Si en 1988 la clase media constituía el 33% del total de los hogares israelíes, a fines de 2005 representaba solamente el 27,6%.
Al mismo tiempo, mientras que en 1988 la clase media obtenía el 27,9% del total de los ingresos de los hogares israelíes, a fines de 2005 sus ingresos representaban sólo el 21,1% del total. Paralelamente ganaba más lugar la clase alta, que en 1988 percibía el 58,2% del total y en 2005 el 65,5 por ciento. Aurora Digital.
A pesar del alto PBI per cápita de Israel, más de 27 mil dólares (entre los primeros 35 del mundo), más de la mitad de los israelíes ganan menos de 4 mil shékels mensuales (1080 dólares o 754 euros). Esto lleva al achicamiento de la clase media con la consiguiente amenaza interna de debilitamiento de la fortaleza humana de la sociedad israelí.
El continuo deterioro de esta clase media, que es la que paga los impuestos, la que protagoniza el consumo, la que moviliza la economía, la que aporta el valioso elemento humano de soldados y oficiales para la defensa del país deja a la sociedad mas vulnerable y sin garantías para desarrollar una economía mas justa e igualitaria y para lograr una sociedad mas estable y democrática.
En el futuro cercano, Israel debe desembarazarse para siempre de este becerro de oro, de estas nefastas adquisiciones del capitalismo agresivo y salvaje, de las políticas del surrealismo mágico que nos ofreció en bandejas de plata esta globalización neoliberal y que fue adquirida muy ligeramente por una dirigencia nacional post sionista.
Hoy en día precisamos de un nuevo liderazgo que elija la verdad y la realidad como base de su accionar y no la visión de artificios mediáticos y de estratagemas improvisados.
En estos últimos años estamos viviendo con un becerro de oro, que produce una sensación de esperanza y bienestar pero que en algún momento, estas creaciones ilusorias estallarán en el aire como frágiles y etéreas pompas de jabón.
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