ANDRÉS LÓPEZ REILLY/ELPAÍS.COM.UY
Colonia del Sacramento fue fundada en 1680 por Manuel de Lobo. Hasta ahí es historia conocida. Pero ¿y qué si su núcleo fundacional estuvo integrado por judíos? La comunidad intenta rescatar huellas que, dicen, se borraron intencionadamente.
En los últimos tiempos Alberto Gustavo Pintos Lareo ha acompañado a rabinos, diplomáticos y decenas de personas de la comunidad judía a Colonia del Sacramento. ¿El motivo? Conocer los registros de una historia que Pintos asegura “se sigue intentando ocultar”: la que dice que judíos de Portugal y otros países fueron los fundadores de la ciudad, declarada por la Unesco Patrimonio Histórico de la Humanidad en 1995.
“Sefarditas uruguayos, argentinos, brasileños, franceses, americanos y del propio Israel se han contactado conmigo y han creado una red de interesados en el tema”, relata Pintos, un conocido guía turístico- cultural de Colonia e investigador.
A partir de la teoría de que Colonia del Sacramento pudo haber sido fundada por inmigrantes judíos, recientemente visitó el barrio histórico el rabino Maarabi, de la Kehilá (comunidad israelita) ubicada en la calle Canelones de Montevideo. También lo hizo el embajador de Israel en Uruguay, Doris Goren; el gran rabino de la Comunidad Israelita Sefardí de Buenos Aires, Isaac Sacca; el cónsul honorario de Uruguay en Haifa (Israel), Abraham Maman; la directora del Proyecto Museo Judío de Entre Ríos (Argentina), Ana Marcuzan; la directora del Museo Histórico “Rabino Aarón Goldman”, Eva Guelbert de Rosenthal, y el director jefe de los Cahiers Bernard Lazare (cuadernos de estudio de la comunidad judía de París), Claude Hampel.
“Siempre nos han hablado de Colonia del Sacramento como una ciudad `portuguesa`. Y es cierto. Pero hay un valor agregado muy importante que es imposible de desestimar: estos portugueses eran judíos de España, Portugal y Holanda, con vínculos en Francia, Inglaterra, Italia, Turquía y el Norte de África, que manteniendo sus lazos familiares y económicos, desarrollan sus negocios en la zona”, asegura Pintos.
El investigador uruguayo señala que varios autores han hecho mención al tema, como Aníbal Riveros Tula, que en un número de la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, de 1959, describe y nombra “la gran variedad de cristianos nuevos, judíos conversos y holandeses” que desde antes, durante y luego de fundada la ciudad, estuvieron vinculados al comercio directo, “para no catalogarlo de contrabando”, motor de desarrollo histórico de la ciudad.
Específicamente, nombra en la expedición fundadora de Lobo a la nao dos judeos, quienes a la par del comerciante inglés Jorge Maynard, vienen con la única finalidad de iniciar el contacto comercial con la ciudad de Buenos Aires.
PRUEBAS. Varios miembros de la comunidad judía estarían interesados en rescatar -y publicar- esta historia que otros autores han tocado tangencialmente. Y que según Pintos, “se ha intentado ocultar”.
Aún subsisten en el barrio histórico de Colonia los restos de una mikveh (pileta ritual judía), en la Posada Plaza Mayor, “la que fue visitada y aceptada por rabinos de Uruguay y Argentina, estudiosos judíos de Israel, Francia y Brasil. A sus dos lados, subsisten una higuera y una parra, elementos simbólicos del judaísmo. Según la Torá, bajo la sombra de la higuera y de la parra, “los hombres pueden dialogar en paz”.
“Podemos sumar los rastros en lo que fue la Casa de los Gobernadores. Allí habría otra mikveh, aunque se ha dicho, de forma absurda, que se trata de la base de una torre de vigilancia, cuando los planos y pinturas de época nos dicen que eso no existió”, indica Pintos. También subsiste cerámica portuguesa del período “en la que se reproducen candelabros judíos” y casas en las que “se han removido las marcas judías que alguna vez estuvieron en las paredes”, añade el investigador.
Riveros Tula también señala que documentos hispanos sobre el proceso histórico de la lucha diplomática, comercial y bélica por la Colonia, hacen referencia a sus pobladores como “los marranos cripto- judíos de la Colonia del Sacramento”.
Y asegura que muchos de los “portugueses”, “holandeses”, “ingleses” y “franceses”, eran en realidad judíos sefarditas lusitanos. Los apellidos de las familias y pobladores solteros, casualmente vinculados al comercio, confirmarían el hecho. Al igual que los antiguos censos oficiales, donde los apellidos son comparables con las listas de judíos de España y Portugal.
“Otros autores como Mario Javier Saban y Daniel Larriqueta (Argentina), Fabricio Prado (Brasil), Fernando Assuncao, Pablo Blanco Acevedo y Walter Rela, han aludido al tema”, concluyó Pintos.
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