Encuentre las semejanzas

DR. GERARDO STUCZYNSKI

Los judíos del mundo entero nos sentimos muy orgullosos de la fortaleza de la democracia israelí, que a pesar de enfrentar continuas amenazas existenciales, se mantuvo siempre enhiesta.

Israel tiene una sociedad extremadamente heterogénea lo cual enriquece la vida cotidiana desde el punto de vista social y cultural; pero desde el punto de vista político, las diferentes opiniones, concepciones e intereses, generan tensiones muy difíciles de articular.

Con un alto índice de crecimiento, Israel goza de una de las mejores situaciones económicas del mundo. Recientemente ha ingresado a la OCDE, lo cual implica que integra el selecto grupo de las 30 naciones más ricas. Con una destacadísima labor de su internacionalmente laureado Presidente del Banco Central, Stanley Fisher, ha capeado con gran éxito la crisis económica global.

El país vive un auge exportador, lo que ha aumentado sus reservas y fortalecido su moneda. La renta per cápita asciende a 22.000 euros anuales y el índice de desocupación es el más bajo de su historia.

Y todo ello, teniendo en cuenta el elevadísimo presupuesto que se destina a la defensa nacional, por estar el país permanentemente amenazado.

Aún así, vastos sectores de la población han salido a las calles masivamente para expresar reclamos, saludable ejercicio democrático estimulado por el período de relativa calma en materia de seguridad.

Estos ciudadanos se quejan por el alto costo de la vida y exigen una mayor justicia social. Demandan una mejor redistribución de la riqueza que reduzca la brecha entre pobres y ricos, el aumento del salario mínimo, la reducción del precio de las viviendas y de los alquileres, impuestos más bajos, aumento salarial para los médicos, aumento de las jubilaciones, la reducción del precio de los combustibles y de los productos lácteos, etc.

Entre los manifestantes hay laicos y religiosos, derechistas e izquierdistas y representantes de todo el espectro social en general, dado que nadie puede estar en desacuerdo con las reivindicaciones planteadas.

Sin embargo, no existe nada parecido a un consenso entre ellos. Para los izquierdistas la causa de todos los males proviene de los gastos en los asentamientos en Judea y Samaria. Para los derechistas la vía para bajar los precios de los inmuebles es justamente aumentar la construcción en dichos territorios. Los laicos se quejan de los subsidios y prebendas que reciben los religiosos y éstos no están dispuestos a renunciar a ellos.

No falta quienes abrigan legítimas esperanzas de encauzar el descontento popular a fin de debilitar al gobierno o incluso de hacerlo caer.

Otros aprovechan la ocasión para reivindicar ideologías electoralmente disminuidas. Shlomo Avineri, sostiene que en los inicios el Laborismo “supo combinar sabiamente –en condiciones nada fáciles- democracia y libertad con fuertes principios de solidaridad social” y por eso “Israel ha sido objeto de admiración”. En cambio la situación actual es producto de “un modelo simplista de privatización” liderado por el Likud que es”opuesto a las necesidades y valores del proyecto sionista”. Y por lo tanto “la actual protesta social es una consecuencia directa de los trastornos creados por este capitalismo salvaje”.

Sin duda el sistema capitalista es injusto y además genera constantemente desigualdades que todo gobierno debe atender e intentar corregir.

La solidaridad, la justicia social y la redistribución de la riqueza a través de la acción del Estado, no son de manera alguna, monopolio de ninguna ideología o partido.
No hay una sola exigencia de los manifestantes que no sea una premisa en la concepción económica de Jabotinsky, mentor ideológico del partido de gobierno.

Hace pocos días, al conmemorarse otro aniversario de su muerte, Netanyahu expresó, refiriéndose a la visión Jabotinsky sobre el tema: “la justicia social no se opone a un mercado libre, depende de él”.

En las demostraciones, las alusiones hacia el Primer Ministro han sido bastante respetuosas y me atrevo a opinar que si hubiera una nueva elección, los partidos que hoy integran la coalición gubernamental, continuarían siendo mayoritarios.

Para simplificar, los medios de comunicación, al describir estas movilizaciones, emplean términos tales como “revuelta” o “revolución”. Esto tiende a equipararlas con las situaciones que han vivido otros países.

Pero de hecho, las circunstancias son tan diferentes, que encontrar las semejanzas es un verdadero desafío.

En Israel no hubo políticas económicas de ajuste para evitar caer en default. Los manifestantes tampoco cuestionan la legitimidad de los gobernantes ni claman por derribar el sistema de gobierno que los rige. Ni que decir sobre la actitud del gobierno.

En la mal denominada “primavera árabe”, la reacción de los tiranos árabes ha sido masacrar indiscriminadamente a los manifestantes.

En España ha habido violentos incidentes en las marchas de los “indignados” y en Grecia, Chile e Inglaterra las manifestaciones públicas de protesta desembocaron en disturbios violentos, incendios, pedreas, con varios muertos y cientos de arrestados y heridos.

En Israel no ha habido ni un muerto, ni un herido, ni represión, ni vandalismos, ni detenidos.

El parlamento israelí, por iniciativa de los partidos de la oposición, decidió suspender su receso estival para tratar específicamente las demandas sociales.

El Primer Ministro ha creado una comisión especial, integrada por ministros, expertos y representantes de los manifestantes, y ha designado a Manuel Trajtenberg como su coordinador, con el fin de encontrar soluciones en conjunto.

Trajtenberg, un prestigioso economista de origen argentino, declaró que sus propias hijas participaron en las manifestaciones y que los miembros de la comisión deben tener sensibilidad social para integrarla.

Además le advirtió a Netanyahu que debe necesariamente modificar su orden de prioridades en la política económica para el éxito del plan y le solicitó el compromiso de aprobar en el gabinete las recomendaciones que el comité eleve.
“No tenemos más remedio que tener éxito” expresó.
¿Puede usted encontrar las semejanzas?

*Presidente de la Confederación Sionista Latinoamericana
Miembro del Ejecutivo Sionista Mundial

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Gerardo Stuczynski: Es abogado, Doctor en Derecho y Ciencias Sociales, egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad de la República Oriental del Uruguay. Fue Presidente de la Federación Universitaria Sionista del Uruguay en su etapa de estudiante, y luego, en dos períodos no consecutivos Presidente de la Organización Sionista del Uruguay. Premio Herzl 2005 otorgado por la Organización Sionista Mundial. Actualmente es miembro del Ejecutivo Sionista Mundial y desde el 2008 Presidente de la Confederación Sionista Latinoamericana.