ISAAC BIGIO/DIARIOSIGLOXXI.COM
24 de agosto 2011- El lunes 22 los informes que hacían circular los principales medios del mundo era que al menos un 90% de la capital libia había caído rápidamente en manos de los insurgentes quienes, a su vez, habían capturado a los 3 hijos mayores de Gadafi (Muhammad, Saif al Islam y al Saadi) y desarticulado a la principal, más leal y mejor entrenada y armada brigada del régimen dirigida por Khamis, el último varón de Gadafi, encargada de proteger a Trípoli.
Sin embargo, ninguno de esos supuestos capturados fue mostrado en videos o fotos. Luego, los rebeldes aceptaron que Muhammad se les escapó de ser cogido y en la noche del lunes Said al-Islam Gadafi (considerado el brazo derecho del padre) apareció ante periodistas en medio de la calle con un polo, sin casco o chaleco antibalas y dando la mano a todos los que se pasaban a saludarle avergonzando tanto a los ‘rebeldes’ como a la Corte Internacional de La Haya.
Igualmente, los propios medios occidentales que mostraban un inicial optimismo ante una pronta caída de Gadafi, ahora reconocen que las fuerzas leales al dictador vienen emboscando a los insurgentes y han sido capaces de lanzar algunos misiles. La conclusión que sacan varios de éstos es que la situación no es clara.
Lo acontecido con Saif al Islam Gadafi (a quien toda la prensa daba por capturado y pronto a ser juzgado por crímenes de guerra ya sea por los ‘rebeldes’ o por la Corte Penal de la Haya) muestra cuán difíciles son de creer a las distintos partes del conflicto.De allí que todo observador independiente debe mantener una actitud muy crítica ante los distintos informes que se reciben.
Al momento de escribir estas líneas los cables sostienen que los rebeldes vienen combatiendo en el ‘Pentágono’ de Gadafi (cuya eventual toma pudiese ser u indicativo del fin de Gadafi) y alertan que él pudiese revelar una acción inesperada brutal final (incluyendo utilizar armas letales que en su momento pudo tener). Todo ello, como hemos dicho, debe ser examinado con cuidado.
¿Trampa en Trípoli?La mayoría de los medios internacionales han querido pintar la imagen de que en Trípoli hay un levantamiento juvenil y popular que está desintegrando a un régimen que es descrito como una tiranía que dura 42 años.
Los hechos muestran un panorama más complicado. Saif al-Islam afirma que los aliados de la OTAN cayeron en una trampa de ratas (como así suelen denominar a sus enemigos) al llevarlos a pelear en Trípoli. Allí sus fuerzas les vienen emboscando y cortando sus líneas de abastecimiento.
Ese tipo de táctica ya se ha dado antes en Irak o Somalia donde los oponentes de la OTAN dejan que los soldados ligados a ésta entren a metrópolis que ellos controlaban para darles un combate casa por casa o calle por calle utilizando francotiradores o trampas al mismo tiempo que los aviones no pueden bombardearles mucho bajo riesgo de crear muchas bajas civiles y con ello perder legitimidad en manos de los ‘anti-yanquis’.
Lo que viene pasando en Trípoli muestra que ni es cierto lo que siempre ha dicho Gadafi (que su pueblo lo ama) ni lo que dicen sus ex ministros quienes ahora lideran el gobierno transitorio (que el pueblo se iba a levantar en Trípoli para saludar a sus liberadores).
Tras casi medio año de guerra civil y de intensos bombardeos por parte de EEUU y sus aliados, Gadafi viene resistiendo en su capital meses y no semanas como pasó con los talibanes o Saddam Hussein. Es indudable que él aún concita apoyo en varios sectores populares, quienes en sus 42 años gozaron de pasar de ser una de las naciones más pobres del mundo a una de las menos pobres y desiguales de África, y a tener un mejor nivel de vida y educación que durante la autocrática monarquía de Idris (1951-69), cuya bandera e himno son los emblemas de los rebeldes.
¿Democracia vs dictadura?Hasta el 28 de julio el comandante en jefe de las fuerzas armadas rebeldes era el general Abdul Fatah Younis, quien llegó a ser el número dos de Gadafi, a quien acompañó desde su golpe el 1 de septiembre de 1969 hasta el 22 de febrero en que dimitió del cargo de ministro de defensa.
Él, quien ha estado involucrado en todos los horrores que se le atribuyen al régimen contra sus opositores, fue asesinado presumiblemente por otros rebeldes que se quisieron vengar de la represión que éste comandó contra sus camaradas islamistas.
El presidente del gobierno transitorio es Mustafá Abdul Jalil, quien fue hasta febrero el ministro de justicia de Gadafi, quien avaló a dicha dictadura y fue co-responsable de proscribir el idioma de los bereberes (la principal minoría étnica no árabe de Libia).
La forma en la cual Younis fue muerto y en la cual Jalil arbitrariamente echó a todo su gabinete el 8 de agosto muestra las enormes tensiones internas y la forma nada democrática en la cual se basa este gobierno supuestamente dependiente de un Consejo Nacional de Transición con representantes de distintas regiones ‘liberadas’.
Los dos principales países árabes que enviaron fondos, armas, aviones y presumiblemente soldados para apoyar a los rebeldes son Qatar y Emiratos Unidos, dos petro-monarquías autoritarias que han despachado tropas para sofocar el movimiento democratico de Bahréin, cuyo reino tiránico acaba de reconocer al Consejo transitorio como el nuevo gobierno libio.
Por otra parte, mientras en Túnez y Egipto las dictaduras cayeron en manos de levantamientos populares, en Libia la única razón por la cual los insurgentes no han sido derrotados y han avanzado es por haber recibido armas, dinero, entrenadores y apoyo de bombas de parte de la OTAN, la misma que, a cambio, querrá mejores contratos para sus petroleras.
La bolsa contra Gadafi es una bolsa de gatosLo único que une a los rebeldes es su odio contra Gadafi. Por el momento el comando del Consejo Transitorio son oficiales que estuvieron con el tirano hasta febrero y que no querrán una mayor investigación de sus crímenes. También en la coalición está un popular abogado pro-derechos humanos en Bengazi (Abdul Hafiz Ghoga) y otros movimientos que intentaron deponer a Gadafi en los noventas (ya sea bajo financiamiento de la CIA o ligados a Al Qaeda o a la Hermandad Musulmana).
Hay una amplia gama de disputas entre regiones y tribus que están con la oposición. Si bien formalmente todos hablan de hacer que Trípoli vuelva a ser la capital, Bengazi, la capital histórica de Cirenaica (la región costera del este libio que hasta los años 1930s era considerada una provincia aparte de Tripolitana) tiene sus propias ambiciones e incubará resistencias a abandonar ser el centro del nuevo gobierno, tal como lo ha venido siendo desde febrero.
Las tribus de Tripolitana muestran un resentimiento contra las del centro y oeste que apoyaron a Gadafi. De estos sectores es donde salieron miles de guerreros santos que fueron a pelear en Afganistán y otros países por la causa de la Al Qaeda ya sea de la que primero se unió a los EEUU contra Moscú o luego de la que se disparó contra sus creadores estadounidenses. Allí se incubó el Grupo de Combate Islámico Libio (ligado a Bin Laden) de cuyas entrañas, o las del Comando fundamentalista 17 de Febrero, parece haber salido el asesino del general Younis.A pesar de que la región que va entre Bengazi y Marsa al Berga (donde desemboca un oleoducto en el Mediterráneo) han sido unos pilares poco duchos en capacidades militares, las fuerzas basadas allí querrán retener el mando del nuevo gobierno.
La junta de Misurata, la tercera ciudad libia en el medio del país, que se bregó librando la más fiera insurgencia urbana contra Gadafi, que ha participado en la toma de Trípoli y que ha buscado una autonomía ante Bengazi, querrá que se le reconozca su rol.
También están los grupos locales de las montañas de Nafusa (muchos de ellos bereberes que pueden guardar muchos reparos ante Jalil y otros ex ministros de Gadafi quienes ilegalizaron su milenaria lengua), cuyos combatientes fueron claves en iniciar la ofensiva sobre Zawiya y Libia (ciudades que, a su vez, han producido sus propios grupos locales).
Si cae Gadafi suben las pugnasAdemás de esas pugnas, va a darse una entre las direcciones a darse ante la revolución post-Gadafi.
Francia (que ha sido uno de los puntales de los bombardeos, cosa que no pasó en Irak), Reino Unido, Italia y EEUU buscarán que el nuevo gobierno amplíe el radio de sus inversiones e incluso puede que, tal como pasó en Bagdad, genere una pugna por los nuevos contratos de reconstrucción o explotación petrolera.
Por un lado los dirigentes del gobierno transitorio tratarán de aplicar las recetas constitucionales o monetarias que les demandan las potencias occidentales que piden mucho a cambio de sus inversiones en medio año de asiduos bombardeos y provisión de dinero, armas y entrenadores.
Por otra parte, entre los sectores liberales habrá una disputa sobre hasta cuánto se debe pedir cuentas a la anterior administración teniendo en cuenta que los ex ministros de Gadafi que ahora lideran el movimiento anti Gadafi querrán recortar investigaciones y buscar reincorporar a su nueva administración a antiguos cuadros gadafistas.
También habrá una tensión de sectores clericales y pro-Hermandad Musulmana que buscarán una revisión de las concesiones hechas a las mujeres y un retorno a un mayor conservadurismo social.
Por último está la actitud de varios sectores populares que querrán que la caída de Gadafi dé paso a una revolución social y a una política exterior anti-occidental.
Dentro de quienes luchan contra Gadafi también se encuentran muchos partidarios del Hamas palestino, el Hisbola libanés o Irán quienes no le perdonan al tirano haber expulsado de Libia a 30,000 palestinos o haber asesinado lideres chiítas, así como izquierdistas y marxistas para quienes Gadafi fue un déspota que tuvo muy buenas migas con Berlusconi y varias petroleras y que reprimió a los socialistas.
Perspectivas de la OTANEn relación a la guerra de Irak, la OTAN ha sacado varias lecciones. No ha atacado sin un mandato de la ONU por lo que ésta tiene un aval legal diplomático. Ha conseguido el apoyo de Francia (que en el 2003 no quiso atacar a su ex aliado Hussein pero que hoy, con Sarkozy de presidente, se ha esforzado en ser la principal auspiciadora de los bombardeos que abrieron la ruta a Trípoli). No ha empleado abiertamente tropas en suelo libio (evitando así un pretexto para la resistencia del régimen y para que en sus propios países haya gente que pida el retorno de sus soldados). Ha evitado que haya grandes marchas populares contra la guerra. Las protestas que ha habido en Londres son de dos tipos (sindicales contra los recortes y con disturbios anti-policiales) pero el rechazo a los bombardeos en Libia ni siquiera ha sido muy fuerte dentro de los 2 a 3 millones de mahometanos británicos.
Según el Daily Telegraph del martes 23, la operación sobre Trípoli ha sido muy bien coordinada y preparada desde hace 6 semanas con bombardeos destinados a minar la posibilidad de resistencia del régimen.
Sin embargo, de acuerdo a The Economist, el ingreso rebelde a la capital puede haber sido precipitado y sin haberse dado bajo un previo cerco creciente y ensamblaje de tropas.
Un problema que quiere evitar la OTAN es que se cree un vacío de poder incontrolable que genere una serie de grupos armados, huelgas sindicales, colgamientos de gadafistas, saqueos u ocupaciones laborales de predios o empresas u otro tipo de movimientos que desborden sus intentos de hacer que el nuevo gobierno basado en Bengazi monopolice las armas, el poder y la transición.
Uno de los objetivos que quisieran es ver el momento de traspasar la capital del gobierno provisional desde Bengazi a Trípoli para dar paso a elecciones en 8 meses. Esto último es algo difícil para un país que carece de partidos y que nunca ha tenido una democracia multipartidaria.
La manera en la que la OTAN ha bombardeado Libia tiene, además, como objetivo prevenir que se den otros levantamientos populares como los de Túnez, Egipto o Yemen y que la ‘primavera árabe’ pueda ser controlada.
Al mismo tiempo que ésta inició los ataques sobre Gadafi, sus aliados en el Consejo del Golfo Pérsico invadieron el pequeño Bahréin para sofocar un levantamiento interno pro-democracia.El régimen más autocrático que hay en el mundo islámico es el de la familia real saudita (la única que le ha puesto su propio nombre al país que gobierna), aliado clave de EEUU en la región y en el negocio petrolero.
Los EEUU deben buscar que los levantamientos populares árabes no depongan a sus grandes aliados de las 6 petro-monarquías del golfo, y que éstos lleguen a un compromiso con dichos reinos.
La manera en la cual la OTAN maneje la transición en Libia será crucial. Mientras los gadafistas querrán, en caso de perder, hacer una resistencia como en Somalia, Irak o Afganistán, los sectores ligados a Hamas-Hermandad Musulmana o a Irán-Hizbolá presionarán para que se cree una dirección más hostil a EEUU e Israel que la que tenía Gadafi y las izquierdas buscarán una revolución social que llegue a atraer al gran descontento que hay hoy dentro de los propios hebreos de Israel y de los trabajadores en Europa.
Una buena forma en la cual la OTAN pueda organizar una transición en Libia sin que se produzcan muchas matanzas y previendo una nueva guerra civil (ya sea con una guerrilla gadafista o entre los despojos de la alianza rebelde) les ayudará en su tarea de liberalizar Siria y también en poder buscar hacer retroceder al ALBA en América Latina.
Isaac Bigio es natural de Perú y tiene ascendencia judía y sirio-libanesa. Afincado en Londres, escribe para decenas de medios de los cinco continentes. Ha obtenido grados y postgrados en Historia y Política Económica en la London School of Economics & Political Sciences, donde ha sido profesor. Ha impartido cursos y seminarios en centros dependientes de esta institución como el Instituto Europeo, la Escuela de Estudios Asiáticos y Orientales, y la Escuela de Estudios Eslavos y Europeo-Orientales. Especializado en conflictos, es uno de los analistas con mayor conocimiento de las guerras en Afganistán, el Medio Oriente y los Balcanes. Es columnista regular de Correo (Perú), La Opinión (EEUU) y Noticias (Gran Bretaña), que son los periódicos en castellano de mayor distribución en esos países. Sus artículos han aparecido en varios decanos de la prensa latinoamericana y en rotativos del Grupo de Diarios de América. En 1998 obtuvo el premio de la Excelencia de Dillons-Waterstone (la mayor librería británica) y el E. H. Carr del Departamento de Política Internacional de la Universidad de Gales.
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