DAVID HARRIS/THE JERUSALEM POST
Cada día trae nuevos retos estratégicos para Israel.
Aquellos de nosotros que vivimos fuera de Israel tenemos alternativas. Podemos ayudar, o podemos quedarnos al margen.
La batalla no empezó ayer. Y por tanto, difícilmente podrá terminar mañana.
Ha habido inimaginables éxitos a lo largo del camino, pero por cada problema solucionado, otro se ve aparecer.
Lamentablemente, hay muchos desligados de la batalla, al menos por ahora. Los veo a diario. Y ellos son a quienes quiero llegar.
No estoy hablando sobre el público “NSJ” – los “Nadie Sino los Judíos”, judíos que están dispuestos a ayudar prácticamente a todos en el mundo excepto a sus similares judíos.
Tampoco estoy hablando de los grupos “SSI” –convencidos de que “Si Solo Israel” hiciera esto o aquello, todo se resolvería, como si los problemas y su solución estuvieran sólo en manos de Jerusalén.
No, estoy hablando de aquellos que entienden que Israel no tiene respuestas fáciles en el manejo de sus retos regionales, reconocer la inmensa carga sobre sus hombros para construir y asegurar su democrático Estado Judío, creer en que Israel insistentemente busca la paz pero requiere de socios creíbles, y ahora que Israel no está siendo tratada con justicia en la comunidad internacional.
Hasta ahora, por las razones que fueran, no han estado activos. Pero como dijo el famoso Rabino Hillel: Si no es ahora, ¿cuándo?
Véase lo que Israel confronta hoy.
Irán está encaprichado ferozmente en conseguir capacidad nuclear. Esa es la imposición sobre los poderes líderes del mundo. Combinar eso con la intención de desarrollar misiles de largo alcance. Súmesele a su llamado para que solo haya un mundo sin Israel.
Turquía ha manejado una política de terremoto. Alguna vez amigo cercano de Israel, a lo largo de los pasados nueve años, ha dado reversa en este curso. Ahora ha prometido, en tanto consigue ascendencia regional, aislar a Israel. ¿Qué mejor plataforma para el liderazgo que darle sinsabores a Israel?
Hezbolláh se ha convertido en el manejador del Líbano. El grupo terrorista ha amasado más de 40,000 misiles y cohetes, cortesía de Irán y Siria. Proclama que su arsenal puede alcanzar cualquier lugar de Israel.
Luego Siria. Debe quedar bien claro que por ahora que, cualesquiera los resultados de las actuales inquietudes, quienes estén a cargo no batirán sus párpados por Israel en cualquier tiempo. Al contrario, en sociedades donde se ha alimentado con una constante dieta de antiisraelismo, antisionismo, antijudaísmo, la mejor forma de barrer el apoyo político es azuzar la flama de aquellos a los que se odia.
Y ¿qué hay de Gaza? Si yo pudiera, haría que el estatuto de Hamás fuera leído por requerimiento. Ahí está todo explícito, solo a un click de verlo por Internet. La determinación de obliterar a Israel. La visión de un Estado basado en la Shari’a. Un clásico antisemitismo que hiela los huesos.
Luego está la Autoridad Palestina. Para un actor que asume representar la mejor oportunidad de Israel para un acuerdo de paz, la AP tiene extrañas formas de comportarse.
Desde los Acuerdos de Oslo de 1993, ha rechazado toda oferta –desde las del centro-izquierda, centro-derecha y los gobiernos centristas de Israel-, para un acuerdo de dos Estados, la única solución políticamente lógica que los sacaría del conflicto. Y ahora se ha alejado de la mesa de negociaciones a favor de una reconciliación con Hamás y una carrera final hacia la ONU.
También están los desarrollos en Egipto. Nuevamente, se muestra que cuando a Israel se le demoniza por décadas en las escuelas, en los Medios, en las Mezquitas y en las calles, di siquiera dándole media oportunidad, el poder de los sentimientos acumulados explota, haciendo que el vital acuerdo de paz entre Egipto e Israel se vuelva extremadamente tenue.
Precisamente tal crítico momento en la vida de Israel es una oportunidad para mantenerse de pie y que cuenten con uno. Los israelíes, cualesquiera sean sus afiliaciones políticas, están hombro con hombro mucho más de lo que en el exterior nos pudiéramos imaginar. Lo hacen un día sí y otro también, sin fanfarrias ni autocomplacencias. Han desafiado todas las disparidades y logrado milagros.
Nunca deberían sentirse solos. No es su batalla exclusiva. Es también nuestra. Nuestra fe habla por Zión y Jerusalén. Ahí es donde están. Nuestra tradición nos enseña responsabilidad colectiva. Casi la mitad de los judíos del mundo viven en Israel.
Nuestro sistema de valores está arraigado en la defensa de la democracia. Israel es tal democracia. Y, en un nivel práctico, la batalla contra Israel se lleva a cabo en nuestras universidades, en nuestros procesos políticos, incluso en nuestras tiendas al menudeo. Si eso no es un frente de batalla, ¿qué es entonces?
Hay quienes dicen que se involucrarían si sólo hubiera un diferente gobierno en Jerusalén. Olvidan un hecho básico: la batalla es mucho más grande que el gobierno en turno; es en verdad sobre Israel, no importa quién ostente el poder.
En el 2000, una ola de terrorismo sin precedentes contra Israel se desató estando una coalición de centro-izquierda en el gobierno y habiendo una esclarecedora proposición de Dos Estados sobre la mesa.
En 1996, cuando el pacifista Shimón Peres era Primer Ministro, fue vencido en una elección en razón a una serie de ataques terroristas palestinos. ¿Qué hacer?
Véase usted en el espejo y pregúntese si acaso esta batalla es realmente sobre alguien más, o si acaso es también por usted.
Ahora es el preciso momento de visitar Israel… de comprar productos israelíes… de expresar nuestro apoyo por las vitales relaciones de todos los países (México entre ellos) con Israel y para que se elijan a sus funcionarios adecuadamente… de vacacionar en naciones amigas y evitar a las que no lo son… de involucrarse con organizaciones favorables a Israel… a ayudar a quienes están a su alrededor a entender qué es lo que está pasando y por qué es tan importante ser amigos de Israel y, más en lo general, de las naciones democráticas.
La batalla está aquí. La necesidad urgente. El momento es ahora.
En este momento de reflexión y renovación en el calendario judío, ¿podrías, por favor, afirmar: “¡Hineni!” ¡AQUÍ ESTOY!”?
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