CARLOS MOTA/MILENIO
Pocas, muy pocas veces se topa uno con un joven de veintisiete años que destile espíritu emprendedor, liderazgo, claridad mental, buena preparación académica y comunicación excepcional. Si todas esas cualidades se suman a alguien que comprende que la estrategia incluye dos elementos, formulación e implantación, el resultado es una bomba. Tenemos un empresario.
El ejemplo más reciente que me he topado la semana pasada es el de Víctor Saadia, un joven egresado de la carrera de economía del ITAM que bien podría estar cumpliendo su idea inicial: trabajar en la Secretaría de Hacienda o en el Banco de México, o en alguna otra institución financiera. También podría estar estudiando en el extranjero la maestría que le apeteciera.
Pero no. Víctor decidió escuchar a su padre, un editor de una revista médica que hace unos años se topó con un descubrimiento que venía del mundo anglosajón: que los dientes de leche y las muelas del juicio son ricas depositarias de células madre en el organismo, y que es posible preservarlas en frío una vez extraída la pieza. Luego, a reproducirlas masivamente. ¿Qué se hace con ellas? Tienen muchas cualidades: se puede regenerar piel, tejido hepático, cardiaco, hueso o articulaciones.
El jueves, en la casa de la embajadora de Reino Unido, Judith Macgregor, Víctor presentó ante la comunidad médica dental los alcances posibles de este descubrimiento científico, que opera bajo el paraguas de su empresa BioEden, reflejo de una británica que originalmente fue fundada en Texas, donde de hecho son preservadas las células madre de los clientes que aseguran su futuro biológico.
BioEden no hace medicina. Sólo tiene el método para recuperar las células madre —incluso en adultos, con las muelas del juicio—, y cuenta con un consejo médico que orienta al paciente para recurrir a algún galeno que ya esté trabajando con la tecnología. Así, los convocados atestiguamos el caso de un joven con un quiste maxilar que salvó la disección de su mandíbula y al que pudo trasplantársele células madre de su propio molar, reproducidas en laboratorio, que luego regeneraron íntegro el hueso. Se salvó de una incisión mayor; se salvó de la típica prótesis de titanio.
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