IRENE SEISER
16 de septiembre 2011- Hace 18 años, el 13 de septiembre de 1993, Isaac Rabin y Yaser Arafat oficializaron en una ceremonia en Washington, ante el presidente Bill Clinton, los acuerdos de paz de Oslo, suscritos el 20 de agosto en la capital noruega entre el gobierno israelí de Rabin y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), de Arafat, a nombre del pueblo palestino. Este esfuerzo redundó en 1994 en un compartido Nobel de la Paz (junto a Shimon Peres); una paz que, no obstante, ninguno de los dos líderes llegó a ver. Rabin fue asesinado en 1995, con 73 años, por un miembro de la derecha radical israelí, y Arafat murió en 2004, víctima de una enfermedad. Pero lo principal de ese marco es que israelíes y palestinos reconocieron mutuamente su derecho a existir como Estados. Al cabo de 18 años, cumplidos esta semana, son cinco los problemas que siguen impidiendo la firma de una paz perdurable entre israelíes y palestinos; decididos estos últimos a pedir ante las Naciones Unidas su reconocimiento como Estado. Israel lo es desde 1948.
Pero, ¿por qué el gobierno de Benjamin Netanyahu se opone a esta iniciativa?
Responde así la embajadora: “Nosotros pensamos que la única vía para llegar al final del conflicto israelo-palestino es regresar a la mesa de diálogo para seguir negociando los problemas, sin duda difíciles, que se quedaron sobre la mesa. La ONU no va a resolver estos problemas y la decisión palestina no va a acercar las negociaciones sino que va a alejar la posibilidad de continuarlas y de llegar a una solución perdurable”.
La diplomática enumeró los cinco problemas aún pendientes de negociación en un ámbito “bilateral”: las fronteras, los asentamientos judíos en tierras palestinas, el futuro de Jerusalén, los refugiados, y la seguridad; todos ellos ligados unos con otros, “porque por ejemplo si hablamos de las fronteras no podemos dejar de hablar de los asentamientos, y a la inversa. Y si hablamos de fronteras tenemos que referirnos también a Jerusalén, que se liga de nuevo a los asentamientos. Es decir, son cuestiones que hacen a negociaciones directas”, insistió.
“Nosotros quisiéramos regresar a las negociaciones y no llegar a una situación donde la posición palestina se endurezca y que, por razones internas palestinas, ellos no sean capaces de regresar a la mesa. No creemos —recalcó— que el paso de la ONU vaya a apoyar las negociaciones aun cuando los palestinos tengan mayoría automática, por así decirlo, en las Naciones Unidas”.
Sobre la afirmación del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas, de que se tomó la decisión de acudir a la ONU ante el impasse “por parte del gobierno de Netanyahu”, la embajadora recordó dos momentos, en el año 2000 y 2008, cuando las pláticas se rompieron por decisión palestina. “Las conversaciones entre Ehud Barak, Arafat y Clinton eran muy serias. Como primer ministro, Barak fue incluso quien más lejos llegó en cuanto a proponer soluciones muy, muy creativas sobre el estatus de Jerusalén. Pero Arafat rechazó al final las ofertas y de Camp David no salió ningún acuerdo”.
“Lo mismo ocurrió en 2008 —prosigue—, cuando el primer ministro era Ehud Olmert y el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abas. Olmert llegó con una propuesta aún más avanzada, dispuesto a ofrecer a los palestinos 98 por ciento de los territorios después de los límites de 1967 y también consideraba el intercambio de tierras. Pero Abas nunca regresó con una respuesta a esto”.
Recordó también que “desafortunadamente en Gaza tenemos un gobierno, de Hamas, que no está dispuesto a reconocer a Israel, no está dispuesto a renunciar a los actos terroristas y tampoco a reconocer los acuerdos firmados entre Israel y la OLP como representante del pueblo palestino”.
Respecto de lo dicho por el enviado de la ONU para Oriente Medio, Robert Serry sobre que “las instituciones palestinas están listas para asumir las responsabilidades de un Estado en todos los ámbitos, gobierno, leyes, derechos humanos, educación, producción”, etc., la embajadora aseguró que “Israel sí reconoce los grandes cambios que están ocurriendo desde hace varios años bajo el gobierno de Abas. Es claro que la situación cambió muchísimo y todavía existen acuerdos entre Israel y la Autoridad Palestina firmados en el marco de Oslo. Pero no estamos hablando de un Estado palestino sólo en Cisjordania, qué pasa en Gaza. Otra vez son problemas que la ONU no va a poder resolver”.
En cuanto a cómo se imagina la paz entre Israel y Palestina, en medio de una tragedia que, como en las griegas, cada parte tiene su razón, la funcionaria respondió: “Me imagino una relación de amistad en donde los israelíes puedan visitar a los palestinos y a la inversa; tener lazos comerciales, culturales. Yo creo que cada israelí dice ‘ojalá que tengamos relaciones de amistad con los palestinos’. No es algo imposible y la sociedad israelí es bastante optimista al respecto”.
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