PERENGANA
Ahí, precisamente donde hace tiempo en la ciudad de México estaban los basureros, hoy están los restaurantes más exclusivos con comensales exclusivos, no importa si el menú cubre las exigencias gastronómicas, el confort está en el estatus que brinda la posibilidad de ser visto por la máxima cantidad de conocidos posible, para que la cuenta sea altamente retribuida con la plena satisfacción del ego.
¿Podemos esperar algo más de la vida? Llegar en un coche último modelo al valet parking mientras todos observan. Adentro, las miradas en las mesas son recalcitrantes, la prueba más profunda de autoestima, quizás en ese momento se puede definir el estado de ánimo de la semana entera, tan sólo unos minutos bastan para cuestionarse qué tan felices en realidad somos. No importa, ya trajeron los platillos, sin la seguridad de lo que realmente necesitábamos o deseábamos consumir. Eso sucede con todo lo que pretendemos obtener, pero al fin llegado el momento, nos damos cuenta de que lo material no logra satisfacer todas nuestras exigencias, ni las personas que nos rodean, de quienes pensamos que serían nuestros más filiales amigos quienes ante el menor esfuerzo por ser mejores personas, se han visto ante la imposibilidad de serlo.
Una amiga, al fin se conmueve y comenta, “qué pesadito ambiente, no te parece”. Contesto: “Sí, pero ya me estoy acostumbrando a eso en general.”
Lo que me ha ayudado es la clasificación que a últimas fechas hago con la gente, algunos son muy buenos libros y otros, los más claro, son libros que tengo que dejar a la mitad. Pero a todos los conozco y algo me han enseñado. En esta forma, he podido vivir algo más tranquila. Ella me dice: “no te puedo creer, no puede ser que deseches gente como si fueran malos o buenos libros”. Vuelvo a contestar que es la única forma de no terminar desmazalada, o más bien, para que entiendas, abatida, porque si nos consideramos entes sociales y ese principio básico de la existencia normal del hombre no funciona, tenemos que encontrar los antídotos para interrelacionarnos en una forma que no parezca que somos tan distintos o que estamos tan insatisfechos.
La noche continuó, entre risas forzadas y bebidas que estaban provocando aún más el deterioro en el sentido de cosas que pasaban por mi mente. Hasta que llegó el café con algo de postre, regresé al verdadero estado de cosas, mientras saludaba a un amigo que por diferentes circunstancias no se encontraba conmigo esa noche. Mi compañera no tardó en preguntarme qué tipo de libro sería esa persona, le dije que quizás sea una continuación de la primera novela.
Esta semana cerré un gran capítulo en mi vida, al menos espero que así sea, aunque eso no lo sabré hasta que transcurra algo de tiempo.
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