El autor del siguiente artículo argumenta -según su punto de vista- porque sería perjudicial la declaración unilateral del Estado palestino ya que el mismo, entre otras cuestiones, contradice algunos tratados entre la OLP e Israel, y alerta:. “Con las revueltas árabes asomando alrededor del epicentro del conflicto, Oriente Medio no puede permitirse una Tercera Intifada, ya que como apunta el analista israelí Pinhas Inbari del Jerusalem Center for Public Affairs existen indicios de que las organizaciones palestinas, desde Al Fatah hasta Hamas, están preparándose para el estallido de una ola de violencia después de la votación en la ONU”.
El momento ha llegado, Mahmud Abbas, el presidente de la ANP ha realizado una carrera maratónica durante el último año para que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CS-ONU) acepte a Palestina como miembro con pleno derecho en el organismo internacional y alternativamente, para que la Asamblea General de las Naciones Unidas (AG-ONU) apruebe una Resolución por la cual se declare establecido el Estado Palestino dentro de las fronteras anteriores al 10 de junio de 1967.
La comunidad internacional lleva décadas trabajando por la solución de dos Estados, uno palestino y otro israelí. Incluso el premier israelí, Benjamín Netanyahu, la apoya, tal como declaró en su discurso en el Congreso estadounidense en Mayo pasado, así como también están de acuerdo la mayoría de los israelíes, un 71%, según refleja la encuesta de marzo de 2010 llevada a cabo por el Harry S. Truman Institute.Pero, una Declaración Unilateral que establezca el Estado Palestino, en las condiciones actuales y bajo la forma que desea Mahmud Abbas, perjudicará el proceso de paz, como nos recuerda el abogado penalista de Harvard, Alan Dershowitz en su artículo “La votación en la ONU retrasará la paz” publicado en The Wall Street Journal, amén de ser contraproducente para la seguridad de ambas sociedades y contraria a derecho internacional público.
El unilateralismo no es el mejor camino
En primer lugar, declarar unilateralmente el Estado Palestino, contradice los acuerdos y tratados firmados entre Israel y la OLP y las resoluciones emanadas del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas sobre la materia. Por ejemplo, para que su propuesta llegue a buen puerto, Mahmud Abbas ha invocado las Resoluciones del Consejo de Seguridad 242, 338 y 1850, obviando que en las tres se pide explícitamente soluciones acordadas en negociaciones directas.
Así, según la Declaración de Principios del 13 de septiembre de 1993, que formalizó el proceso de paz directo entre israelíes y palestinos, en el Artículo XV se requería que un Comité de Arbitraje resolviera las disputas entre ambas partes. Igual sucedió con el Acuerdo Interino firmado en Oslo el 28 de septiembre de 1995, en el cual en su artículo XXI sobre las diferencias y las disputas, se insiste en las negociaciones y en el abandono de las posiciones unilaterales.
Con el Memorando de Sharm-el Sheik, firmado el 4 de septiembre de 1999, también se incidió de nuevo en evitar acciones unilaterales y apelaba al Acuerdo Interino firmado en Oslo. En Camp David II o la siempre citable pero poco aplicable Hoja de Ruta, se vuelve a recalcar un acuerdo negociado basado en las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Por lo tanto, los acuerdos de paz firmados entre las partes y las resoluciones del CS-ONU exigen negociaciones bilaterales, como han advertido tanto el presidente estadounidense Barack Obama como Tony Blair, representante del Cuarteto (ONU, UE, Rusia y EE UU) para la paz en Oriente Medio.
¿Sería viable una Resolución positiva de la Asamblea General?
En segundo lugar, establecer el Estado Palestino mediante una Resolución de la AG-ONU no es la vía adecuada. Recordemos que, las Resoluciones de la Asamblea General, formada por la totalidad de los miembros de la ONU, 193 países -recién incorporado Sudán del Sur- , se aprueban por mayoría simple y no son vinculantes. Es el Consejo de Seguridad el que emite resoluciones obligatorias y coactivas.
Por tanto, una eventual Resolución de la Asamblea General declarando el Estado Palestino sería significativa, pero no tendría efectos prácticos ni coercitivos para que dicho Estado nazca. De hecho, como ha declarado a The Associated Press el primer ministro de la ANP, Salam Fayyad, será una medida de presión política pero no cambiará la situación de los palestinos. Abbas, pese a que sabe que EEUU vetará la propuesta en el Consejo de Seguridad, quiere pedir formalmente al organismo que acepte a Palestina, dentro de las fronteras anteriores a la Guerra de los Seis Días, como el país miembro número 194 de la ONU, ya que, por ejemplo, un status similar al de Kosovo no es deseable para los palestinos que han ganado una legitimidad considerable en Occidente. De hecho, desde 1974, la OLP tiene status de observador en la AG-ONU, y ante el veto de EE UU, la AG-ONU podría declarar a Palestina como Estado no miembro.
¿Legitimar Palestina es legitimar a Hamas?
En tercer lugar, a falta de existir una Palestina, actualmente existen dos: la Palestina liderada por el grupo islamista Hamas en Gaza y la Palestina liderada por la OLP post Arafat en Cisjordania. Según afirma Steven Rosen del Middle East Forum, declarar unilateralmente el Estado Palestino es legitimar internacionalmente a Hamas y a su régimen, y no se debe olvidar que la organización islamista está considerada como grupo terrorista tanto en EE UU como en la UE. Además, Hamas tiene como objetivo la destrucción de Israel -artículos 6 y 11 de su carta fundacional-, continúa con el lanzamiento de cohetes a las ciudades israelíes colindantes con la franja de Gaza, y se niega a dar pruebas fehacientes de que el soldado israelí Gilad Shalit, secuestrado hace cinco años sigue vivo -no es prisionero de guerra porque no se le ha aplicado la Convención de Ginebra al no permitir, por ejemplo, que la Cruz Roja le visite- sin olvidar que en la memoria de los israelíes siguen los años más duros de la Segunda Intifada cuando los hombres bomba enviados por Hamas se inmolaban en cafeterías, discotecas y autobuses.
Por lo tanto, ningún líder israelí sensato puede aceptar ese timbre de legitimidad que se le daría a Hamas estableciendo un Estado Palestino en Gaza y Cisjordania.
¿Qué supondría un veto?
Por último, una Resolución de la AG-ONU positiva, y un veto en el CS-ONU, suponen un estancamiento -sino empeoramiento- de la actual situación. El Estado quedará constituido en un papel, pero no cambiará la vida de los palestinos, lo que reforzará nuevamente a los sectores radicales, en detrimento de los sectores moderados, según afirma Joel Braunold, antiguo director de Relaciones Exteriores del One Voice Movement. Las negociaciones quedarán totalmente inertes y los grupos extremistas podrían aprovechar el descontento y la frustración del pueblo palestino ante el nuevo atasco de sus aspiraciones para incitar a la violencia.
Así el Ministerio de Seguridad Pública de Israel está estudiando aplicar la Ley de Emergencia y movilizar a reservistas para sofocar posibles disturbios en Cisjordania. Incluso el gobierno israelí ha repartido armas no letales entre los colonos ante posibles altercados como los que tuvieron lugar en mayo en la frontera con Siria.
Con las revueltas árabes asomando alrededor del epicentro del conflicto, Oriente Medio no puede permitirse una Tercera Intifada, ya que como apunta el analista israelí Pinhas Inbari del Jerusalem Center for Public Affairs existen indicios de que las organizaciones palestinas, desde Al Fatah hasta Hamas, están preparándose para el estallido de una ola de violencia después de la votación en la ONU. Si bien, señala Inbari, citando a Hatem Abdelqader, alto miembro del Consejo Revolucionario palestino, dicho estallido dependería del futuro de Abbas como líder palestino tras el éxito o fracaso de su propuesta en las Naciones Unidas, ya que este se ha pronunciado en varias ocasiones contrario al uso de la fuerza.
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