Juntos venceremos
lunes 23 de diciembre de 2024

Tu tía la quedada

LADY MOSSAD/ANIMAL POLÍTICA (fragmento)
He tenido unas meses muy estresantes con mi familia, pero siempre suceden cosas que hacen que dimensione lo que es realmente importante, lo que vale la pena y lo que no. Y también suceden otras que a la mitad del drama me arrancan las carcajadas y me hacen conservar la capacidad de burlarme de mí y dejar de tomarme la vida tan enserio…

Hace dos semanas una tía me mandó un email para saludar y comentarme algo sobre la última visita de mi madre, en el contenido se anima a decirme lo siguiente:

“I was wondering if you are still involved with the Jewish Synagogue in Tijuana?  If so you might want to check out www.jdate.com It’s a really good online Jewish dating site. My kids are on it and we know many people that have found someone…”

¡Plop! Ya hasta mi lado sajón de la familia me indica que huelo a quedada. Hago hincapié en sajón, porque para mi familia mexicana apesto a  quedada desde hace como 10 años. Luego de reponerme de las tremendas carcajadas que me arrancó mi tía, les confieso que soy soltera, sin pareja estable, vivo sola y tengo más de 30 años; que no tengo hijos y ni quiero tenerlos; y así soy muy feliz porque ¿saben qué? esa fue la vida que yo elegí…

Tengo mucho que aprender de ti, amor…

Luego me fui a tomar el té con una amiga, eso que llaman “echar chal”, y mientras ella engullía tremendo trozo de rol de canela y yo babeaba ensoñando con el día en que en Starbucks recuerden que los celiacos también consumimos y agreguen aunque sea unas pinches galletas de animalitos sin gluten al menú, ella me contaba sobre su corazón roto y esa sensación de impotencia que todos los enamorados reconocen cuando una relación está por terminar. Entonces yo con esa delicadeza que me caracteriza, le espeté un: Pero, ¿tú ya planeaste tu vida, verdad?

Mi amiga, que ahora me debe estar leyendo, abrió los ojos a todo lo que le dan como si hubiera escuchado una herejía sin atinar bien qué responder; entonces procedo a explicarle que una tiene que ponerse metas y ser realista, elegir lo que se desea a partir de lo que se tiene, que si dejamos que las cosas “sucedan”, pues sí, sucederán muchas cosas, aunque no siempre como las habríamos deseado, que no es cuestión de “destino” o “lo que te toca vivir”, ni tampoco de suponer que la vida la vamos a controlar, pero tener claras nuestras metas no le hace daño a nadie y cumplirlas, menos.

Y como mujer, el compromiso personal es mayor, porque si quieres llegar a ser una profesional, quieres tener una familia y quieres, quieres, quieres… más vale que te organices en tiempo y forma, porque la vida se va volando y más cuando tienes cosas por hacer. Es posible que no tengas las respuestas a todo, pero para algo sirven las hojas de ruta (aunque mis baisanos en Israel aún no lo comprendan).

Cuando cumplí 25 tomé la decisión de no formar una familia y dedicarme a crecer académicamente. También tomé la decisión de permanecer sin una pareja estable hasta luego de llegados mis 35 y haber vivido-cumplido una serie de cosas; aún no llego a los 35, no voy salirme de mi ruta por responder a una presión social que hace timbrar un reloj biológico reproductivo más externo que interno, y eso no significa que mi forma de vida me haga miserable. Es probable y es deseable que llegado el momento me establezca en una relación o muchas, no lo sé; es probable porque no estoy cerrada a que suceda, es deseable porque la convivencia en ese plano de intimidad es también un aprendizaje de vida que se refleja en todos los demás. Pero una cosa es Juan Domínguez y la otra… ¿de qué chingados estamos hablando de amor o de cuentos de hadas?

Para eso tuve que aprender a ver las relaciones de pareja sin fantasías, ni cursilerías; a fuerza de muchos tropezones y de los que seguro me faltan; pero eso no me ha vuelto una mujer dolida, ni temerosa, ni ardida, ni malcogida como muchos tildan a las mujeres que viven bajo sus propios parámetros.

El amor en nuestras sociedades, si lo vemos desde una óptica realista, está sobrevalorado, y es así porque nos aferramos a la idea de lo amoroso como si fuera un salvavidas. La idea de lo amoroso en tiempos de “progresitud y recesión” es el paliativo que nos ayuda a sobrellevar nuestras miserias (económicas, políticas, emocionales y demás), un refugio contra la maldad del mundo, un bálsamo que nos anima a la hora de no tener para pagar la renta, estar antes de los cuarenta aventando los pulmones de tanto fumar, no destacar profesionalmente como quisiéramos y que nuestra vida toda, incluso la amorosa, sea un reverendo desastre…

Tú estás siempre en mi mente…

El amor lo puede todo ¿no? ¿El amor es gratis? ¿El amor es la respuesta, porque el amor lo es todo? Si alguien ha vivido el amor en esos términos juangabrielezcos no me va a dejar mentir: el amor así es agotador. Esos términos tan codependejos nos fascinan porque son como una estructura sólida que nos regala todas las respuestas que nos da hueva replantearnos y nos mantiene embobados para no hacernos responsables y obligados de todo lo que, con mente y cuerpo, no queremos resolver para nosotros mismos.

Y encima, el amor como el gran padecimiento, el sufrimiento amoroso como la forma por antonomasia de ser mártires, de beatificarnos, de victimizarnos para luego bañarnos en pureza. Resistimos la embestida pero mantenemos la fe; piénsele dos veces, ¿dónde se ha dicho eso antes?

La idea del amor cursi, como la religión del capitalismo decadente reforzada por un hambrienta cultura del espectáculo, que ha establecido estándares del cómo debe ser el amor con base identidades anacrónicas e infantiles -incluso hasta muy conservadoras- por no decir basadas en lo religioso. Después de todo, ¿qué no han sido las religiones quienes nos enseñaron que amar es lo más importante…?

A ti que cargaste en tu vientre dolor y cansancio…

Y por si no fuera poco cometí la babosada de ir con mi amiga, la madre primeriza, a las oficinas de nextel, y con lo que se demoran…ella se quejaba amargamente de que sus padres se habían ido a su casa del interior y no se habían llevado a su crío de tres años con ellos. Ay de mi boca tan grande que la vida me dio, no me contuve de responderle que la mejor persona para hacerse cargo y ver por el cuidado de su hijo, no era su madre como ella me lo estaba asegurando, sino ella misma. Y que además era injusto para su padres enfermos que, en el afán de facilitarle la vida, se obligaran por completo una responsabilidad enorme que ella se había elegido y sólo a ella le correspondía.

Entonces me vio con odio de madre herida, y me dijo: es que cuando tienes hijos y tienes que mantenerlos el tiempo no te alcanza. Y le respondí: ¿entonces para qué lo tuviste ahora, para cumplir en tu vida con una etapa biológica que te dicen que tienes que cumplir, porque ya habías pasado los treintas…?

Es un misterio cómo sigo conservando a mis amigas, lo juro, seguro porque todas son “buenas cristianas” y tienen “capacidad de perdonar”, porque a veces salen de mi boca unas arengas que parecen balaceras emocionales… a veces, es decir, bastante seguido.

Lo mismo que le explique a la anterior, le hice ver a la madre primeriza pero agregando que yo no tuve hijos -y hablo en tiempo pasado aunque tenga la posibilidad- por elección; y no por miedo y egoísmo, como leí alguna vez en un blog por aquí; estoy segura que de haber elegido un camino tradicional de familia, sería una excelente esposa y una muy buena madre. Incluso hasta me gustan los niños y sé cuidarlos bien. Pero resulta que la vida familiar es la que no me acomoda, a mí me gusta llevarla por la libre y asumir lo que eso conlleva (sí señoras, aunque me salgan con la tristeza de la soledad  y demás escenarios terroríficos), ni siquiera tengo como ensueño que me voy a poner a compaginar como muchas mujeres que en un esfuerzo enorme trabajan y llevan una familia. Es la idea de familia la que no me interesa, no le tengo temor, los miedos son deseos y todo lo que se teme por más que lo esquives siempre se te va interponer al paso; a mí seguido se me atraviesan perros, pero hijos no se me han atravesado.

Aquí es cuando la legión de madres trabajadoras (solteras y casadas) me odian, porque dicen que la maternidad es: blablabla… lo más hermoso que le dio la vida a las mujeres y que no importa el sacrificio que tienen que hacer para ver crecer a sus hijos y blablabla…

Ajá, pero en primer lugar la maternidad es ahora una elección; y también hay mucho en la idea de la maternidad de constructo social e idealización, del tener la fantasía miles de años refrendada de que una mujer, por el hecho de su biología, no ha completado su ciclo de vida sin haber engendrado y so justificación de la idea de la buena maternidad, se llenan muchos vacíos e inseguridades personales, así que no me vengan con que la del miedo soy yo, que inseguridades tenemos todas en un apartado o en otro.

No niego que hay quienes sí desean formar una familia, decisión muy respetable como la mía de no tenerla, y por esa misma razón le preguntaba a mi amiga la del sufrimiento amoroso, ¿piensas seguir perdiendo tu tiempo de mártir o vas a planear tu vida para lograr eso que dices que deseas tener y no te lo va a dar la pareja que tienes actualmente?

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