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7 de octubre 2011- Israel se paralizará durante 24 horas a partir del atardecer de mañana, viernes, con motivo de la celebración del Yom Kipur o Día del Perdón, la fecha más sagrada del calendario hebreo y en la que los más fervientes ayunan y oran en introspección durante largas horas.
“Para mi Yom Kipur es el día más importante del año, un día de amor en el que me siento más conectada a mi Dios, y para el que me preparo desde meses antes”, dice a Efe Dalia Gross, una maestra de 30 años de Jerusalén.”Es un día de silencio en el que puedes mirar adentro de ti misma y ver qué es lo importante realmente en la vida, a dónde quieres dirigirte”, agrega.
Literalmente “Día de Expiación”, el Yom Kipur sigue a los “Diez Días de Arrepentimiento”, que comienzan con la celebración del Año Nuevo judío (Rosh Hashaná) y es el más solemne para los judíos.
Al anochecer del viernes y hasta que se vean las tres primeras estrellas en la noche del sábado, Israel se cerrará a cal y canto durante esta jornada y el silencio se impondrá en las calles de la práctica totalidad del país.
La tradición judía señala esta jornada como el día del juicio divino, en el que Dios sella el “libro de la vida”.
Por esta razón, en los últimos días los judíos se intercambian saludos o felicitaciones que incluyen la bendición de “Guemar Jatimá tová”, es decir, que “Que seas inscrito” en el libro de la vida.
Las sinagogas centrarán sus servicios en emotivas oraciones de penitencia y lecturas especiales de las escrituras sagradas, que finalizarán al escucharse en los templos el sonido del “shofar”, instrumento de viento bíblico elaborado con un cuerno hueco de carnero.
Una de las plegarias más solemnes de la jornada es la de “Kol Nidré” (Todos los votos, en arameo), en la que los judíos piden a Dios anular todas las promesas incumplidas en el último año.
Las oraciones y la liturgia de este día están estrechamente ligadas al paso de los judíos por la España Medieval, y las dos principales -el “Kol Nidré” que abre la jornada y la “Neilá”, que la cierra- fueron obra de autores sefardíes.
Yom Kipur, décimo día del mes de Tishrei, era además el único del año en el que el Sumo Sacerdote entraba en el sancta sanctorum del bíblico Templo de Jerusalén y pronunciaba el nombre del inefable -Yavé- ante miles de israelitas arrodillados.
Para ayudar a la introspección y sublimación espiritual exigida ese día, todas las cadenas de televisión y de radio suspenden sus emisiones, no hay periódicos y se cierra el aeropuerto.
El parón afecta también a Internet, donde la mayoría de los portales de noticias dejan de actualizarse durante 24 horas.
Tampoco estarán abiertas las fronteras, incluidos la mayor parte de los accesos a los territorios palestinos ocupados de Cisjordania y Gaza, de los que se podrá entrar y salir solo por emergencias o casos humanitarios.
Los judíos observantes no deben beber ni comer durante Yom Kipur, pero tampoco utilizar aparatos eléctricos, cocinar, realizar ningún esfuerzo físico, usar calzado o vestimenta de cuero, emplear cosméticos, bañarse o ducharse, ni mantener relaciones sexuales.
Laicos y tradicionalistas respetan el silencio del también denominado “Sábado de Sábados” con un parón comercial en todas las zonas judías de Israel, y los lugares de ocio y centros de trabajo públicos y privados permanecen cerrados.
Tan sólo funcionan los servicios de emergencia y seguridad, que suelen estar en máxima alerta, y las calles se vacían de coches y quedan desiertas, convirtiéndose en el lugar perfecto para que los menos religiosos las disfruten con una libertad sin límites.
Casi tan tradicional como ir a la sinagoga para los religiosos, lo es para los no observantes tomar las vías públicas con bicicletas, monopatines o a pie.
En los días previos, es tradicional celebrar el ritual de las expiaciones o “Kaparot”, en las que se sacrifican aves como redención del individuo.
Miles de gallos y gallinas han sido degollados esta semana en Israel como señal de “expiación” individual y para recordar a los creyentes que, en cualquier momento, Dios puede quitarles la vida en pago por sus pecados.
“Yo soy vegetariano”, responde con humor Yoel al ser preguntado sobre esta costumbre, que en los últimos años se encuentra con la fuerte oposición de los grupos de defensa de animales.
Casado con una española con la que suele residir en Ibiza, Yoel pertenece a una corriente mesiánica que ve en el Yom Kipur no un día de juicios y castigos, sino de “fusión y regocijo con Dios”.
“Todo se detiene a nuestro alrededor para meditar, pero lo celebramos con regocijo y placer, y siempre con la mente puesta en la unión con Dios”, explica sobre las razones por las que él ni su familia respetan el tradicional ayuno, observado por más del 70 por ciento de la población judía de Israel según encuestas de años pasados. EFE
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