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El último ejemplo, la actual presidenta de Liberia, Elen Johnson Sirleaf, quien obtuvo el premio el pasado 7 de octubre, compartido con su compatriota Leymah Gbowee y con la yemení Tawakel Karman. Pero hay más, otras siete personalidades que han obtenido el prestigioso galardón tienen sobre sí la sombra de la duda, convirtiéndose así en los ocho ‘innobles’ de los Premios Nobel de la Paz, un calificativo con el que se les ha bautizado en una información publicada por fp-es.ogr., en la que incluyen un breve resumen del por qué fue una mala decisión otorgarles el premio.
Se trata de Barack Obama, Mohamed el Baradei, Kofi Annan, Yasir Arafat, Henry Kissinger, Woodrow Wilson y Theodore Roosevelt, Elen Johnson Sirleaf (2011) Candidata a ganar de nuevo las elecciones en su país,
Elen Johnson Sirleaf está acusada por la oposición de fraude electoral. Hasta nueve partidos de la oposición rechazaron en un comunicado el pasado 15 de octubre los resultados de la primera ronda de los comicios electorales del 11 de octubre, en que se proclamó vencedora Sirleaf, al considerar que se trataba de un pucherazo. La oposición acusa a las autoridades de fraude masivo en favor de la presidenta y dijo a través de ese comunicado que no reconocerá el resultado de los comicios si el escrutinio se celebra como hasta ahora. Los partidos opositores propusieron una retirada conjunta del proceso electoral para intentar anular los comicios.
Según los primeros resultados, Sirleaf había concentrado el 45,4% de los votos ante el 29,5% del partido más grande de la oposición. Liberia cerró sus fronteras terrestres con las naciones vecinas después de que el principal partido de oposición del país tachara los resultados electorales como fraudulentos. La nación del oeste de África cerró sus fronteras con Sierra Leona, Guinea y Costa de Marfil. Cabe recordar que la ONU tiene más de 14 mil soldados destacados en el país.
Barack Obama (2009) Ganó el Nobel por “sus extraordinarios esfuerzos para fortalecer la diplomacia internacional y la cooperación entre los pueblos”. Sin embargo, el otorgar el galardón a Obama causó extrañeza, al tratarse de un ex senador durante una única legislatura que había realizado su juramento como presidente sólo unas pocas semanas antes de que se produjeran las nominaciones. El propio presidente reconoció que “comparados con algunos de los gigantes de la historia que han recibido este premio —Schweitzer y King; Marshall y Mandela— mis logros son pequeños”. Obama también sorprendió a muchos al dedicar gran parte de su discurso de aceptación del Nobel a la defensa del uso legítimo de la fuerza. En realidad, la impresión es que el Nobel se concedió al candidato Obama —el que se definió por su oposición a la guerra en Irak, la promesa de cerrar Guantánamo y el compromiso de fomentar el diálogo con los gobiernos hostiles— más que al presidente -conocido por el aumento del envío de tropas a Afganistán, la enorme ampliación de la guerra mediante aeronaves no tripuladas, la intervención militar en Libia y los asesinatos extrajudiciales de Anwar al Awlaki y Osama bin Laden-. Por no mencionar que Guantánamo sigue abierta y que se han logrado pocos avances hacia la paz en Oriente Medio. Puede que todas estas acciones fueran justificables, pero con gran probabilidad no eran lo que el comité del Nobel tenía en mente.( Acaba de decretar la salida de las tropas norteamericanas de Irak, nota de la ed.)
Agencia Internacional de Energía Atómica y Mohamed el Baradei (2005) Lo ganó por “sus esfuerzos para prevenir que la energía nuclear se use con fines militares y para asegurarse de que la energía atómica con propósitos pacíficos sea empleada del modo más seguro posible”. Por qué fue una mala decisión: el premio a la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA, con siglas en inglés) fue considerado por muchos como un reproche a la invasión de Irak de la Administración de George W. Bush. El Baradei y su organismo habían presionado para continuar los procesos de inspección del programa de armas de Saddam Hussein. Pese a las nobles intenciones de la organización, ésta no ha demostrado ser especialmente efectiva a la hora de prevenir la proliferación de armas nucleares. Desde su fundación en 1956, cinco países se han hecho con la bomba —India, Pakistán, Israel, Corea del Norte y Sudáfrica, que clausuró su programa de armas voluntariamente— y se cree que Siria e Irán han avanzado significativamente en el proceso de lograrla. Como muestra de la no efectividad de la agenda de la AIEA, tres de esos países —India, Pakistán e Israel— son miembros que cuentan con buena reputación dentro de la institución. La AIEA tiene también un historial de altibajos en el fomento del uso seguro de la tecnología atómica. Tras la fusión de este año en la central nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón, la respuesta de la organización fue criticada por “lenta y en ocasiones confusa”.
Naciones Unidas y Kofi Annan (2001) Kofi Annan ganó el premio por: “su labor en favor de un mundo más organizado y pacífico”. Por qué fue una mala decisión: el Comité de los Nobel cita el trabajo de Annan en el reforzamiento de las alianzas de la ONU con la sociedad civil, su renovado énfasis en el desarrollo y su labor en favor de la fundación del Fondo Global para la Salud y contra el Sida. Aún así, Annan tiene también algunas manchas notables en su historial. Durante el genocidio de Ruanda de 1994, él era director de misiones de mantenimiento de la paz de la ONU. El general canadiense Romeo Dallaire, que en esa época dirigía la misión de mantenimiento de la paz de Naciones Unidas en el país, acusó a Annan de impedir que sus tropas intervinieran para detener las masacres y de suavizar los informes que Dallaire enviaba a Nueva York. El papel de Annan fue criticado en una revisión interna de la organización y él se disculpó por no haber actuado con mayor contundencia durante el conflicto. Un panel designado por la ONU también criticó a Annan en 2005 por su mala gestión del programa Petróleo por Alimentos de la ONU, que acabó canalizando 1.700 millones de dólares en sobornos a las arcas de Saddam Hussein. El informe también sugería que el hijo de Annan, empleado por una compañía petrolífera suiza, se había beneficiado de la posición de su padre para obtener lucrativos contratos con Irak, aunque no se hallaron evidencias de que el progenitor interviniera personalmente en su favor.
Yasir Arafat (1994) Lo ganó por sus esfuerzos para crear paz en Oriente Medio. Por qué fue una mala decisión: Arafat ha dejado un legado polémico. Es considerado por sus seguidores como el padre de la lucha palestina para conseguir un Estado, pero para sus detractores es un terrorista impenitente. Lo que está claro es que durante la mayor parte de su carrera en la escena pública fue un acérrimo defensor del uso de la violencia para lograr objetivos políticos. O, en sus propias palabras tras la fundación de la Organización para Liberación de Palestina (OLP): “la revolución armada por todo nuestro territorio palestino para convertirla en una guerra de liberación. Rechazamos todos los acuerdos políticos”. Al Fatah —la facción de Arafat dentro de la OLP— estuvo implicada en numerosos ataques armados contra civiles, tanto en Israel como en el extranjero, incluyendo la masacre de los Juegos Olímpicos de Munich de 1972 y el secuestro en 1985 del crucero Achille Lauro. Mantuvo además estrechos lazos personales con dictadores como Saddam Hussein e Idi Amin. Arafat reconoció a Israel en 1988 y firmó varios acuerdos de paz, incluyendo los Acuerdos de Oslo de 1993, por los que compartió el Nobel con Simon Peres e Isaac Rabin. Pero rechazó el tratado propuesto en la Cumbre de Camp David de 2000, suscitando interrogantes sobre si en realidad estuvo alguna vez interesado en alcanzar la paz. Muchos creen que durante los últimos años de su vida ayudó a planear la Segunda Intifada, un violento levantamiento contra la ocupación israelí.
Henry Kissinger (1973) Lo ganó por negociar los Acuerdos de Paz de París. Por qué fue una mala decisión: El premio de 1973 fue uno de los más controvertidos de la historia, e incluso dos miembros del Comité de los Nobel dimitieron como protesta. Le Duc Tho, que recibió el galardón junto a Kissinger, declinó el honor con el argumento de que en Vietnam no se había logrado todavía la paz. En cualquier caso, los acuerdos tuvieron pocas consecuencias prácticas en la guerra. El alto el fuego se rompió continuamente y los combates no terminaron hasta que las fuerzas de Vietnam del Norte invadieron Saigón en 1975. Kissinger fue un actor clave en algunas de las más polémicas acciones de Estados Unidos durante la época de la guerra fría. Como asesor de seguridad de Richard Nixon apoyó la campaña encubierta de bombardeos estadounidenses en Camboya, a la que muchos acusan de ser la causa del ascenso del genocida régimen de los Jemeres Rojos. Respaldó golpes militares contra gobiernos de izquierdas en Chile y Argentina. En una grabación de la época de Nixon en la Casa Blanca recientemente difundida, Kissinger, que de niño tuvo que huir de la persecución nazi en Alemania, argumentaba contra la presión a los líderes soviéticos por su tratamiento de los judíos, diciendo: “si en la Unión Soviética meten a los judíos en cámaras de gas, eso no es un problema de Estados Unidos”. Kissinger se ha apuntado también algunas victorias diplomáticas notables —su papel en la negociación del fin de la guerra del Yom Kippur, por ejemplo— pero incluso aunque uno no comparta la valoración de quienes creen que éste debería ser juzgado por crímenes de guerra, su historial como trabajador por la paz es decididamente desigual.
Woodrow Wilson (1919) Lo ganó por ayudar a fundar la Liga de Naciones. Por qué fue una mala decisión: Wilson hizo campaña en 1916 bajo el eslogan “Él nos mantuvo al margen de la guerra”, y un año después metió a Estados Unidos en el conflicto. Y en lo que se refiere a la Liga de Naciones, su logro más señalado, Wilson no fue capaz de lograr la aprobación para la organización en su propio país, ni tampoco pudo prevenir una guerra mundial aún más brutal que la que condujo a su creación. Roosevelt y Wilson fueron rivales políticos a lo largo de toda su carrera, pero Wilson siguió el ejemplo de su predecesor en América Latina lanzando intervenciones en México, Cuba, Panamá, Nicaragua, Haití y República Dominicana. Incluso ordenó una poco recordada intervención militar estadounidense en Rusia tras la Revolución Bolchevique. En su propio país, no se puede decir que Wilson fuera una voz a favor de la justicia social. Durante su mandato, el Congreso aprobó una ley que prohibía el matrimonio interracial en el Distrito de Colombia (Washington D.C.) y el propio Wilson ordenó la segregación de varias agencias federales. Justificó una nueva política que exigía a los candidatos a empleos federales presentar fotografías, afirmando que la contratación de afroamericanos en el gobierno federal podría causar “fricción”: “Está lo más lejos posible de ser un movimiento contra los negros. Creo sinceramente que es por su propio interés”, dijo.
Theodore Roosevelt (1906) Lo ganó por negociar el fin de la guerra ruso-japonesa de 1905. Por qué fue una mala decisión: Roosevelt es conocido por su consejo de que los líderes estadounidenses “hablen poco y lleven un gran palo”, pero El Alce ya estaba metiendo a Estados Unidos en guerras antes incluso de ser elegido presidente. Tras la explosión del buque de guerra Maine el 15 de febrero de 1898, el célebremente belicoso Roosevelt, entonces vicesecretario de la Armada, se aprovechó del hecho de que su jefe estaba fuera de la oficina durante ese día, para ordenar a las fuerzas navales estadounidenses de todo el mundo que se prepararan para combatir, y solicitó al Congreso que autorizara el reclutamiento de soldados —en la práctica poniendo al país en pie de guerra sin el consentimiento del presidente William McKinley—. Cuando finalmente estalló la guerra, Roosevelt dimitió de su cargo para tomar parte personalmente en la lucha como miembro de los Rough Riders, un regimiento de caballería formado por voluntarios. Llegó después la diplomacia de cañonero: como presidente, Roosevelt emitió un corolario a la Doctrina Monroe autorizando a EE UU a intervenir con el fin de estabilizar los asuntos económicos de pequeños Estados que eran incapaces de pagar su deuda internacional. El Corolario Roosevelt fue utilizado para justificar posteriores intervenciones estadounidenses. En su etapa posterior a la presidencia, Roosevelt fue un destacado defensor de la implicación de Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial.
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