JESSICA KREIMERMAN
RESPIRA – La respiración es la primera clave de reconexión entre la cabeza y el cuerpo. Es pneuma, gasolina del organismo, espíritu que infunde el Creador. Nos conecta con el aquí y ahora, con las emociones. Cuando entras en pánico, recuerda respirar. El doctorOtto Warburg, Premio Nobel de Fisiología, hizo un experimento en el cual convierte células sanas en malignas a través del sencillo procedimiento de reducir el oxígeno. Deniños, usualmente sufrimos traumas de mayor o menor grado, nos impactan de tal manera que dejamos de respirar de cuerpo completo. Para restaurar el sistema atorado en el shock…respira hasta el vientre. A través de la profunda respiración obtienes energía para una vida animada y espiritual. Oxigénate. Haz ejercicio, sal a la naturaleza. Antes de una junta importante o de un trabajo que te exija concentración, respira hondo. Inhala (por la nariz) en cuatro tiempos, sostén el aire en siete y exhala en ocho. Encuentra tu ritmo natural y cada vez que salgas de tu centro, recupéralo con memorias de aliento tranquilo. Hay otros estilos de respiración, alguno de los cuales te puede servir para abrir tu caja torácica, rellenar con bondad tu vacío y procesar tus emociones viscerales.
ESCUCHA TU CUERPO – Obsesionados con la parte racional de nuestro mundo, se nos olvida que el cuerpo es sabio y percibe cosas antes de que la mente las comprenda. El cuerpo te avisa cuando “algo” en tu vida no funciona. Cuando en el sistema físico se manifiesta una enfermedad o bloqueo, detrás se encuentra un malestar emocional, acompañado de ideas ajenas a tu ser saludable. Las emociones reprimidas, guardadas para que nadie las conozca, tienen vida propia. Si no encuentras manera de liberarlas, esas emociones se vuelven concretas en alguna parte de tu cuerpo. Sé consciente que el bloqueo es sólo síntoma y no el problema en sí. Pregunta por qué te sientes de esta manera. Al buscar el significado profundo, encuentras una riqueza de información acerca de ti y tu individual camino hacia la salud. Un libro pionero que explora la conexión entre emociones específicas y su manifestación en el cuerpo es de Louise L. Hay: “Tú puedes sanar tu vida”.
“Pero qué poco amable, conscientemente profanar
o deliberadamente contaminar el cuerpo físico,
que debe de servir como el tabernáculo terrenal
de este maravilloso regalo de Dios.”
RESPÉTALO – Pon en práctica el amor que buscas tener por ti. El poder de disolver hábitos nocivos comienza con escoger el cambio. “Cuando haces un pequeño hoyo en tu cuerpo, haces un gran hoyo en tu alma,” dice el rabinoDov Baer de Mezritch. Tu cuerpo es el único que tienes en este tramo de vida. Trátalo con respeto, alábalo a diario, hónralo como el sagrado Templo que es. Lo que introduces a tu cuerpo eventualmente lo sacas o lo guardas. Esto no solamente en cuanto a las cosas físicas, como la comida, sino también con estímulos visuales y auditivos, emociones y pensamientos. Si acostumbras ver películas de terror y violencia, a tu campo entra la energía de angustia, sangre, gritos, tensión. Si escuchas canciones de abandono y tristeza, adivina qué evocas en tu sistema. Somos criaturas de hábito, las burbujas energéticas que rodean al cuerpo se acostumbran a la frecuencia, y luego piensas que así es el mundo. En un ambiente lleno de ruido y distractores parece normal que la televisión esté prendida como compañía a la hora de la comida y educador de pequeños, que los vecinos emitan música melodramática a todo volumen, que estemos tan aconstumbrados a los gritos, que se nos olvida que no estamos hablando. El organismo, aunque se adapta a todo, se debilita internamente, y se endurece externamente, con estos factores.
EL PODER DEL CONTACTO FÍSICO – Tocar, acariciar, atender y hablar con ternura son determinantes cruciales en los procesos de salud humana. El contacto altera nuestro estado físico y emocional. El agresivo nos cierra. El toque gentil es expresión poderosa del ser, destruye barreras y crea vínculos entre la gente. El buen contacto nos hace receptivas al amor, asiste a la sanación del cuerpo y enternece el corazón. Cuando abres tus brazos, cuando te abres a alcanzar a un “otro”, sientes el poder del abrazo. Si quieres cereza en tu pastel, encuentra personas de confianza con las que te puedas abrazar de cuerpo completo.
ARRÁIGALO – tener los pies en la Tierra es más que una expresión. El funcionamiento óptimo de un sistema humano incluye una persona con visión e ideas, conectada con sus emociones, que sirven para acompañar la visión, y el cuerpo conectado a su tierra para manifestar la visión . ¿Tienes los pies fríos? Eso indica falta de circulación de sangre y, energéticamente, falta de flujo de tu ser hacia la Tierra. Todo lo que existe en este plano hoy día previamente existe en los pensamientos de un creador. Estar arraigado es conectar tu ser completo: incluir cabeza, corazón y genitales a tus circunstancias, por agradables o desagradables que sean. Desde tu realidad puedes caminar en la dirección que deseas, y establecer relaciones de profundidad contigo y con quienes te rodean.
MEDITA – Aunque sea unos minutos al día. Meditar es concentrarte en el presente, estar contigo y tu respiración. Quien no medita no puede tener sabiduría, dice Najman de Bratzlav, uno de los grandes maestros del jasidísmo místico. Hay muchas maneras de hacerlo. Hay meditaciones caminadas, y meditación en acción. Puedes hacerlo mirando una vela, o recitando un mantra, en voz alta o en silencio, con los ojos abiertos o cerrados. Existe un rango de posibilidades. Aprender a meditar es recordar como hacerlo. Sirve tener motivación, disciplina, y determinación. La gente que se da por vencida es porque no está convencida que lo hace bien. En la meditación, especialmente al principio, hay turbulencia, tu mente no quiere calmarse. Con el tiempo, lo que en el oriente llaman la “mente de changuito” aprende a soltarse. La meta no es la relajación – aunque llegas a esta – sino adquirir conciencia. El metabolismo del cuerpo, medido según consumo de oxígeno, se reduce más durante una meditación de veinte minutos que durante ocho horas de dormir. Cuentan quienes han dedicado años a esto, que meditar te puede llevar a sentir uno con el Todo. ¡Wow! Pero mínimo, el meditar descansa la incesante charla cerebral que te previene de entrar en niveles de mayor entendimiento.
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